viernes, 11 de enero de 2013

Encastes / Por Ignacio Ruiz Quintano


El Marqués de Saltillo

“Desengáñese usted, don Eduardo; en España ya no quedan más que dos ganaderías de postín, la mía, de toros mansos, y la de usted, de bueyes bravos”.

(Saltillo a Miura)

Ignacio Ruiz QuintanoAbc
    En lo que un doctor Bacterio inglés asegura poder clonar a Messi (a condición, eso sí, de repetir la alimentación de La Masía y las votaciones del Balón de Oro), unos sabios de la Pompeu Fabra, señores Solé, Calafell, Comas y Bertranpetit, podrían tener acorralado al bosón de Higgs de la catalanidad, a base de colocar cada apellido catalán frente a su propio espejo genético.
    –¿Cuántos padres se encontrarán el Día del Juicio sin descendencia? –era una sorna de Quevedo.
    Pues eso. Como el Día del Juicio Nuestros Señor cogerá a las ovejas y las pondrá a su derecha y cogerá a las cabras y las pondrá a su izquierda, así los señores Bertranpetit, Comas, Calafell y Solé cogen apellidos catalanes, los cotejan con el cromosoma “Y” del portador… y a separar.
   
Cincuenta varones por apellido.
    Ya van por las 2.500 muestras, según una noticia de “Diálogo Libre”, pero buscan voluntarios para Llach, Oriol, Rexach…
    Podríamos estar ante un bombazo como el desatado por la conferencia “Normas para el parque humano” del filósofo Peter Sloterdijk, que reclamaba una revisión genética de la humanidad, lo que llevó a Habermas, ayatolá de la socialdemocracia europea, a dictar contra el conferenciante una “fatwa” como la del periodismo global en español contra Mourinho por revisar el estatuto del funcionario de Casillas.
   
No sé.
    
Yo de estas cosas de los encastes sólo había oído hablar en los toros.
    –¿Usted es partidario de cruzar? –preguntó Corrochano al conde de Santa Coloma.
   
–Mucho; muy partidario; creo que la sangre hay que renovarla para que no degeneren las razas.
   
Y se cuenta (contaba Pérez de Ayala) que el marqués del Saltillo dijo a don Eduardo Miura:
“Desengáñese usted, don Eduardo; en España ya no quedan más que dos ganaderías de postín, la mía, de toros mansos, y la de usted, de bueyes bravos”.
   
Si los señores Solé, Calafell, Comas y Bertranpetit fueran a los toros, ahorrarían un dinerillo al CSIC, aunque entonces ¿para qué querríamos el CSIC?
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