Esperemos con ilusión... y exigencia de autenticidad la feria de San Isidro "...Vestidos de ilusión y oro iremos a la plaza cada día, con la esperanza que pese más lo bueno que lo malo, aunque las dos cosas forman parte de la fiesta. ¿Ven como no hay que perder la esperanza? Terminada la feria habremos aprendido todos un poco más que lo sabido desde el año anterior..."
CON ILUSIÓN… Y EXIGENCIA
Antolín Castro
Con esa actitud hay que esperar la feria. Al margen de que gusten más unos carteles o no… hay que tener esperanza e ilusión. Pero la exigencia ha de estar presente para evitar que sea todo cómodo y un coladero…. Es la única manera de salvar los muebles, lo que nos queda.
San Isidro da comienzo en unos días y por la falta de renovación de abonos se puede adivinar un cierto desinterés hacia los festejos anunciados. Es verdad que hay crisis económica, pero la más dura y salvaje es la taurina. Un periodo brutal y demasiado duradero de comodidad extrema ha hecho de esta fiesta algo predecible y aburrido.
Cansados estamos de señalar los males internos, que no existiendo empequeñecerían totalmente a los externos, y hoy no lo vamos a continuar. Dejaremos a un lado cuanto de malo tiene lo que programan para agarrarnos a lo que quede de bueno en cada tarde. Una manera de ir con ilusión a la plaza. Es seguro que encontraremos algo por lo que acudir esperanzados.
Ya se que alguno dirá que es difícil mantener la esperanza cuando torean estos o aquellos, cuando se lidia aquello o lo otro, pero he de decir en voz alta que si se es buen aficionado, que no triunfalista, siempre encontrarás algo en cada tarde de lo que aprender, si no es posible nada de lo que emocionarte o enamorarte. Siempre habrá algo, eso es lo que distingue a un aficionado de la gente de paso.
Las entradas que se quedan vacías, sépanlo señores empresarios, son las que ocupan los ‘okupas’ de los tendidos. A ellos no les importa cómo funciona esto, solo la diversión que ustedes les han proporcionado, y les proporcionan, sin matices, basado solo en los triunfos fáciles, en las caras guapas de las figuras. Es decir, pan para hoy y hambre (la que hay ahora) para mañana. Los aficionados, en general, son esos que no fallan en las novilladas, incluidas las de fuera del abono, los que acompañan a los turistas en el verano. Esos son los aficionados. Es muy fácil verlo, pero no quieren verlo pues son prisioneros del sistema ya de por si manipulado e instituido.
Pues eso, los aficionados irán a la plaza cada día a vivir la corrida, el festejo del día. Y lo harán convencidos de que algo verán, aunque nada más sea, algunas veces, que el intento de fraude con la presentación del ganado o el toreo al revés; pero eso también es de aficionados, el identificar todo lo malo que intentan vender cada tarde. Ser aficionado es descubrir a cada segundo la grandeza, o la bajeza, a la que se puede llegar con el toreo.
Vestidos de ilusión y oro iremos a la plaza cada día, con la esperanza que pese más lo bueno que lo malo, aunque las dos cosas forman parte de la fiesta. ¿Ven como no hay que perder la esperanza? Terminada la feria habremos aprendido todos un poco más que lo sabido desde el año anterior.
Y si no pasamos a la final como el Real Madrid, al menos que haya sido habiéndonos dejado la piel en el intento de presenciar buenas tardes de toros, lo mejor del arte de torear, lo mejor de la bravura de un toro.
Con ilusión empezamos, otros serán los culpables de que se pueda quebrar. La exigencia ha de ser la compañera del aficionado para que no se quede en nada lo que nos ofrezcan.
Por tanto: Con ilusión... y exigencia.
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“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”. R. Pérez de Ayala
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