Tercio de pinceles
“Este libro no es una biografía al uso de la figura, siempre carismática, de un torero…” Con estas palabras Miguel Vega (Jaén, 1967) justifica el nacimiento de su obra “Curro Díaz, torero lorquiano” (Edicions Bellaterra, 2012).
Una obra gestada a partir de los recuerdos y las emociones del autor ligadas a la vida torera del diestro linarense Curro Díaz (Linares, 1974). Texto reflexivo con muchos datos, sin duda, pero con mucho sentimiento: el del aficionado fiel seducido por su tauromaquia aflamencada. Aquel que nació en la misma habitación del hospital de los Marqueses de Linares en la que murió "Manolete" y que dio sus primeros pasos fascinado por el toreo de José Fuentes. Torero al que el autor define como “lorquiano” por el embrujo, el misterio de su toreo y el sentido artístico que encierra su tauromaquia, algo que comparto. Así las casi 150 páginas encierran apuntes estéticos, personales textos en verso y reflexiones taurinas sobre un diestro capaz de evocar en el autor la poesía de García Lorca. Y mediando entre la prosa y la entregada oda “El tiempo detenido”, hermosa galería con imágenes de prestigiosas firmas de la fotografía taurina (Pelegrín, Botán, Arjona y Javier Arroyo).
Mi adicción a esta otra versión de “currismo” toma forma en “Ramilletes de Romero”, uno de los acertados cantares de Vega...
Fue norma perfumar a los toreros de arte
arrojándoles ramos de romero
durante sus vueltas en triunfo.
Hoy,buenos aficionados
han recobrado aquel habito:
corresponder aroma con aroma.
Este domingo volvieron a volar
los ramilletes verdes al albero;
ya se habrán secado las ramitas de romero,
pero la faena de Curro en Baeza
perdura todavía
como esencia densa y fragante.
Curro Díaz visto por Luis López
(técnica mixta sobre papel 30 x 45)
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