Hasta aquí todo bien, es la fiesta de los toreros,
pero luego hace falta el TORO /Fotografía La Loma/
"...Sin toro todo es simulacro, entiéndase toro íntegro y en plenitud para poder soportar el conjunto de la lidia. El amaneramiento al que se ha llegado, que cuenta como digo con infinidad de seguidores, ha convertido la Fiesta de los Toros en la Fiesta de los Toreros..."
INOCENTES:
NI FIN DEL MUNDO NI FIN DE LA FIESTA…
Antolín Castro
España
Pero casi. Los pronósticos no se hicieron realidad la pasada semana y nos alegramos por ello. Distinta alegría tienen esos otros pronósticos del fin de la Fiesta, pues sin saberse el día, cada vez está más cerca.
Hoy, en este día de las inocentadas, vamos a jugar a no hacerlas, aunque el sugerente titular nos invitaba a ello. Incluso, siendo sinceros, de lo que se trataba era de contar alguna mentira que confundiera a algunos a sabiendas de la falta de veracidad. Pero no lo voy a hacer, no hace falta. La propia situación de la fiesta ya vive una buena inocentada como para intentar aumentarla o inventarla.
Y lo peor es que tiene una serie de seguidores que jamás sabrán el daño que le han hecho, y le están haciendo, a la Fiesta. Un sector, el mayoritario y oficialista, se quejan vehemente contra los radicales del tendido siete de Las Ventas, que sin acertar siempre, por supuesto, exigen por encima de todo el toro, pero infinitamente más daño se hace no exigiéndole. Las últimas décadas son el testimonio y la prueba de cuanto aquí afirmo.
Sin toro todo es simulacro, entiéndase toro íntegro y en plenitud para poder soportar el conjunto de la lidia. El amaneramiento al que se ha llegado, que cuenta como digo con infinidad de seguidores, ha convertido la Fiesta de los Toros en la Fiesta de los Toreros. ¿Les parece poca broma?. Ven como no hace falta que me invente ninguna inocentada. Se ha cambiado el nombre a la fiesta y quienes lo han hecho se sienten felices. Es tanto como comer cordero asado viendo solo el caldo, oliendo su aroma y presentado, eso sí, con sus patatitas.
A esa presentación del cordero asado, todos sin excepción, lo llamarían una broma. Una inocentada que se tomaría de buen grado solo si te la dan en esta fecha en la que escribo. Pues trasladen el ejemplo al mundo de los toros y ahí todo es al revés: menos algún día suelto lo que nos presentan es la inocentada. Nos dan corrida de toros sin toro, aunque estén el olor y las patatitas.
Es imposible ser más inocentes y durante más tiempo. Una continuidad sin precedentes y un seguidismo igualmente sin precedentes. Y quieren que lo apoyemos todos para evitar a los antis. Por suerte, unos pocos en los medios y unos cuantos en las plazas dicen no a ese tipo de inocentadas. Y por un día que nos presentan el plato con el cordero, léase la próxima encerrona de Talavante, quieren que se pasen por alto el resto de los días. No señor, es al revés, sólo un día las inocentadas, sólo un día el traspiés, el truco, la broma. Otro gallo nos cantaría si así fuera.
La Fiesta con mayúsculas no ha llegado a su fin porque va finiquitándose poco a poco. Y si la lidia es algo más que una muleta, la fiesta es algo más que unas figuras y sus toros escogidos. Para que ambas, la lidia y la fiesta, sean ciertas y con futuro, necesitan de su principal protagonista. Por todo ello, desde estas líneas lo exijo. Que el año que termina sea el último donde en nuestra fiesta estén permitidas las inocentadas. Que salga el TORO encastado y esta fiesta y la lidia dejará de ser blanda e inocente para volver a ser lo que debe ser, lo que era.
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