lunes, 13 de agosto de 2012

Gijón, una año después / Por Pedro Javier Cáceres


"...Gijón despertó un año después, y el toro (Victorino), Uceda y El Cid hicieron que el "sueño de una noche de verano" no fuera pesadilla..."

Gijón, una año después

Pedro Javier Cáceres
Gijón 2011. José Tomás vuelve por tercera vez, con más fuerza que nunca si cabe. Hoteles llenos, restaurantes doblando y triplicando mesas, taxistas desbordados.

Tras el "tsunami" ¿que? : reinventar un nuevo ciclo.

Ni JT estaba el 2012 por la labor (tan solo dos festejos en España y 1 en Francia) ni bolsillo que lo aguantara. Tampoco los beneficiarios directos, como en tantos otros sitios, se plantearon como poder repetir evento sindicando costos y beneficios.

Esta feria del 2012 era, por tanto, un "corte" en los exámenes permanentes a los que se somete un empresario taurino cada ciclo.
Y, pese a la galopante crisis (social, económica y taurina) la feria conserva su metraje y su porte.

Llevamos tres festejos, y si es cierto que el aforo es el que es, lo que es un hecho constatable es la satisfacción del cliente con el normal foco de oposición que por otro lado sirve de aliciente de superación.

Objetivo: "reinventar" un evento alternativo -aunque de mucho menor reclamo, porque esto está como está- como la corrida de Victorino y un mano a mano de dos toreros especialistas, pero en versión artística, antes que gladiadora (Uceda y El Cid) está dando sus frutos cuando llevamos 3 jornadas.

Lo de ayer, de no ser por que la clase dominante taurómaca -hace tiempo- se queda en las letras grandes de los titulares -a veces impostados- que provocan las figuras, podría ser uno de los festejos que marquen una temporada: la importancia de la corrida de Victorino y el esfuerzo, ante la exigencia, sin traicionar su condición artística - cada uno con sus más sinceras armas- de Uceda y El Cid (ambos en hombros) fueron un premio a aquellos que apuestan por el toro como parte esencial de este espectáculo.

No ha sido el tornado (accidente climatológico) ni el huracán del pasado ejercicio, pero si una corriente de aire fresco que da oxígeno a esta afición y garantiza la continuidad de esta feria con su caché y su interés sin vivir por encima de sus posibilidades pero con algo más que dignidad: orgullo. Al menos en Gijón.

En otros lados frustración: ha sucedido en la Feria de julio de Valencia.

Cierto que donde repite, Huelva, euforia. Como la que se presiente en Nimes.

¡Ojala! la normalización de Gijón, sin traumas ni nostalgias, sea asimilado en Ciudad Real: va a dejar no más de medio millar, de más de 6.000, abonos sobre el 2010 -dándole algún mérito a Maximino que ha hecho un esfuerzo, con lo que hay, y que en ese 2010 la capital manchega, en lo taurino, era un solar-.

No hay mejores perspectivas de crecimiento sobre hace dos años en Valladolid. En Linares se ha recortado un festejo.

Es lo que sucede una vez pinchada la burbuja -muy puntual- y pasada la resaca, tras metabolizar, y 365 días del fasto llega la cruda realidad y el "tío Paco con la rebaja": no hay poso.

¿Y?... Es tan solo una pregunta limpia de intenciones ¿cuál es, con esta estrategia guadianesca, el aporte a La Fiesta?

Gijón despertó un año después, y el toro (Victorino), Uceda y El Cid hicieron que el "sueño de una noche de verano" no fuera pesadilla.
A grandes males, grandes remedios. Menos gente pero fiel y contenta.
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