martes, 18 de junio de 2013

Las Corridas de Toros y sus Prohibiciones en Mexico / Por Luis Cuesta


La primer corrida de toros que se dio en México fue 24 de Junio de 1526. 
Reiniciándose definitivamente los festejos desde el 13 de Agosto de 1529.

"...Lo increíble ante estas prohibiciones es el silencio que guardan las agrupaciones taurinas mexicanas y los toreros, que con su indiferencia, falta de unión y coordinación se escudan en que son Estados “perdidos” para el mapa taurino mexicano.
Permitiendo de esta manera que la fiesta brava en nuestro país continúe sufriendo vejaciones de parte de algunos grupos políticos/animalistas minoritarios..."

Las Corridas de Toros y sus Prohibiciones en México

Por Luis Cuesta
Desde la prehistoria, el hombre nómada, cazador y recolector, ha estado en la vida del toro.
Esta unión la ha plasmado por ejemplo en las pinturas rupestres de Altamira, Lascaux, y otras más durante el paleolítico, hace 15.000 años, con óxidos minerales sobre la roca. Los toros de las pinturas rupestres, que se hallan en las Cuevas de Lascaux, Francia, tienen una longitud de 5.5 metros.
Hay muchas interpretaciones, las de mayor consenso es que son símbolos relacionados con la caza y la fecundidad; representaciones de carácter mágico cuyo objetivo era asegurar el abastecimiento de animales y facilitar la caza, invocando su presencia a través de un culto a la fecundidad. El toro ha sido identificado con la virilidad.

El toro también fue venerado por los egipcios en la prehistoria como el dios Apis. Este culto pasó a los pueblos de la Mesopotamia Antigua y la Grecia Helenista y de ahí a Roma, donde en ciertas fiestas o acontecimientos de conquista a otros pueblos, se sacrificaba un toro para agradecer a los dioses y también como sinónimo de prosperidad y fortaleza, se bañaban en la sangre del animal inmolado. Un sacrificio como este se llevó a cabo después de que Julio César(100 a. C. – 44 a. C.) conquistó las Galias.

En Grecia son conocidos los laberintos de Creta y la historia del minotauro. En la mitología, el dios Zeus adoptó la forma de un toro para seducir a Europa, una mítica princesa fenicia. Tuvieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis.
Minos se convirtió en rey de Creta y su esposa Parsífae, concibió un hijo con el Toro de Creta, que se llamó Minotauro. Hércules para dar cumplimiento a una de sus doce tareas con el objetivo de lograr la inmortalidad derrotó, al Toro de Creta, finalmente Teseo logró matarlo en la llanura de Maratón.
El Minotauro era un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Lo encerraron en un laberinto diseñado por Dédalo, era antropófago y le daban cierto número de mujeres y hombres que eran llevados al laberinto como sacrificio para ser su alimento, hasta que Teseo lo mató. En la civilización minoica se practicó la Taurokathapsia, que es el juego con el toro, esta acrobacia taurina se considera, entre otros, el origen de las corridas de toros.

La iglesia católica, adaptó ritos e iconos y retomó la imagen del toro. En la biblia hay referencias de él, como rito “pagano” en el pasaje de la adoración del becerro de oro y Moisés. Luego de darle un nuevo significado lo hizo parte del culto y hasta el día de hoy aparece en el tetramorfo de los cuatro evangelistas, el cual consiste en cuatro figuras humanas con cabeza de animal, que se puede apreciar actualmente en algunas iglesias en el Estado de Oaxaca, y se localiza, por lo común, en las pechinas de los cruceros (espacio en que se cruzan la nave mayor y la que la atraviesa), donde la cúpula representa la bóveda celeste y el acceso al cielo. En el Antiguo Testamento aparece con la visión del profeta Ezequiel: “En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda (San Lucas) y un rostro de águila. (Ez 1,5-14).

Del culto al toro como divinidad y su sacrificio ritual, al menos desde la edad de bronce, en las civilizaciones minoica, del mediterráneo oriental, de los egipcios, los griegos, los romanos y el icono del toro en la religión católica, pasamos ahora a España. Con todos estos antecedentes míticos, rituales, religiosos, no nos extraña que la tauromaquia haya florecido ahí.

En la península Ibérica, existía el rito del toro nupcial y del misacantano que es el antecedente de las corridas modernas, como lo dice en “Principales prohibiciones canónicas y civiles de las corridas de toros” de Beatriz Badorrey Martín, culto que parece haberse originado hacia los siglos XII y XIII y consistía en un modo peculiar de tratar al toro bravo.

