LA SAPIENCIA DE MIGUELIN
Jesús Cuesta Arana / EL SUR DE LUCES
Pintor y escultor
Está la Historia del Toreo –a lo largo y a lo ancho– cuajada de toreros sabios. Entendida la sabiduría como conocedor absoluto del oficio y todos sus vericuetos. Se ha escrito una infinidad sobre la carencia de método de los toreros con arte. Paula, por ejemplo, abomina de la palabra técnica, aduciendo que sólo sirve para los oficios mecánicos. Cierto es que el dominio, la maestría en grado sumo o la pregonada difícil facilidad, despinta al toreo de emoción y el gran público no percibe el riesgo que siempre conlleva ponerse frente a un toro. Es algo connatural. De modo que el toreo con duende siempre levanta pasiones. El torero asistido por la sobrenaturaleza interior es una constante aventura del espíritu.
A Miguel Mateo “Miguelín” como a Joselito el Gallo, también lo parió una vaca brava. Tenía un misterioso sentido para ahondar en la “sicología” del toro. Sabía con los bueyes que araba. Ha sido uno de los pocos toreros que casaba eso de la depurada técnica –entre comillas– con la emoción.
Más que un torero hondo era largo, largísimo. Enciclopédico porque dominaba y abarcaba todas las suertes del toreo de pe a pa. En banderillas –su santo y seña–, pocos toreros en la historia le mojaron la oreja. Con el capote y la muleta era sumo pontífice. Un portento. Se fue inédito de cornadas graves, sólo varios percances sin historia se dibujaron en sus cueros. Una clara demostración de su poderío y mando en plaza. Sus fabulosas facultades no le impidieron torear de buena ley; por eso calaba pronto en los tendidos. Hay toreros –siguiendo a Gregorio Corrochano– que saben lo que hacen y otros hacen lo que saben. Está claro que el torero de Algeciras –con raíces murcianas– se alistaba en el primer grupo. Una vez oí decir a Pepe Cabrera (de imposible olvido) el fundador del Museo taurino de la Línea de la Concepción, que Miguelín conocía al toro mejor que a sí mismo ¡Qué gran verdad!
El toro es un medio donde el torero se expresa con arte. El artista torero da todo lo que tiene por dentro como dejándose el cuerpo atrás, suspendido en el aire. Una filosofía poética con numen belmontino. Mientras más conocimientos se tengan de los rumbos y querencias del toro más sublime es el torero; aunque el arte esté o derive hacia otra dimensión. El insigne Pepe Luis Vázquez abundaba en la creencia de que el toreo de arte tiene que tener miedo, ya que actúa como revulsivo, como forma de superación. En un dicho muy propio: el torero debe conocer bien el percal.
Va una anécdota ilustrativa sobre el asunto .
Año 1961. Plaza de toros de la Perseverancia de Algeciras. Miguelín actúa como único espada. En un burladero atento con la mirada fija en los chiqueros. Sale el segundo toro creo recordar. El que esto escribe –un niño de pantalón corto– estaba en barrera a escasa distancia. Ya está el animal en la arena, en apenas unos segundos, está visto para sentencia por el matador.
El toro ( de Arcadio Albarrán tirando de la hemeroteca, veintinueve años después) tenía trapío, buenas hechuras, ofensivo de cuerna y fulgurante de salida. Desde el tercio el peón de confianza –creo que era Antonio Duarte– se dirige al matador:
– Maestro, ¿dónde le pongo en suerte al toro?
Miguelín con claro gesto de contrariedad le respondió como un rehilete:
– Pónmelo a donde yo no lo vea.
Así era Miguelín. Si más palabras.
Con el tiempo, esta secuencia fue adjudicada a otros toreros y llegó a circular por los mentideros taurinos como un chiste. Pero había un niño que lo escuchó todo desde la barrera..
Le comenté en una corrida de toros en Algeciras a Rafael de Paula esta secuencia. Le hizo mucha gracia. Y se limito a decir el gitano de Jerez : “todo lo que lleva gracia tiene su gracia”. Una teoría de la emoción.
Escultura de Miguelín junto a la plaza de Algeciras
Miguelín con el matador ecuatoriano Fabián Mena al fondo. A la izquierda el banderillero Salvador Mateo, hermano del torero, seguido de Emilio Mera, el Sr. Armijo, pte. de la Peña "Miguelin" y el Niño Jaén. Por la derecha Antonio Duarte El Pota y el Comisario de Policía de Algeciras Antonio Latorre Instantánea durante el rodaje de la película El Relicario.
Otra película protagonizada por Miguelín
La foto de Miguelín en la playa rodeado de amigos con la vaca al fondo, creo pertenece a la película "El Relicario" y no a "El momento de la verdad". En la primera, dicha película termina con Miguelín toreando a la orilla del mar en una de las mejores secuencias de toros que se recuerda. Un saludo. Pablo Galán.
ResponderEliminarCierto es.La deliciosa escena de Miguelin toreando al novillo en la playa del Rinconcillo corresponde a la pelicula El Relicario.Un lapsus.Gracias Pablo por puntualizar..Un saludo.J.Cuesta Arana.
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