Paola acaricia la estaua de su padre Luis Miguel
"...Estatua de Luis Miguel con tan poco parecido al original. Se ve que tiene amigos en los responsables taurinos de la Comunidad o alguno en especial. Se merece el recuerdo, por sus méritos, muchos, y por ser de Madrid. Pero con otra obra mejor..."
La Avenida de las Estatuas
Ricardo Díaz-Manresa
Llegó Luis Miguel y ya la tiene. La estatua. En la explanada de las Ventas. ¿Explanada, Paseo, Avenida?. Se une a Antonio Bienvenida y el Yiyo –bien altas y que se ven bien- frente a la más grande de las Puerta del Toreo. Y al doctor Fleming, estatua tan utilizada para quedar. Nos vemos en la del doctor Fleming a las seis y media. Muchos sin conocerse se conocieron, se conocen y se seguirán conociendo allí. Es la costumbre de los abonados de regalar entradas cuando a veces tanto cuesta colocarlas. Los invitados suelen llegar simpáticos y se hacen amistades.
O se refuerzan. Muchos se ven de año en año delante de Fleming el genio, el curadolores, el sanaenfermedades de la Humanidad. El primer y gran médico de los toreros.
Ahora también está Luis Miguel, cerca, a pocos metros. E invitados e invitadores se podrán dispersar y estar más cómodos porque media hora antes están los justos, pero pasa el tiempo y aumenta la masa. La hora de la corrida está cerca y empiezan los nervios.
Pues en Fleming o Luis Miguel. E incluso en la Puerta Real o en la del Desolladero. Por supuesto –ahí sí que hay público esperándose- en la del Yiyo y también en la de Antonio Bienvenida. Altas, mirando al cielo, queriéndolo tocar, contrasta con la de Luis Miguel, a ras del suelo, como es desde hace años moda en Europa, al menos.
Estatua de Luis Miguel con tan poco parecido al original. Se ve que tiene amigos en los responsables taurinos de la Comunidad o alguno en especial. Se merece el recuerdo, por sus méritos, muchos, y por ser de Madrid. Pero con otra obra mejor. Se sabe que quieren que sea Luis Miguel porque pone su nombre a los pies. Pero ese no es el Dominguín más famoso. El torero mito tan dentro del ruedo como fuera. ¿O allí fue más con sus amoríos, sus ligues, sus aventuras?
¿Ponemos sólo a los de Madrid? Podría ser un criterio.
¿O a los más grandes? Otro a debatir. ¿Desde Joselito y Belmonte? ¿Los anteriores? Casi todos, grandes y menos, tienen sus azulejos en los pasillos. ¿Qué es más, azulejos o estatua? También podrían poner estatua a los que tienen azulejos y viceversa. De cualquier manera, o criterio claro o esto se les va de las manos.
Con tantas esculturas de toreros podríamos bautizar a los exteriores de la primera del mundo como la Avenida de las Estatuas y, ya puestos, el Pasillo de los Azulejos.
Y cuando se llene la Avenida y el Pasillo, que a eso vamos, ¿dónde los ponemos?
Total que quería escribir de la llegada en piedra de Luis Miguel la víspera de este San Isidro 2013, de que no le habrá gustado, de que merecía algo mejor, de que le han hecho justicia con este recuerdo, de que mucha gente lo va a ver todos los días (especialmente las fechas de toros) y que mejor recordar y homenajear que olvidar.
En Sevilla, empezaron con Curro, con Pepe Luis después (en peor sitio y menos solemne) y siguieron con la madre del Rey. Belmonte la tenía hace mucho en su Triana y , en el cementerio, Joselito.
Y como decía un guasón mirando a la de Curro Romero, en sus jardines casi pegando a la del Baratillo, ahora sí que se quedan quietos, hasta éste.
Sevilla, tan generosa siempre, premió a sus dos iconos –Pepe Luis y Curro- en vida. Como debe ser o mejor así.
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