domingo, 21 de abril de 2013

SEVILLA: El imperio del sol / Por Antonio Lorca



Manuel Díaz 'El Cordobés' realiza el salto de la rana con el primer toro de la tarde. / JULIÁN ROJAS

"...El presidente, Fernando Fernández-Figueroa, volvió a equivocarse porque, erigido en defensor de una pureza mal entendida, le robó una oreja a Padilla en su primer toro que solicitaba una mayoría suficiente de la plaza..."

"...Por cierto, que no se olvide: buena corrida de Torrestrella, bien presentada, brava, con las fuerzas justas y con calidad en la embestida..."

El imperio del sol
  • Buena corrida de Torrestrella, bien presentada, brava y con calidad.
  • El Cordobés destrozó las reglas de la tauromaquia, pero dejó intacto su prestigio popular.
Antonio Lorca / El País
Un día de feria, el sábado por más señas, los tendidos de sombra, reserva occidental y tradicional de la sapiencia, la esencia y el arte del toreo sevillano, pasa el testigo de su influencia a la zona de sol, gritona, bullanguera, festiva, entusiasta y triunfalista, que toma el mando de la tarde, jalea y anima a sus toreros y se lo pasa en grande. Ayer fue el día del imperio de la solanera, con un cartel de toreros populares, que casi llenaron la plaza, y se esforzaron por agradar a la parroquia, que tanto los quiere.

Pues hubo un señor en plaza que no lo entendió así. El presidente, Fernando Fernández-Figueroa, volvió a equivocarse porque, erigido en defensor de una pureza mal entendida, le robó una oreja a Padilla en su primer toro que solicitaba una mayoría suficiente de la plaza, aunque no toda; la sombra, por ejemplo, dejó los pañuelos en los bolsillos, pero el reglamento no dice que el primer trofeo deba solicitarlo toda la plaza, sino una mayoría. Se debe cumplir, entonces, aunque no nos guste. Es evidente que al señor presidente no le gustó Padilla, ni a este que lo es, pero había mayoría, con el sol al completo, y esa voluntad popular debe ser respetada. Una exigencia errónea deviene en una clara injusticia.

Ayer, y sin que sirva de precedente, mandaba el sol, y el presidente es el primero que debe respetar y aceptar esa realidad.

El caso de El Cordobés, por ejemplo, es digno de estudio. Es este un torero que llamó la atención por su buena concepción allá por sus inicios hasta que entendió que su público no le exigía tanta ortodoxía. Entre su simpatía natural, la escasa exigencia y el salto de la rana ha protagonizado una carrera tan respetable como vacía.

Ayer, en la Maestranza, contentó a sus partidarios, destrozó las reglas de la tauromaquia, y dejó intacto su prestigio popular. Intenta hacer las cosas bien, pero ya no se acuerda de cómo se torea como mandan las reglas. Su capote es una sábana colgada en un tendedero, y lo de la muleta es un horror, siempre al hilo del pitón, despegado, sin temple ni mando. No dice nada, a pesar de la euforia que levanta entre sus muchos partidarios.

Nobilísimo resultó su primero en la muleta y allí anduvo el torero como un pegapases cualquiera hasta que lo agotó. Fue entonces cuando tiró de repertorio, hizo el salto de la rana, tiró la muleta y el estoque y se desplantó de rodillas ante el animal entre la locura de los tendidos. Como es lógico, toda su labor la realizó en los terrenos de sol, y hasta allí, sin más miramientos, le llevaron el cuarto para que alegrara a los suyos. Otro toro noble y de calidad, y otra faena interminable de tirones, muletazos hacia fuera y aburrimiento letal. En esta ocasión se ahorró el número de la rana y el público silenció su labor. Para que se entere…

Caso distinto es el de Juan José Padilla. Será porque el año pasado se pudo relajar ante corridas menos duras que las que han jalonado su carrera, pero lo cierto es que se mostró como un torero más templado, con empaque y gusto en las muñecas. Se lució de verdad en las buenas verónicas con las que recibió a su primero, lo banderilleó dejándose ver y asomándose al balcón, y trazó muletazos limpios, largos y hondos por ambos a otro toro nobilísimo que dio pronto señales de agotamiento.

No fue la suya una faena de clamor, pero gustó a todos, y la mayoría pidió el trofeo para el torero, que el presidente negó en una clara transgresión de la norma taurina. Volvió a banderillear con precisión al quinto en dos pares al quiebro muy apretados, pero el toro llegó hundido al tercio final y no pudo reverdecer laureles. Ahí quedó, a pesar de todo, una más que buena imagen de un torero distinto.

Y ya se sabe que El Fandi centra su tauromaquia en el tercio de banderillas y ahí echa el resto, y bien que le acompañan los tendidos. Siete pares colocó y solo uno al sexto lo hizo de verdad, cuadrando en la cara del toro. Los demás, con excesivo alivio, lo que poco importa a los tendidos, también a la sombra, que aplaudieron con auténtico fervor. Sus dos toros se desinflaron en la muleta tras el duro esfuerzo al que el torero los sometió en el tercio anterior, y su labor fue mediocre, en un quiero y no puedo.

Por cierto, que no se olvide: buena corrida de Torrestrella, bien presentada, brava, con las fuerzas justas y con calidad en la embestida.

Torrestrella / El Cordobés, Padilla, El Fandi

Toros de Torrestrella, -el primero como sobrero-, bien presentados, cumplidores en los caballos, encastados, nobles y blandos.

Manuel Díaz El Cordobés: estocada caída (vuelta por su cuenta); estocada (silencio).
Juan José Padilla: estocada (petición mayoritaria y ovación); estocada (silencio).
David Fandila El Fandi: estocada (silencio); dos pinchazos y media (silencio)

Plaza de la Maestranza. 20 de abril. Undécima corrida de feria. Casi lleno.

Cartel para hoy: 

Matinal de rejoneo. Toros de Benítez Cubero, para Alvaro Montes, Joao Moura, Manuel Manzanares, Francisco Palha, Luis Valdenebro y Lea Vicens. 
Por la tarde, toros de Miura, para Rafaelillo, Manuel Escribano y Javier Castaño.

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