lunes, 20 de mayo de 2013

San Isidro (2). Confirmaciones, figuras, follón, bronca y descalabro / Por Pedro Javier Cáceres



Pedro Javier Cáceres
Semana de ruptura con el relleno de cartelería telonero.
Se anunciaban confirmaciones (4), llegaban las figuras y cerraba el gran acontecimiento, sobre el papel, de la encerrona de Talavante con corrida de Victorino.

4 confirmaciones
Respecto de las confirmaciones, se programaron de menos a más en cuanto a vistosidad de las combinaciones.

Abrió fuego David Galván el lunes con la corrida de la Palmosilla que tanto daño por gayumbona, fuera de tipo, grande, cornalona, va a hacer a la feria sise la toma como espejo, por parte de la “ilustración” de lo que es el toro de Madrid…para ellos.

Corrida de nulo empuje. El 2º, sí tuvo cierto son, sobre todo por el derecho, y el 3º bondad monjil.

Sin lote propicio, Galván, mostró serenidad, seca, desnuda; valor natural… pero sin desparpajo. Cumplió mostrando buen concepto como oficio limitado para estos compromisos, pero se le vieron cosas y Madrid le respetó y proyectó que le espera.

Detalles de Curro Díaz, con un inicio de muleta para recordar, en ese 2º reseñado y tarde tristona de Fandi —muy incordiado por los de siempre— en el que destacó un soberbio par dando la espalda a chiqueros y todas las ventajas al toro.

Turno para López Simón el martes, con un encierro de Puerto de San Lorenzo:
un pupurri de hechuras y una virtud traicionera en algunos ejemplares: movilidad sin control. Iban, correteaban, acudían al cite como cosa loca, unos, destemplados, tal que el 6º; otros como el 5º, de embestida tonta.

La verdad es que para frenarles están los engaños de los toreros, tal que el 4º como hizo El Cid ganando otra batalla cuando hace tiempo le están dando por muerto.

Apretó los dientes para atornillar las zapatillas y someter por bajo, la única forma posible de reducir sus embestidas descompuestas. Generalmente ayudado por el estoque, para una vez aplacado el animal torear limpio y todo lo largo que permitían las reservas de un toro que se sentía podido.

No lo mató, pinchazo y trasera, pero aún mereciéndola no había ambiente de oreja por esos caprichos de Madrid y el mando dictatorial de un sector de la plaza.

Luque se tapó, nunca está mal, siempre cumple, muestra capacidad, pero… amontar pases no es ligar, el temple se le hace cuesta arriba y todo lo demás que responde a torear.

López Simón derrochó coraje y valor para reponerse de un atropello espeluznante al primer muletazo e irse a los medios, rodillas en tierra, y templar más de media docena de muletazos con aire bueno. Pasa con más que dignidad, un difícil compromiso.

Me gustó mucho Ángel Teruel, lo siento.
Ya se que hay discrepancias sobre si el toro de la confirmación, excelente de hechuras y calidad, fue de oreja, si estuvo por encima o por debajo del de Alcurrucén.

Le cogió muy bien el pulso. Muy puesto. Sereno, clásico, aislado de incordios, fue a lo suyo, a torear. Por las dos manos.
Un espejo digno del maestro de Embajadores, primera figura en su época, la de los toreros, ahora —al menos en Madrid— es época de gladiadores y carita de hambre.

No fue tarde de Castella, aun intentándolo todo y sin colaboración de su lote. Pero un torero que tiene los muslos partidos en esta plaza, que ha dejado de entrar en la enfermería con cornada para seguir en el ruedo venteño no es merecedor del grito destemplado de un fatuo “ya empiezas a engañarnos”.

Perera corta la primera oreja —a ley— y roza la Puerta Grande
Una explosión de autoridad es la que desplegó Perera con otro buen ejemplar, no fácil, de los Lozano. Con mucho sitio. En todas las distancias, quieto, bajando la mano y tirando. Templado. Le pidió mucho al toro y a él mismo.

Valor y cabeza para gestionar los cambios del 5º al dejarlo poco picado. La espada, le hurtó la oreja que se pidió por mayoría, creo, que suficiente, y aplazó la PG para el día 23.

Buena corrida de Alcurrucén, pese a quien pese. Un dato: 1º y 3º, de forma sonora, y 5º, con más sordina fueron protestados de salida por la “ilustración” y despedidos con honores de ovación por los aficionados que esperaron a testar el juego, conforme con sus espléndidas hechuras, y no se fijaron —o no dieron importancia— a la tablilla de pesos como preconcebidamente se había marcado la “yihad” para medio reventar el festejo y marcar territorio para la tarde siguiente.

Por cierto, que como esos ejemplares fueron rechazados, al menos, 2 en el reconocimiento por motivos de pánico a la “intifada”.

Juan Pedro y Manzanares ¿una provocación?
Y les llegó el día, a los reventadores. Lo tenían a huevo considerando que juntar a JPD y JMM era una provocación. Pero no salió como ellos esperaban. Cierto que la corrida de Juan Pedro fue fea, caballona y descastada.

Juan Pedro (hijo) con tal de lidiar en Madrid se reinventó para de una extraordinaria ganadería convertirla en yeguada militar (a pesar de ello no se lo agradecieron. Se protestó toda, prácticamente, sin motivo, por lo expuesto.
La próxima clonada debería ser de kobe).

Pero, a la peña, se les rompió el juguete con Manzanares, que por encima de debatir si está en su mejor momento o no, si su tauromaquia es así o asao tuvo la virtud de tornarse autista para centrarse en lo suyo (torear) pese al ruido barriobajero que hace de una plaza de toros una jaula de grillos. Consiguió saludar una ovación.

