miércoles, 31 de octubre de 2012

El cabreo de Ponce / Por Ricardo Díaz-Manresa



El cabreo de Ponce

Ricardo Díaz-Manresa
Fue en la Monumental Plaza México el pasado domingo. Inauguración de la temporada. Entradón. 40.000 personas en el Embudo. Al máximo de emoción e ilusión en Insurgentes. Todo preparado para una gran tarde. Y el consentido Ponce abriendo cartel y esperanza en una plaza en la que tanto ha triunfado.
Pero los toros de Xajay y el maldito tango lo iban a estropear todo.
Cumple Ponce en el primero. Puede hacer poco en el cuarto, en cuyo final pide regalar el sobrero, antes y después de matar muy mal, uno de los agujeros de Ponce.

Y llega lo que llega. El Xajay es feo a rabiar, tiene la presencia escasa para una plaza que, sorprendentemente, admite toros así, más chicos que en otras plazas mexicanas, toros que en las de primera de España no pasarían.

Y el público se encrespa nada más verlo salir y comienzan las protestas contra el toro o el queridísimo Ponce, más bien lo primero ya que el espada estaba haciendo un regalo. Pero hay regalos que no gustan igual que hay cariños que matan. . No sólo protestas de voz sino de almohadillas que sin parar van cayendo al ruedo ante el manifiesto cabreo del torero español, que pone cara de no entender nada. Siguen las almohadillas, cada vez más. Llenan parte del ruedo. No paran de caer. Es difícil picarlo y banderillearlo sobre esa alfombra adversa. Pero lo hacen.
Ponce intenta torearlo pero no puede porque el toro no vale un duro y el torero tiene cada vez menos ganas, su enfado es cada vez mayor, sigue sin explicarse nada, el público deja la plaza a chorros, continúan los gritos al viento y las almohadillas al aire que se posan suavemente en la arena. Es un problema sin solución. La irritación de Ponce deja paso al abatimiento. Los subalternos le animan. El no expone un alamar al matarlo y lógicamente no deja de oir protestas.

He visto a Ponce en muchas de sus muchísimos corridas de su vida de tantas temporadas en todos los ruedos del mundo. Nunca así con cara de no comprender nada, de pasar del cabreo a la irritación, del mal humor a la cara descompuesta, de la impotencia a un abatimiento profundo. Para completar la escena sólo le faltó llorar. Nunca lo vi tan decaído, tan fuera de su impar manejo de todas las situaciones, tan lejos de ser el dueño del ambiente y llevarlo porque donde quería o convenía.
Se fue para la barrera en un ambiente desolador y ahí la tele del canal menos –qué falta de profesionalidad- cortó y no pudimos ver el final de lo insólito ni su salida de la plaza. Para una vez que tenían algo interesante…¡Vaya detalle que culmina con la aburridísima y repetidísima programación con la que torturan al abonado! Es como ver la misma peli mil veces. Se preocupan poco o nada en la renovación y en atraer el interés del aficionado. Supongo que tendrán bajas a montones. Están mal.

Mal como Ponce en las declaraciones poscorrida. Es inexplicable que protestaran a ese toro. No Enrique Ponce, es muy explicable. Lo inexplicable es que animales así salgan en la plaza más grande y, por tanto, más poblada del mundo. Y además hay que ir pensando alguna vez en dar al público lo que pide y no seguir siempre con la misma rutina. Llevas varias Fallas y otras ferias fallando con el ganado y sin cortar una oreja. Tras matar en tu carrera casi de todo, no te puedes empecinar, también tú, en toros de cinco o seis ganaderías nada más. Los juampedros, los zalduendos y todos los de la fábrica te pondrán dar alguna alegría, muchos más disgustos y, desde luego, irritar al aficionado como te irritó a ti en la inauguración de la temporada mexicana ese público que siempre te ha querido tanto.

Y después no vas a Madrid porque no te quieren como antes. No sé, pero nunca he visto una escena y una protesta en Las Ventas como ésta. Acuérdate de Madrid, que piensa mucho en ti.

Y piensa también que estas situaciones se pueden corregir con unos veedores que también piensen un poquito en el público. Y viene al pelo lo que pedía en mi artículo anterior “No hay como hacer las cosas a su tiempo”, en el que, entre otras cosas, pedía toros auténticos, no mastodontes. Toros con movilidad y fuerza, con bravura. Igual es que el público se cansó esa tarde de ver esos toros del gran aburrimiento en tardes de aburrimiento supremo. O, para ser exactos, de actuaciones grises como el plomo.
Ponce no está en los once próximos carteles de la gran temporada. Quizá si lo esté en la del 5 de febrero y pueda sacarse la espina. Y entonces piense que no siempre tienen los demás la culpa de todo. Que esto va mal y hay que enderezarlo.
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