martes, 2 de abril de 2013

“EL JULI” Y NUESTRA ESPERANZA EN EL 21 A / Por José María Moreno Bermejo


El Juli en su primero / Foto EFE

"...Para que el señor, el aficionado, colme a “El Juli” de agradecimiento por la utilización adecuada de sus talentos, debe el torero arriesgar más en sus “inversiones” en los cosos. Debe negociar sus capacidades con toros de verdad, siempre. Si desea que el señor, el aficionado, lo llame para ponerlo junto a él en el primer puesto de su cohorte, debe lidiar con seriedad a sus toros; adecuar las varas a las necesidades del burel, sin masacrarlo para que sea dócil en la muleta..."

“EL JULI” Y NUESTRA ESPERANZA EN EL 21 A

José María Moreno Bermejo
Presidente de FACULTA
Y el señor, al dejar su hacienda, depositó en sus empleados parte de sus bienes para que fueran negociados y acrecentados durante su ausencia. El más cauto de ellos, pensó: -No arriesgaré los talentos en negocios; podrían ser ruinosos y el señor me lo afearía. Los depositaré en el prestamista, que me dará réditos y tranquilidad. El más temeroso, no fió siquiera de los usureros; pensó: -Pueden arruinarse y dejarme sin los talentos que el señor me encomendó. Los depositaré bajo tierra y los devolveré intactos. Un tercero, capaz y consciente, negocio debidamente con el dinero que el señor le encomendó: -La confianza que ha depositado en mí el señor, merece mi mayor dedicación e inteligencia. He de devolverle sus bienes debidamente acrecentados.

Los talentos del toreo los reparte el Señor graciosamente con el fin de que cada uno de sus fieles los administre debidamente. Mas no todos obran como el tercer empleado del señor de la Parábola; no, desde luego. Fijémonos en un torero al que Dios dio muchos talentos: Julián López “El Juli”; y meditemos sobre si la administración de los mismos es, hasta ahora, la que de Su generosidad espera El Señor. “El Juli” administra con cautela sus capacidades sin pensar que será sobre ellas sobre las que se le pedirán cuentas. No basta con ser torero ecléctico; poderoso, sin duda; versátil y dominador; luchador y entusiasta. Son muchas las virtudes de la capacidad torera del joven madrileño; muchas y muy destacadas. Sin embargo…

Para que el señor, el aficionado, colme a “El Juli” de agradecimiento por la utilización adecuada de sus talentos, debe el torero arriesgar más en sus “inversiones” en los cosos. Debe negociar sus capacidades con toros de verdad, siempre. Si desea que el señor, el aficionado, lo llame para ponerlo junto a él en el primer puesto de su cohorte, debe lidiar con seriedad a sus toros; adecuar las varas a las necesidades del burel, sin masacrarlo para que sea dócil en la muleta. Obligar a sus picadores a que piquen arriba y en el morrillo, sangrando sólo lo necesario; templando la embestida con la vara que retiene, mide y ahorma; evitando el choque contra la muralla del peto. Y todo, después de haber puesto en suerte al toro en los terrenos adecuados para que el picador pueda lucir su arte dejando ver la bravura del toro. Evitar exceso de capotazos, cambios de terrenos innecesarios; espavientos, ruidos y movimientos sin sentido.

Y la muleta sirve para templar a un toro que se mueve y ataca; primero hay que lidiarlo, con mando y con adecuada técnica. Luego, templado en movimiento y agresividad, el torero debe dar lucimiento al toro revelando su bravura o su casta; y esto ha de realizarlo con verdad, acercándose poco a poco los pitones del burel para que vea el señor, el aficionado, que ha invertido bien sus dineros aún arriesgando en el paso del toro que desea quitarle los talentos que le dieron. Ha de ver el aficionado que el toreo sincero, el verdadero, ese que sólo pueden realizar los tocados por el amor del Señor, se realiza con capacidad, serenidad y oficio. Luego está el “arte”; del que pocos son dotados. Pero la verdad, la sinceridad y la hondura, pueden suplir la poquedad de ese sublime bien del toreo. Y es que el que se entrega con verdad, si además está en posesión de la capacidad necesaria, no necesita esmerarse en otras virtudes; éstas nacen solas, en su sinceridad. Cite a distancia; cuerpo erguido; “enfrontilado” al burel para que la muleta, mandona, cambie el curso de la embestida apenas antes de rozar los pitones la seda que viste de liturgia al lidiador en el rito eterno; mano suave que desciende siguiendo el giro de la dócil cabeza armada, que deja en su remate la bamba del engaño, mandón, allá en el fin de la cadera…; listo para el próximo encuentro; desechando curvas que alargan y alejan el camino marcado por un pico ruin que alivia el “canguelo”…

El 21 de abril estará en “La Maestranza” “El Juli” con dos miuras. Puede y debe negociar sus talentos de la forma en que el señor, el aficionado, espera de él. No nos defraudes, Julián. Miuras para lidias adecuadas, varas medidas y en su sitio; “pata pa lante”; verdad sin espavientos; no nos venda réditos baratos; dénos la verdad eterna del toreo sincero y ecléctico. Usted puede; de usted depende. El nº 1, por condiciones, es suyo; pero debe hacerlo suyo, definitivamente, con la verdad; necesitamos un líder verdadero en el que confiar nuestros talentos, ¿quiere serlo usted? Convénzanos de ello el día 21/04/13. Los aficionados lo deseamos; le necesitamos, Julián. La confianza que ha depositado en usted el señor, el aficionado, merece su mayor dedicación, su verdad generosa. Usted, Julián, es capaz y consciente, como el tercer empleado del señor ¡Entréguenos los talentos que recibió, acrecentados!

Y que el día 21/IV/13, los aficionados podamos decirle: Gracias, torero.

2 comentarios:

  1. Hermano estoy de acuerdo contigo. Yo creo en Julian. Pepe Moreda

    ResponderEliminar
  2. Para creer en alguie tiene que ser Santo, por tanto tendría que ser San Julian.

    ResponderEliminar