Una terna que, por unas u otras razones, dio la espalda a la tarde
"...Mal presentados los toros que han salido a la arena venteña, consecuencia lógica cuando se sabe que ha habido baile de corrales y remiendos para completar seis aprobados. Ese baile suele derivar en una bajada del listón, de ahí que la presentación no pueda ser aplaudida..."
DISFRUTAR CON EL FRACASO
Antolín Castro
España [ 05/06/2013 ]
Corrida de la Beneficencia. Se ha llenado la plaza hoy, se ha puesto el cartel de ‘no hay billetes’, se ha cumplido el dicho aquél de ‘corrida de expectación…’, se ha terminado el festejo y en él cada espectador había dejado sus ilusiones y sus dineros.
Unos más y otros menos habían pagado su entrada o boleto para presenciar ese festejo especial -se decía antes- o cartel con los triunfadores de San Isidro. En este, hecho con todo lujo de anterioridad, no había triunfadores, había ausente y repetidos. Por tercera vez se presentaban Morante y Castella y reaparecía en Madrid, tras aquella cornada que le hizo perder un ojo, Juan José Padilla. De los que repetían, uno puede decir que había cortado una oreja en el ciclo isidril pero el otro cosechó almohadillas en lugar de orejas.
Hacer carteles con antelación disminuye la verdadera esencia de este festejo que ha pasado por momentos de lujo cuando se programaban triunfadores. Del mismo modo que llegaron a la plaza seguidores de Morante esperando que a la tercera sería la buena, otros venían con la escopeta cargada.
Una tibia ovación recibió Padilla al deshacerse el paseíllo reconociéndole el mérito de haber superado tan difícil trance. Cierto que ha pasado mucho tiempo y ha toreado en todas partes pero su presencia merecía la unanimidad de esa ovación. Los gustos personales en estos casos no son el motivo que se ovaciona. Lo cierto, quien iba a pensarlo, fue la única ovación de la tarde.
Mal presentados los toros que han salido a la arena venteña, consecuencia lógica cuando se sabe que ha habido baile de corrales y remiendos para completar seis aprobados. Ese baile suele derivar en una bajada del listón, de ahí que la presentación no pueda ser aplaudida. Tampoco el juego y las fuerzas de los toros, de Valdefresno y Victoriano del Río, han sido para tirar cohetes. Mansos, deslucidos, descastados, calificativos que nos sabemos de memoria tras la isidrada.
Con ese material poco se podía esperar en cuanto a lo artístico y poco ha habido. Curiosamente, se pueden reseñar unos lances de Morante al quinto de la tarde, con su remate de una media, que pueden apuntarse en su haber y eso que era el que ‘no tenía ganas’ por encima de los trasteos de sus compañeros, de muchas ganas, de largo metraje, pero de muy poco contenido.
Decíamos curiosamente pues a pesar de esa inequívoca superioridad artística, los que venían con la escopeta cargada ni lo han valorado y sí lo han criticado con fuerza. La disposición de Morante, de por lo menos intentarlo, se ha visto rodeada de la algarabía de parte de los tendidos que se han metido con él como solo se puede hacer contra aquél del que se espera algo. Nada han dicho para con la pesadez de sus compañeros de terna que de tanta pesadez han cosechado cinco avisos por exceso de la nada.
El susto de la tarde se pasó con Padilla, quien sufrió una voltereta en su segundo, fue embestido y pisoteado en el suelo, quedando inerte en el suelo, sin moverse, pero que finalmente no tuvo consecuencias.
Al final, lo que ha pasado es que se ha disfrutado con el fracaso de Morante, quien ante tantos disconformes ha cerrado el libreto y lo ha hecho de aquella manera con la espada, un mitin. Solo esa bronca ha sacado del sopor a muchos, mientras otros recordaban esas verónicas de recibo que, sin ser de las mejores interpretadas por el de la Puebla, si han sido lo más torero de la tarde.
Si al menos alguien ha disfrutado con el fracaso del sevillano, eso que se han llevado a casa para contar, los demás no han podido disfrutar con nada de otra tarde vacía y llena de todos esos males que acompañan las tardes de las figuras.
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