lunes, 10 de diciembre de 2012

Mourinhismo era esto / Por Ignacio Ruiz Quintano


Aparición de Ringo Kid (John Wayne) en La diligencia

"...Si don Santiago Bernabéu… ¿Bernabéu?

–El padre de la patria madridista y el maestro de todos. En la España de hoy sería un hombre prohibido..."

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En la kermese de las rapiñas autonómicas, Valladolid le quitó a Burgos la capitalidad política y el prestigio del frío.

Hoy Valladolid tiene un equipo de fútbol en Primera y un estadio que el marketing turístico llama de la Pulmonía, aunque luego no dé ni para un constipado, y la prueba es que Djukic anda por la banda de Zorrilla con un jersey de lana sin renos ni copos de nieve.

Frío, queridos piperos, el de Burgos, en cuyo campo de “El Plantío” nació la leyenda del Butano: iba García metido en un plumífero de color naranja, y alguien dejó caer que parecía una bombona.

Pucela es plaza difícil, mas no fría.

–¡Esto no está tomado! –exclamó allí doña Concha Piquer, futura suegra de Curro Romero, en una noche de posguerra y abucheo.

Luego, en tarde de gran bronca en su “monumental, airosa y agradable” plaza de toros, Curro todavía exclamaría bajo la lluvia de las alomoahdillas, como un Gene Kelly de la memoria histórica:

–Con rasón desía mi suegra que esto estaba por tomar.

Bueno, pues mourinhismo es (también) ir al estadio de la Pulmonía y ganarle al sino del portero murciélgo y al hado arbitral del funesto Arminio otro partido-trampa de esta Independence League (¡la “Lliga”!) de Platini y Villar, garantes de las glorias deportivas del Barça y Gibraltar.

Si don Santiago Bernabéu… ¿Bernabéu?

–El padre de la patria madridista y el maestro de todos. En la España de hoy sería un hombre prohibido.

¡Un hombre prohibido!

Eso decía Ramón Mendoza de don Santiago Bernabéu en el 96, semanas antes del primer día del aznarato.

El padre de la patria madridista representa históricamente la excelencia desde el trabajo, y como consecuencia, ese orgullo que en Madrid, pasado por la zarzuela, recibe el título de chulería.

Pero en la dictadura de la “humildat”, Bernabéu estaría prohibido.

Mendoza fue la transición. Florentino Pérez, la refundación económica. Y la refundación deportiva es Mourinho, que aparece en el madridismo de repente, joven, insolente y providencial, como Ringo Kid (John Wayne) en “La diligencia”.

Esa imagen es su legado.

–Señorío es morir en el campo.

Que es lo que Jean Cau, levantado en armas contra el piperío francés, quiso decir en su famoso alegato:

–El presidente de la República que declare: “Si Francia es atacada, sea por fuerzas convencionales sea por la bomba atómica, preferirá, lo juro solemnemente, la muerte a la sumisión”, ese presidente haría nuestro país invulnerable. “Será mejor no atacar –dirá el enemigo– porque estos locos son capaces, ‘por honor’, de morir de verdad”.

Cau carga contra la moral de la burguesía (¡el piperío!) que asegura que “es mejor ser un perro vivo que un león muerto”, olvidando que el perro también morirá, y que el león, antes de morir, estuvo vivo, y fue un león.

A sus contradictores, tan curitas y tan maoístas, una peineta:

–Vuestras dialécticas imbatibles, vuestros discursos discutidores, vuestros tratados masivos y vuestros ordenadores no pueden nada contra aquello que, en mí, “quema” todas vuestras palabras.

Vale.

@Haiku_T

A BALÓN PARADO
La mitad de los goles recibidos por el Madrid, todos decisivos, vienen “a balón parado”, que es la forma pipera de llamar a las brevas que caen de la higuera que mece la madurez de Casillas. “Yo no le pido que pare las que vayan dentro –dijo una vez Di Stéfano a un portero suyo–, pero, por favor, no me meta las que vayan fuera.” Hughes sostiene que Íker ha sido siempre un genio de la cal. Por eso Del Bosque prefería a César y por eso Capello pensó en Diego López. Pero la “baraka” tiene razones que la razón no entiende.
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