Pero esa tarde jerezana, por virtud de todos esos estímulos y ardides, fuimos todos “a los toros”. Esto, por la pérdida de la costumbre, no es nada sencillo. Sino que yo tuve la suerte de ver la corrida al lado del “Séneca” y aprovechar sus luminosas explicaciones. He meditado mucho si ello no debiera establecerse como costumbre. Cada vez hay en las plazas más cantidad de público catecúmeno -mujeres y extranjeros- que requerirían el auxilio de guías y locutores. Creo que las corridas deben pasar, como pasó el “cine”, de “mudas” a “habladas”. No sé por qué todo turista frente a la Giralda ha de tener a su lado un “cicerone” que le asegure que aquello es la Giralda –cosa bien evidente- y no ha de conservarlo en la plaza para que le diga si aquella estocada está “caída” o “tendida”. Cosa mucho más problemática.
LAS TAURINAS DE ABCEDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano / Salmonetes ya no...
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