martes, 12 de febrero de 2013

La epopeya de "Fortuna" en la Gran Vía madrileña

"Fortuna", entrando a mataren la Gran Vía

En la mañana del día 23 de enero de 1928 un grupo de vaqueros conducía hacia el matadero un grupo de más de diez reses destinadas al sacrificio. Uno de esos toros, grande y bien armado, se escapó del grupo acompañado de una vaca y se dirigió al centro de Madrid. El toro, que iba sembrando el pánico a su paso, bajó t hasta entrar en la Gran Vía ante la sorpresa y el pánico general. Los viandantes huían, tropezando unos con otros, metiéndose en portales y poniéndose a salvo del animal, que frenó su carrera frente al Casino Militar de la Gran Vía. Los gritos de la multitud alertaron a Diego Mazquiarán "Fortuna", que paseaba por la Gran Vía con su esposa. Y allí fraguó su epopeya

Taurología.-Todo el mundo recuerda como en enero de 1928 –día 23, por más señas—Diego Mazquiarán “Fortuna” inauguró improvisadamente la temporada taurina de Madrid, en medio de la Gram Vía. Se trataba de un día festivo, por celebrarse la onomástica del Rey Alfonso XIII y las calles madrileñas estaban adornadas con colgaduras, banderas y mantones, hacía frío y a las 11 horas el matador “Fortuna” inauguró la temporada taurina en la Gran Vía de Madrid. Las crónicas de la prensa reseñan, además, que era un día frío cuando un toro y una vaca, del hierro del ganadero Luis Hernández, se dirigían hacia el Matadero, junto a una unta de ganado que había pasado la Inspección Sanitaria de la carretera de Extremadura. A la altura del paseo de la Virgen del Puerto ambos escaparon de la manada y corrieron por la cuesta de San Vicente, plaza de España, calle de los Reyes, Corredera baja de San Pablo y calle de Valverde hasta llegar a la Gran Vía, hiriendo gravemente a dos ancianos, a un ordenanza de la comisaría del Hospicio y arrollando cuantos obstáculos encontraban en su camino.

La vaca fue pronto inmovilizada gracias a una soga que llevaba atada en el cuello, pero el toro prosiguió su camino por la acera derecha, patinando entre los baldosines, hasta que se encontró de frente con el diestro Diego Mazquiarán “Fortuna” que, utilizando su entallado abrigo como muleta, lidio a la vez con el toro y contra algunos jóvenes que consideraron la ocasión propicia para ensayar sus propios lances.

Al grito de “¡Traedme un estoque!”, le fue entregada al torero una espada demasiado endeble para la faena, procedente del cercano Casino Militar. Pero un chofer se prestó para ir a casa del maestro, situada en el número 40 de la calle de Valverde, a por sus trastos de matar. Quince minutos duró la faena del diestro mientras los espectadores pasaban del sobresalto al entusiasmo por ver una corrida de toros en lugar tan atípico. “Fortuna”, maestro del volapié, igualó al toro y clavó tres cuartos de su estoque sobre la res que malherida, emprendió una precipitada carrera que fue perseguida por su oponente hasta realizar su descabello.

La revista “Nuevo Mundo” lo reseña en estos términos: “Quince minutos tardan en traérselo [el estoque]. Y mientras, Fortuna entretiene, burla y sujeta al toro, evitando que haga nuevas desgracias, que siembre el pánico en la ciudad. Y cuando Fortuna empuña el estoque y fija a la res y la hiere certero, y luego, con un descabello, la hace rodar inerte, mientras esto ocurre, la multitud se olvida de su pánico. Y las mujeres en los balcones, y los hombres en la calle, no sienten miedo ya. De ciudadanos atemorizados se han convertido en espectadores…”.

“Fortuna” fue aplaudidísimo y vitoreado desde balcones, ventanas y aceras. Las dependientas de una cercana casa de modas le pidieron que cortase una oreja al toro; a continuación fue levantado en vilo por la gente y paseado triunfalmente por las calles, hasta el café Regina de la calle de Alcalá.

La noticia tuvo repercusión internacional, siendo portada en varios periódicos en Italia y Francia. Como se ve, el ilustrador francés situó la acción en plena Andalucía, llamando mucho la atención los trajes que imagina como típicos madrileños. El italiano en cambio sitúa la acción en Madrid, aunque toma como escenario lo que parece ser la Calle Alcalá.

El protagonista

Diego Mazquiarán Torrontegui “Fortuna”, era natural de Sestao (Vizcaya), donde había nacido en 1895. Ya los quince años empezó ensayándose, en calidad de espontaneo, en varias corridas de Bilbao, rematando estas faenas en la cárcel. Con su amigo y compañero Tomás Gutiérrez, viajaba en busca de su oportunidad en los topes o sobre los techos de los trenes. Fue en la estación de Valladolid, cundo trataban de llegar hasta a Sevilla, cuando al tirarse a la vía para cambiar de tren ninguno de los dos vio venir a otro que circulaba en dirección contraria; Tomás cayó bajo las ruedas del convoy mientras Diego era empujado fuera de la vía por la máquina, resultando ileso en el terrible accidente. Alguien, de entre los que presenciaron el suceso, apodó al muchacho “Fortuna” por su buena suerte y este fue su alias desde entonces.

Usando mucho la mano izquierda en sus faenas, que siempre inaugura con naturales, entra con el estoque “sin paso atrás” dejándose caer según usanza clásica de buenos matadores. Así comienza su carrera como novillero en la ya desaparecida plaza de Tetuán (Madrid) en el año 1914, firmando seis corridas al precio de 50 pesetas, cada una.

Su fama iba en ascenso y los contratos se multiplicaban haciendo elevar la cotización de sus corridas, a la vez que su carácter pendenciero; así en julio de 1915 es detenido por emprender a capotazos y mamporros con una mujer, en la calle Santa Isabel de Madrid.

“Fortuna” toma la alternativa, tras una fulgurante carrera como novillero, el 17 de septiembre de 1916 de manos de Rafael Sánchez “El Gallo”. En los carteles aparece junto a “Joselito”, “Belmonte” e “Ignacio Sánchez Mejías”, entre otros afamados toreros. Su carrera está jalonada de cogidas graves, corridas en América y más detenciones por agresión en la vía pública.

Cuenta M.R. Giménez en “Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la Villa” que ya en el año 1927 la carrera de “Fortuna” va decayendo, a la vez que sus disputas con diversas personas siguen en aumento; así en noviembre de ese mismo año, pocos meses antes de su heroica gesta en la Gran Vía, es detenido y acusado por escándalo en la vía pública y desobediencia a la autoridad. Pero llega el 23 de enero de 1928 y es convertido en el héroe de la Gran Vía, por lo que recibe la Cruz de Beneficencia de manos del diestro Nicanor Villalta en la corrida de la Asociación de la Prensa, donde además de torear cortó una oreja.

Sin embargo, cinco años después el torero vizcaíno enferma y a partir de ese año tuvo que ser ingresado en diversas clínicas especializadas debido a un problema que, por lo que parece, acarreó durante toda su vida hasta que el día 2 de Junio de 1940, fallece en la ciudad de Lima (Perú) víctima de una grave enfermedad mental.

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