Los toros y las corridas llegaron a México de la mano de los conquistadores. Se sabe que Hernán Cortes (1485-1547) a los 19 años ya criaba ganado en Cuba, además, fue el primero en tener casa de piedra, como dice un libro “hato y cabaña”, es indiscutible el papel de Cortés en la introducción de dicho ganado en América del Norte, y por ende en México, al igual que la introducción de otras especies animales, tecnologías y costumbres.
En los festejos que se hacían en la plaza mayor para celebrar los días santos, las festividades religiosas y las fiestas reales, estaban presentes las corridas de toros, las peleas de gallos, y obviamente los juegos de azar.
Por lo tanto toda legislación al respecto que se hiciera generalmente involucraba a estos tres tipos de diversiones.

Desde siempre, la fiesta brava ha sido un espectáculo polémico. A lo largo de la historia se han tratado de suprimir los festejos taurinos y se han promulgado numerosas prohibiciones, tanto de derecho canónico como de derecho civil.
En el año de 1215 aparece el primer documento escrito que hace referencia a los toros y es precisamente en la forma de prohibición. En diciembre de ese año, el obispo Geraldo de la ciudad de Cuellar en Segovia, escribe para comunicar sobre el IV Concilio de Letrán y en el quinto párrafo dice: “quinto quod nullus clericus ludat ad decios, nec assitat lude uribus”, ningún clérigo juegue a los dados ni asista al juego de toros. En las ‘Siete Partidas’ de Alfonso X el Sabio, ( 1221 – 1284), también se limita a prohibir la asistencia a los clérigos.
De igual manera hay prohibición a los juegos de toros en el epistolario de San Juan de Ávila (1500 – 1569), del siglo XVI, o el ‘Nuper Siquidem’, del papaSixto V (1521- 1590 papa de 1585 a 1590.)

Las prohibiciones más duras han sido dos: La bula de 1567 de Pío V, ( 1504 – 1572), Papa número 225 de la Iglesia católica de 1566 a 1572, amenazando de excomunión a quienes organizaran o participaran en corridas de toros; y la real pragmática de Carlos IV (1748- 1819), rey de España de (1788 a 1808), prohibiendo absolutamente las fiestas de toros y novillos de muerte en 1805.

En México, el indio represor que logro ser Presidente, Benito Juárez García, también prohibió las corridas de toros el 28 de noviembre de 1867.
Don Carlos Cuesta (Roque Solares Tacubac) en la revista La Lidia del 22 de enero de 1943, expuso el siguiente comentario sobre esta prohibición: “… Nuestro egregio Primer Magistrado dejaba en el olvido su hermoso apotegma: El respeto al derecho ajeno es la paz.
El indio “culto” era irrespetuoso con el derecho que tenía el pueblo aficionado –la multitud- a gozar su diversión predilecta. Él, por la fruslería personal de no agradarle, ordenaba indirectamente la prohibición.
No era ecuánime ni consecuente con él mismo, ya que durante la guerra contra la intervención y el Imperio no había rehusado aprovechar la fiesta taurina para recaudar dinero que fue usado con construir hospitales provisionales- de campaña y en las ciudades.
Juárez duró en el cargo de presidente catorce años.

También el ex Presidente, Venustiano Carranza pasa a la historia como una figura negativa para el toreo, ya que prohibe las corridas de toros en el Distrito Federal, mediante un decreto que fue publicado el 7 de octubre de 1916 y que duro hasta 1920.
Dicen los historiadores que una vez que llego al poder, lo primero que hizo fue organizar la Convención de Aguascalientes, lo segundo, cerrar la plaza de toros “El Toreo” que en aquellas fechas funcionaba en la capital -en las calles de Durango, Valladolid, Colima y Salamanca- donde hoy se ubica el “Palacio de Hierro” en la colonia Roma (frente al burdel de la famosa Graciela Olmos, “La Bandida”, para más señas).
Carranza prohibiría de igual manera las corridas en el resto del país, con poco exito ya que los festejos en provincia se realizaban de manera clandestina o con la autoridad de algunas autoridades inconformes con Carranza.
Entre las anécdotas de ese periodo de prohibición se cuenta que una turba de aficionados se manifestaba todos los domingos en la casa de Carranza, ubicada de la esquina de Río Lerma con Río Sena de la capital mexicana -hoy su museo-, pero el Varón de Cuatro Ciénagas no se inmutaba.
Prueba de ello es que mantuvo el veto todo el tiempo que estuvo en el poder: tres años como Primer Jefe y dos como Presidente Constitucional.
En 1920, debido a la Revolución de Agua Prieta -encabezada por Obregón y Calles- abandonó la capital con la intención de irse a Veracruz y gobernar desde allá, como lo había hecho durante la guerra con Villa. En el trayecto lo asesinaron.