Tarde en que concluía el cupo de confirmaciones (por ahora) con la de Jiménez Fortes: valor, por encima de todo. Responsabilidad. A servidor le agradó la seriedad con que pisó Las Ventas por primera vez como matador de toros. Ya sé que hay versiones sobre si estuvo o no a la altura del dulce 1º de Juan Pedro. Yo tengo, también, mis dudas, pero prevalece el beneficio de la misma y la apuesta por su futuro.

Y los “borjamaris” (colaboradores necesarios de la “ilustración”, la “yihad” y la “intifada” para que Madrid sea Babel) se frustraron con la brevedad de Morante en su 1º y el juicio sumarísimo al que sometió al 4º al que apenas le dio 1’ de reloj para sus últimas voluntades.

Novillada de transición
La final de la Copa del Rey y la climatología adversa retrajo al público de acudir a la 1º novillada del ciclo. De hecho, tal festejo menor se programó en tal fecha por la circunstancia futbolera.

Lo mejor de la tarde lo firmó Roberto Blanco, por intentar —capote y muleta— el clasicismo (contrario al modernismo) como concepto básico de su toreo que le valió saludar en los medios una fuerte ovación en su primero y estar muy por encima del borricote 6º.

Reconocimiento: a Gómez del Pilar por su disposición (dos veces a la puerta de chiqueros) y a Juan Leal por sus arrimones (aplausos) y decisión de despedirse de Madrid 48 horas antes de doctorarse en Nimes, y al ganadero de Guadaira por la casta del 3º, la movilidad (para gobernar) del 4º, luego la buena condición del 2º aún con poquita fuerza.

Subalternos y volteretas
Fue semana de sustos, varios. Matadores y subalternos salieron ilesos de percances por habilidad en los autoquites, por la diligencia de los compañeros, o por la bondad de los animales agresores.
Y pares de banderilla para guardar en la memoria, que recuerde: Trujillo, sublime; Javier Ambel, tremendo y Joselito Gutiérrez, ambición y amor propio.

Aforos.-
Está yendo la gente a Las Ventas pese a ser semana más de invierno que de primavera. 85% lunes y martes. Lleno el miércoles. No hay billetes jueves y sábado.
Incluso la novillada registró sobre 2/3 (66%)

La conjura antitaurina

Sábado: tarde de expectación, tarde de decepción. De Victorinno y Luquino

Ni de Victorino (con una n) fue la corrida ni de Victorio y Luchinno (con ch y dos n) el vestido gafe de Talavante que hacía presagiar la debacle.

No es que los seis toros no hubiera pasado todos los controles de autenticidad y que el vestido de Talavante tuviera algo amarillo, no; sucedió que la impresión penosa del personal que con tanta expectación e ilusión fue a Las Ventas fue la de entender que les habían dado gato por liebre en toros y en torero (lo de gato por liebre es frase hecha, porque no hubo un solo gato por mucho que se empeñe la “ilustración”).

La sensación general, indisimulada, de frustración es que pese a las capas cárdenas, algunos pitones con vuelta y la A coronada, el encierro —visto su rendimiento— pudo ser de un almacén chino que cada día se superan hasta límites insospechados en las falsificaciones de marca o del “glamuroso” mercadillo de Majadahonda donde la sofisticación de proveedores payos y gitanos llega a tal punto en las imitaciones que martes y sábados la nueva jet madrileña hace que se ponga el “no hay billetes”; tal que ayer en Las Ventas.

La blanca palidez original de Talavante con su delgadez quijotesca personalísima, embutido —extrañamente- en terno (blazer, pantalón y chaleco) de “artizta” no se correspondía al torero de frescura, improvisación, amplio de repertorio taurómaco mexicano, de recursos ante la adversidad —que ciertamente en un alto porcentaje del festejo eran insuperables, ni por quien inventó el toreo— que todos hemos testado en su trayectoria ejemplar. Su infeliz corolario final responde más a una abducción provocada por dicho terno “artizta” (como si le hubiera impreso fatal carácter) que al genuino Talavante.

La duda que nos queda, una vez hemos cambiado el rictus de cara de tonto por faz de intrigante jugador de póker para no confesar ser víctimas consentidas, es si fue falsificación china —que constituye delito— o imitación hortera —que acredita tontuna—. No era fasto para ello.

La incógnita a despejar es si a la camada de Victorino le pegó el cambiazo Gao Ping. Si el gitanito Antón (o el payo Montoya) introdujeron una sutil “n” (“Victorinno”). Si a Talavante su “Victorio y Lucchino” clásico (“Chenel y oro”) le hubiera pegado el change Cornejo mientras el matador se desayunaba con la última de El Mundo donde Morante confiesa que “aun me visita el hombre invisible”.

El espectáculo de ayer se esperaba en clave de acontecimiento; podría ser bueno, malo o peor. Histórico, entretenido o soso como pan sin sal. Nunca lo que fue: una pesadilla.

Sólo desde el prisma de una conspiración anti taurina, una conjura “verde”, puede encontrase explicación a tanto desatino.
Tratándose de ganadero y torero que merecen el máximo respeto por su trayectoria y sin obviar el gesto previo de Talavante que no queda invalidado por su abortaje final, por el bien de la Fiesta la crónica no puede entrar en detalles taurinos (no los hubo, salvo un espejismo en el 3º) y desviar su análisis de infausto desarrollo y peor epílogo a motivos esotéricos.
Tal como las tropelías de la clase dirigente nacionalista se envuelve en la bandera regional como burladero.

Lo bueno de los malos días es que también se acaban.

Hoy ha salido el sol y vuelve el buen tiempo. Como regresará nuestro “Tala” fetén el día 24 y la próxima de Victorino será de casta con su pizca de “alimaña”.

Ocurre en las mejores familias, en las nuestras también.
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