sábado, 20 de abril de 2013

Sevilla: El Juli: El drama y la gloria / Por Antonio Lorca


El Juli al suelo tras la cornada
  • El diestro ha sido intervenido por una cornada en el muslo derecho
  • Antonio Nazaré se cerró por dos veces la Puerta del Príncipe

El Juli: El drama y la gloria

ANTONIO LORCA  / El País
Sevilla 19 ABR 2013 -
La corrida que había despertado la mayor expectación de todo el ciclo ferial se convirtió por el azar del destino en un cúmulo de sensaciones. De la fundada esperanza de que El Juli corroborara su extraordinario momento como mandamás del toreo, a la desolación producida por una tremenda cogida que lo mandó a la enfermería y trastocó todos los planes; del drama de la fiesta a la gloria de toros y toreros, pues hasta cuatro toros de Victoriano del Río expresaron una exquisita nobleza y suprema calidad para el toreo de hoy, lo que provocó el triunfo de Nazaré y Manzanares. Y una sensación más: Antonio Nazaré tuvo abierta la Puerta del Príncipe por dos veces, y las dos se la cerró él solo. Mala cosa. Quizá, el suyo sea un triunfo amargo, porque demostró que es un artista, pero fue incapaz de dar ese aldabonazo necesario para salir disparado hacia el estrellato.

El toro lo mató Manzanares y el festejo quedó en un mano a mano imprevisto. Se acababa de romper el encanto de la corrida más esperada, pero, por fortuna, comenzó otra. He aquí la grandeza de esta fiesta. Mientras un hombre se pone en manos de los médicos con una pierna abierta, otros toros salen al ruedo para que sus compañeros compitan por la gloria.Imaginen la escena. Un día de calurosa primavera; la Maestranza de bote y bote con el cartel de “no hay localidades para hoy” en las taquillas. La ilusión, en las alturas. El Juli, con un vestido nuevo catafalco y plata (lagarto, lagarto…), y sale ese primer toro de Cortés, corretón y suelto, que no permite ni un solo capotazo largo. Es blando de remos y solo lo señala el piquero; huye en el tercio de banderillas y acude con un molesto cabeceo y sin emplearse. El Juli toma la muleta, y desprende, no se sabe porqué, una sensación de seguridad, de conocimiento, de técnica… Y con esos mimbres lo va metiendo en la franela. 

Ya en la segunda tanda, el animal echa la cara arriba y avisa que carece de clase. Al inicio de la tercera con la mano derecha, El Juli cita y un derrote imprevisto, seco e instantáneo lo levanta del suelo y lo lanza contra la arena; el torero da varias vueltas sobre sí mismo, el animal no hace por él, y cuando Julián se levanta busca con la mirada el auxilio de sus hombres que corren veloces hacia los medios. Se deja caer en sus brazos, ya con la cara lívida, y desde la grada se puede percibir que lleva el muslo derecho ensangrentado y sus gestos de dolor.

Y así fue. El destino, la suerte o la casualidad, quién sabe, quiso que la vida torera de Antonio Nazaré tuviera un antes y un después de la cogida de El Juli. Porque es con el segundo toro del lote del torero herido con el que Antonio alcanza ese triunfo soñado de las dos orejas en Sevilla. Duende era el nombre del animal, muy flojo de remos, pero de embestida templadísima en la muleta, a la que embistió incansable con fijeza y recorrido en una faena excesivamente larga. Nazaré lo había recibido con unos capotazos sin alma, y lo muleteó con mucho aroma, con elegancia, con esmero, pero sin contundencia. Tiene maneras de torero muy caro, pero carece de la osadía de los héroes. Su gusto es exquisito con el capote y en el toreo fundamental en el último tercio, muletazos largos y hondos, en tandas muy cortas —grave defecto— y en los adornos. Lo cierto es que le concedieron de manera benevolente dos orejas porque no dio el paso al frente que sus circunstancias exigían, porque no conmocionó a la plaza y porque no se rompió toreando. Toreó muy bien, pero ya está.

Algo parecido le ocurrió con su primero, otro carretón con las fuerzas muy justas y el arte en las entrañas. Demostró otra vez que su concepción está basada en la cadencia y el buen gusto tanto como en una aparente displicencia o conformismo. Tandas cortísimas todas, incapaces de calentar el ambiente. La ovación más sentida se la ganó el toro, y el cerrojo de la Puerta del Príncipe se volvió a echar.

Y una tercera oportunidad ante el sexto, otro merengue, que le permitió el lucimiento de los artistas. Brotaron de nuevo los muletazos hondos, la ligazón y el empaque, las trincherillas, los ayudados y los remates; y junto a estos destellos, la frialdad, la ausencia de enfado, y la posibilidad de la gloria a hombros volvió a esfumarse tras un pinchazo. Se impone, pues, una seria reflexión. Oportunidades como estas solo las aprovechan las auténticas figuras. Y ojalá estas palabras se las tenga que comer el que las firma.

Quedaba el quinto toro, —pues el primero de Manzanares fue un manso que se rajó pronto y no quiso pelea—, otro noble y, esta vez, muy encastado animal, que cumplió en varas, galopó en banderillas y embistió con dulce fiereza en la muleta, aunque solo por el lado derecho. Manzanares compuso una faena de menos a más en la que destacaron pasajes de toreo elegante, ligado y hondo. No quiso el toro embestir por el lado izquierdo, pero aún retaba al torero con mirada altiva momentos antes de su muerte. Faena de oreja y no de dos como pidió parte del público.

En la anochecida, El Juli adormecido por la anestesia; Manzanares, reconciliado consigo mismo, y Nazaré… Ay, Antonio, lo que puedes llegar a acordarte de la tarde en que un toro hirió a Julián López… El drama y la gloria.

Cartel para hoy: Toros de Torrestrella, —tres rechazados de los nueve presentados en el primer reconocimiento—, para Manuel Díaz El Cordobés, Juan José Padilla y El Fandi.

DEL RÍO-CORTÉS/EL JULI, MANZANARES, NAZARÉ

Plaza de la Maestranza. 19 de abril. Décima corrida de feria. Lleno de ‘no hay billetes’.

Cinco toros, -el tercero como sobrero-, de Victoriano del Río, correctamente presentados, astifinos, blandos, cumplidores en los caballos y nobles; rajado el tercero; segundo, cuarto, quinto y sexto, de enorme calidad en el tercio final. Y dos, primero y segundo -devuelto-, de Cortés, blando, manso y deslucido.

El Juli: cogido por el primer toro durante la faena de muleta.
José María Manzanares: media tendida y un descabello en el toro que mató por El Juli (silencio); estocada caída (ovación); estocada caída (oreja).
Antonio Nazaré: media y dos descabellos (palmas); estocada tendida (dos orejas); pinchazo y estocada (ovación).

Parte médico: ‘Herida por asta de toro en cara interna del 1/3 inferior pierna derecha con trayectoria ascendente de 15 cm. afectando músculo vasto interno y alcanzando paquete vascular femoral, provocando herida de vena femoral. Tras control vascular se realiza venorrafia con control satisfactorio del sangrado, revisión y hemostasia del lecho quirúrgico. Pronóstico grave’.

OVACIÓN: Nuevo éxito de Juan José Trujillo con las banderillas; sin duda, el triunfador de la feria.

PITOS: La reprimenda se le lleva ‘Ebanista’, el toro manso y desclasado que hirió a El Juli.

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