El sucesor de Carranza en el poder, el General Adolfo de la Huerta, inmediatamente levantó el embargo taurino.
En el Estado de Oaxaca, se prohibieron las corridas de toros desde el 4 de septiembre de 1826, fecha en que se decreta con el título “Se Prohíben las Corridas de Toros” estableciendo lo siguiente:

“El Congreso 1º Constitucional del Estado”:
Artículo Único. Las autoridades por ningún motivo promoverán ni permitirán las corridas de toros, quedando estas prohibidas en el territorio del Estado de Oaxaca á 4 de Septiembre de 1826″
Este Decreto se encuentra en el Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Oaxaca (AGEPEO), Tomo I, de la Colección de Leyes, Decretos, Circulares y demás disposiciones 1823 – 1855.
En 1922, siendo Gobernador Constitucional del Estado, el General Manuel García Vigíl, con la XXVIII Legislatura, ratifica esta prohibición, bajo el Título VI. Principios Generales de Administración Pública, el Artículo 151, que a la letra dice: “Ninguna ley ni autoridad puede permitir en el Estado el establecimiento de juegos de azar; ni autorizar o permitir espectáculos contrarios a la cultura y moralidad públicas como las corridas de toros y peleas de gallos”.

En los últimos meses el Estado de Sonora y los municipios de Veracruz y Boca del Rio se han sumado a la prohibición de las corridas de toros.
Hay que recalcar que Sonora es un Estado que no cuenta con plazas de toros y el ultimo festejo taurino que celebro fue hace mas de diez años.
Por su parte el municipio de Veracruz, en el estado con el mismo nombre, tambien aprobó un reglamento que prohíbe las corridas de toros.
La actual presidenta municipal de extracción priísta dio a conocer que el 6 de junio el cabildo del ayuntamiento de Veracruz aprobó el Reglamento de Protección Animal con el que quedan prohibidas las corridas de toros. Así como las peleas de perros, gallos o espectáculos de circo donde sean maltratados los animales.
El pasado mes de abril, el municipio de Boca del Río, conurbado con Veracruz, aprobó con ayuda de asociaciones civiles un reglamento que tiene las mismas prohibiciones.
Las mismas asociaciones ayudaron a crear el reglamento para Veracruz.
El 8 de marzo del presente año se celebró una corrida de toros en Boca del Río en medio de protestas de decenas de personas, con un cartel estelarizado por el rejoneador español, Pablo Hermoso de Mendoza. Fue la última corrida en ese municipio.

Lo increíble ante estas prohibiciones es el silencio que guardan las agrupaciones taurinas mexicanas y los toreros, que con su indiferencia, falta de unión y coordinación se escudan en que son Estados “perdidos” para el mapa taurino mexicano.
Permitiendo de esta manera que la fiesta brava en nuestro país continúe sufriendo vejaciones de parte de algunos grupos políticos/animalistas minoritarios.

Hay que señalar que la mayoría de estas iniciativas o prohibiciones han surgido de parte de los partidos Verde Ecologista y PRI, en los Estados y municipios donde actualmente gobiernan o tienen cierta mayoría de representación en sus congresos.
En Mexico millones de personas viven en la pobreza extrema, mientras otro gran porcentaje sufre día a día una inseguridad que esta dejando una cicatriz muy honda en esta generación y que no será fácil de borrar.

También vemos todos los días en los noticieros hechos de corrupción, de despilfarro y endeudamiento en todos los niveles de gobierno, así como actos de ingobernabilidad en varios Estados del país.
Mi pregunta es: ¿De verdad es un motivo de orgullo para algunos legisladores y gobiernos, ante esta serie de problemas graves mencionados, gastar algunas partidas presupuestales en materia legislativa para anunciar logros efímeros para la sociedad, como prohibir las corridas de toros y peleas de gallos?

La soberanía y la libertad a las tradiciones y costumbres debe de ser exclusiva del pueblo, no como se encuentra actualmente; secuestrada por algunos legisladores.
México no se merece todo lo malo que le pasa, ni tener a unos dirigentes que solo se preocupan de su bienestar y de protegerse mutuamente.

Es lo que digo yo.


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