JOAQUÍN ALBAICÍN
Querido Antonio:
La noticia de tu partida me sorprende lejos y me deja sobrecogido. Me vienen a la memoria nuestras tardes-noches de copas, risas y divagaciones sobre arte, sobre bohemia y sobre todo lo divino y lo humano en “Volapié”, y se me encoge el alma de saber que se acabó.
Nunca olvidaré tu trato a todas horas cariñoso, generoso, jovial e inteligente. Y, como sigo creyendo que -aunque los que aquí nos quedamos lo llevemos mal y seamos a quienes se nos saltan las lágrimas- eso de morirse es, en el fondo, poco más que irse a hacer temporada a otra parte, te mando –en el pico de una paloma mensajera- estos versos de Luys Santa Marina:
“Cuando esto se acabe, volveré a mi vida.
Ya no sé lo que de ella quedará:
Mas no podrá faltarme cielo arriba
Y tierra para andar…”
¡Ojalá gusten a Caronte!
Y con los versos te mando, claro está y no hace falta que te lo diga, un abrazo muy fuerte… Y muy dolorido.
Hasta pronto, amigo.
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