PASEILLO, de Lake Price |
Plácido González Hermoso / Los Mitos del Toro
Cuando una persona acude a una Plaza de Toros a presenciar una corrida, sea aficionado o simple espectador, el primer acto formal que presencia, aparte del bullicio bullanguero y colorista de los tendidos, es el conocido con el nombre de “despejo de Plaza”.
El cometido de “despejar la plaza”, modernamente, lo realizan dos Alguacilillos, a veces uno solo, avanzando en sus corceles hacia la Presidencia de la Plaza, a quien piden el correspondiente permiso para que comience el espectáculo y, tras obtenerlo, recorren el perímetro del albero en direcciones opuestas cada uno, hasta llegar a la puerta de cuadrillas para dar comienzo al “paseíllo”.
En él se integran, a modo de abigarrada y solemne procesión taurómaca –además de los toreros, banderilleros y picadores-, una serie de personajes de variado rango, diferentes profesiones y peculiares cometidos, que bien merecen le dediquemos un poco de nuestra atención, siquiera porque la labor que realizan es necesaria para el buen desarrollo de la “corrida de toros”.
“Rompiendo Plaza” o, si lo prefieren, encabezando la variopinta comitiva, van los mismos dos Alguacilillos que anteriormente habían realizado el “despejo de Plaza”, seguidos de los tres matadores, sus nueve banderilleros, seis picadores con sus mozos de caballos, conocidos como “chulos” o “mono-sabios”, varios areneros y dos tríos de mulillas para arrastrar al toro, asistidas por los mulilleros correspondientes que cierran el cortejo. Leer más...+
Despejo de Plaza 1790 de GOYA |
Con motivo de la nueva llegada a Madrid del francés José I, el 15 de mayo de 1810, tras ser reparada la plaza de la Puerta de Alcalá de Madrid, se celebró la primera corrida el domingo 24 de junio, corriéndose diez toros que fueron estoqueados por Jerónimo José Cándido, Juan Núñez “Sentimiento” y “Curro Guillén”, tres cada uno y el último por el media espada Lorenzo Badén. Como nota curiosa, y aún cuando era costumbre, el paseíllo se hizo por este orden, primero los soldados que practicaron el despejo, luego los alguaciles de golilla, los toreros, picadores, dos perreros con sus seis alanos cada uno, el chulo con la “media luna” y otros con las banderillas de fuego. Tras los areneros y las mulillas, salió el “Verdugo de la Villa”, montado en un burro, que era el encargado de leer las advertencias y sanciones para aquellos que “….arrojasen piedras, palos o animales muertos a los lidiadores, provocaran reyertas, etc…”.(1)
El acto de “despejo de plaza”, practicado por los Alguacilillos, actualmente es un puro formulismo que ha quedado como una reminiscencia de la costumbre secular practicada en todas las plazas, para que las personas que invadían y paseaban por el ruedo, antes del comienzo de la corrida, lo despejasen y ocupasen sus localidades.
Granada, 1764 |
ALGUACIL, de Lake Price |
II Conde de Villamediana |
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