viernes, 22 de marzo de 2013

Grandes momentos del antiturinismo en Valencia. Los premios


Fatty Arbuckle

"...El hecho de la inexistente presencia de un solo toro digno de tal nombre frente a las firmes muletas de los premiados no empequeñece en nada la categoría de sus triunfos merecidísimos, puesto que el toro es, justamente, lo que más suele estorbar para que se produzcan esas eclosiones de arte inmarcesible que llegan prendidas en los vuelos de las telas de estos héroes..."

José Ramón Márquez

Ya se acabaron las fallas y ahora vienen los premios, que es el Tío Paco con las rebajas, como quien dice.
Si los que dan los premios fuesen serios y mirasen las oportunidades, y aprovechando que andan por Madrid los de la Peste Olímpica le hubieran dado a Morante el premio de los 100 metros lisos de persecución en plaza, que la escena del juampedrillo correteando como un perrillo juguetón detrás del de La Puebla, que recuerda un montón a las carreras de Fatty Arbuckle en la época de la Keystone, sirve de perlas para promocionar la práctica del deporte entre las personas que no tienen lo que se dice una complexión atlética.

Perdida la ocasión de otorgar ese merecido premio de promoción del atletismo por libre, lo demás no deja de ser lo previsible. Se premia a un multimillonario grupo mexicano y a un empresario. En estos turbulentos tiempos es lo suyo, que no hay que echar leña al fuego. Premio a los mexicanos por vía de Morante, mejor faena del ‘ciclo’, como dice el de la tele, y premio al empresario por vía de Luque, de triunfador de la Feria. Y así por boca de asno se ha acabado premiando la munificencia de Simón Casas y reverenciando a ese becerro de oro que representan los Espectáculos Taurinos de México. Ambos se han repartido amigablemente y sin discusiones esos premios que tanto bien hacen a los premiados y tanta alegría producen a los que acuden a la entrega de los mismos.

El hecho de la inexistente presencia de un solo toro digno de tal nombre frente a las firmes muletas de los premiados no empequeñece en nada la categoría de sus triunfos merecidísimos, puesto que el toro es, justamente, lo que más suele estorbar para que se produzcan esas eclosiones de arte inmarcesible que llegan prendidas en los vuelos de las telas de estos héroes. A mí, que soy más de detalles, a la hora de otorgar mis premios no se me van de la cabeza ni la cara de mala leche de Luque ni las hechuras de José Antonio trotando por la Plaza, con ese tomo de pelo en la cabeza, con esas patillas, con esos mofletes, acosado por el torillo que le daba topecillos con el testuz en las nalgas.

Y si la gente, al decir de los revistosos, se divirtió de lo lindo con Díaz y Fandi, que incluso fueron capaces de la heroicidad de vender todos los billetes, ¿por qué no les premian a esos? Ahí es donde está la pista para ver que aquí hay una mano negra.
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3 comentarios:

  1. ¡Que antitaurino y que mal aficionado es Vd.!

    Y que mal gusto y que mal estilo de demuestra al cachondearse del accidente sufrido por un torero al descabellar. Estuvimos al borde del disgusto, pero eso, claro, a Vd. no le importa. Por lo visto, lo que a Vd. le preocupa es el físico de los toreros.

    ¿Criticaba también las piernas de Belmonte o el exceso de kilos de Rafael Ortega?

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  2. Antitaurino es el que no se anuncia con toros. Muchos querríamos ver a Morante hacer sus cosas con una auténtica corrida de toros y no con esos pobres toros que no se sabe si dan más asco que pena o más pena que asco. Las monas, al circo.

    Asacensio.

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  3. Lleva razón Ascensio. Se proclama buen aficionado el que aplaude a Morante en un simulacro de toreo al serlo con un becerro enano. Muy bonito, muu artístico pero estamos hablando de una corrida de toros en una plaza de primera -debería ser descendida de categoría-. La forma física y el decoro en la plaza también es exigible a los toreros por respeto a su profesión y al público, y entiendo que no es Ascensio el que se mofa de Morante por su aspecto, sino que es el propio torero el que irrespeta a los espectadores por presentarse fuera de tipo, regordío y fondón, y con esa madeja de pelo que hace bueno el pelucón de Clemente Luguillano. Menos mal que cuando huyó del torillo, este le iba acarariciando los glúteos con el hocico sin dar un derrote a la presa fácil que era el cuerpo de Morante por su deficiente forma física.

    El que Morante sea el único torero al que se le puede ver sin toro delante, por vulgaridad de los demás, eso no justifica estos desmanes que suponen las becerradas en ferias importantes; eso es un fraude, por mucho que las locas y huecas gocen con sus suspiros y delirios.

    José Ramón Márquez ha escrito con razón y buen criterio.

    Saludos.

    Pepe Colmenar

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