lunes, 20 de agosto de 2012

Uceda leal a sí mismo y al vestido de torear / Por Pedro Javier Céceres


José Ignacio Uceda Leal esencia del toreo

* Homenaje de cariño y respeto a Fernando Cruz; y tantos otros.

Pedro Javier Cáceres
La vorágine taurina de esta semana, alrededor del 15 de agosto, engulle, injustamente, hechos y sucedidos importantes que acaban en letra pequeña devorados por los grandes titulares (la mayoría con tufo “leotardero”) que acaparan las figuras en las ferias del segundo circuito, con cierto prestigio -cierto-.

De éstas, las figuras -en el G-10 también cohabitan ricos y pobres-, nadie echa cuentas del agosto de El Cid.

Ni siquiera Madrid sirve para el relanzamiento de un esteta pulcro y orfebre como Leandro (oreja el día de La Paloma), proyecta luz de esperanza a la dignidad torera de Miguel Ángel Delgado y se conmueve, tan solo, por la dramática y muy grave cogida de Fernando Cruz sin profundizar más allá de los valores intrínsecos como torero residentes en la pureza de concepción evaporados por una ubicación incorrecta desde el principio como si de un pecado original se tratara que le lleva a torear contracorriente sin traicionarse. De tal manera no es difícil sobrevenga la cornada, no es la primera, y volver a empezar, naturalmente “herrado” en falso.

De los buenos, muy buenos toreros, los últimos clásicos, tampoco se ocupa el taurineo instalado entre la tauromaquia de “ahe”, poder o de barullo: espectáculo ¡que la gente se divierta! (no confundir con emocionar disfrutando). Caso Juan Mora. Y ahora Uceda Leal.

Uceda es de esos espejos de toreros forjados en diferentes generaciones en la Escuela de Madrid preparados para asimilar la dureza de una profesión injusta, la crueldad de la vida, y también dosificar los grandes triunfos para no morir de éxito; quizá el óbito profesional más absurdo.

La “fábrica” del extraordinario maestro Gregorio Sánchez (prologado en sus inicios por Martín Arranz), desde la tragedia de Yiyo, la épica de Sandín, el infortunio de Bote, la pierna amputada a José María Plaza, la desgracia de El Madrileño, ahora El Chano, los calvarios de Sergio Aguilar o Sergio Marín y muchos más, la lista sería interminable (de oro o de plata, la tetraplejia con muerte posterior de Adrián) ha ido forjando hombres que luego de toreros se han hecho un nombre (también grandes figuras como Joselito y Juli, hacer historia como Cristina Sánchez), pero sin subvertir los valores.

36 años de Escuela hace que cada ciclo, más o menos convencional, el reflejo de sus primeros alumnos se renueve en otras generaciones, incluso solapándose unas con otras. La última que imprime carácter (fuera a parte el caso de El Juli) es la de los Abellán, Cristina, Encabo…Y Uceda.

De ahí maman los posteriores, tal que Fernando Cruz: en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza. ¡Animo, Fernando!

Uceda esencia del toreo.

En la pureza de su concepción, la limpieza de su ejecución y en los avatares dramáticos. Trágicos los más.

Durante su carrera ha sufrido la pérdida consecutiva de un hermano, su madre y su padre, más la de un picador, entrañable, a sus órdenes, aplastado por el caballo en un festejo en Francia.

Hombre de profundas convicciones. En su forja ha encontrado, en el ejercicio del arte de torear, no solo su profesión si no una forma de superarse ante la vida. Solo así se puede navegar en un mundo proceloso y generalmente de mar gruesa.

El reconocimiento a su buen hacer no siempre ha sido tabulado con justeza, ni con justicia, por parte de los empresarios, ni la crítica. O lo uno como consecuencia de lo otro.

Este mes de agosto ha abierto la Puerta grande 8 veces de 8 actuaciones.

Las dos tardes de Gijón, donde le vi, una de ellas con los victorinos -tarde importante del ganadero, de Uceda y El Cid no ha cogido vuelo por la impostura de los vicios relatados con anterioridad- me hicieron reflexionar estas líneas tras comprobar que ni una sustitución, aun abriendo carteles-,ni una feria de postín. Todo ante tanta mediocridad.

Y el último estoqueador, por derecho, que nomina la profesión: matador de toros.

Forcé una edición especial de La Divisa en http://www.ondacero.... para preguntarle por estas mis inquietudes. No tiene desperdicio (recomiendo se escuche, analice y se saquen conclusiones claras): la dignidad ante la prostitución profesional, en esencia.

Para ser torero primero hay que parecerlo, en la plaza y en la calle. Uceda lo es.

¿Qué por qué torea lo que torea? La respuesta corresponde a otro negociado.

No sé si el de la crítica, la patronal, o como en otros casos, en el propio colectivo toreril. Un lujo, un derroche que aunque el G-10 pueda, La Fiesta lo acusa.

Dios proveerá. Uceda, leal a sus principios y convicciones.
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