miércoles, 26 de junio de 2013

VERGONZANTE / Por Pla Ventura


Perera en Alicante

"...No es que los taurinos monten sus numeritos que están en su derecho; el colmo de la locura no es otra que los mismos informadores, los que deben de enseñar a la gente, sean parte de la misma y que tengan idéntico criterio que el primer ignorante que se siente en el tendido. ¿Y se llaman críticos? ¿Y qué coño critican si son adalides del sistema? Vamos, que si volviera a la tierra ahora Joaquín Vidal, al ver todo esto, se moría de repente; no lo soportaría..."

VERGONZANTE
  • La fiesta está muy mal por las fechorías de los organizadores de la misma, pero también irá cada día peor por la complicidad de los que deberían de criticar lo malo para que, un día, llegado lo bueno, lo pudiéramos disfrutar; ahora no; ahora todo es maravilloso.

Pla Ventura
Tras todo lo visto en Alicante, o en cualquier feria de España, todavía existen memos que se preguntan cómo es posible que la fiesta viva su esplendor en Francia y aquí estemos asistiendo a su sepultura. Mientras en el país vecino luchan por la verdad en todos los sentidos y en todas las plazas, en España, en sus ferias, la verdad y el toro brillan por su ausencia. Tenemos lo que hay y con eso nos quieren conformar y, es mentira. No se conforma nadie. Si los taurinos quieren que la fiesta sobreviva con el medio toro y el torero aburguesado, están en su derecho de llevarlo a cabo, pero como se comprueba, más de media plaza en cualquier ciudad, es todo un imposible. Por ello, como dije, se han inventado el mano a mano, para llevarse entre dos la poca taquilla recogida.

Lo más triste de todo es que todos están convencidos de que lo están haciendo bien. El taurinismo actual es como el borracho que circula por la autopista en dirección contraria y se sorprende que los demás vayan bien; y la sorpresa viene dada porque él sigue creyendo que los demás son los culpables. Esta es la cuestión. Y eso es el montaje taurino actual; ellos tienen la razón y los demás estamos todos equivocados. O sea que, el asunto mana sangre a borbotones y nadie se quiere dar cuenta; ellos se conforman con el toro aborregado, con el torero adocenado y luego se lamentan de que no acuda la gente en masa a las plazas de toros; ni gentío y mucho menos aficionados que, conscientes del fraude, prefieren quedarse en casa.

Hasta se podría entender que los espectadores sin mayores pretensiones sucumbieran ante las veleidades de los empresarios, pero de que éstos sean aplaudidos hasta por los representantes de los medios informativos, el dislate lo tenemos servido. Y eso lo pude ver en Alicante. La faena valerosa de Perera ante un torito a modo, un alma bendita de animalito que no tuvo la más mínima idea de hacerle daño al diestro, en el que el torero pacense se lo pasó en grande; la cosa no era para menos pero, ningún aficionado se estremeció ante lo que Miguel Ángel Perera hizo en el ruedo alicantino. Cortó una oreja que, dada la cantidad de pases que dio, ciertamente, la merecía; pero la segunda oreja, potestad del presidente, le fue denegada con muy acertado criterio; no se picó el toro, no se le toreó con el capote, el tercio de banderillas resultó un calvario y, para colmo, pedían más orejas.

Ante dicha negación, la gente insistía en la petición de dicho trofeo y, de repente, me veo enojadísimos como cualquier espectador a varios críticos de los llamados influyentes; y lo pude ver porque me tocó el asiento de detrás de estos ínclitos informadores. Sentí vergüenza, en definitiva, mucha pena. No es que los taurinos monten sus numeritos que están en su derecho; el colmo de la locura no es otra que los mismos informadores, los que deben de enseñar a la gente, sean parte de la misma y que tengan idéntico criterio que el primer ignorante que se siente en el tendido. ¿Y se llaman críticos? ¿Y qué coño critican si son adalides del sistema? Vamos, que si volviera a la tierra ahora Joaquín Vidal, al ver todo esto, se moría de repente; no lo soportaría.

La fiesta está muy mal por las fechorías de los organizadores de la misma, pero también irá cada día peor por la complicidad de los que deberían de criticar lo malo para que, un día, llegado lo bueno, lo pudiéramos disfrutar; ahora no; ahora todo es maravilloso. Siendo así, ¿dónde empieza la verdad y dónde termina la mentira? Está todo clarísimo. Ellos así lo han querido. Tontos quedan menos cada día y les aseguro que lo que pasa en la fiesta nada tiene que ver con la crisis; ese es el cuento que ellos quieren contar para conformarse con sus fracasos económicos. Como dije, apliquemos la lección de Francia, hasta en el pueblo más humilde, con la verdad como bandera, se llenan todas las plazas. Istres ha sido el último gran suceso del país vecino.

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