Finito en Utiel con Fuente Ymbro / Foto C. Alarcón
“Te creo, pero lo que ocurre es que lo hace muy de tarde en tarde”. No pude resistirme y le contesté: “Es que si lo hiciera más a menudo vosotros íbais a comer hierba”.
El Fino sublimó el toreo
Por Paco Mora
Que no se me enfaden los estreñidos de siempre: como toreó en Utiel Juan Serrano, sólo torea Finito de Córdoba. Con un toro de Gallardo que necesitaba mucho torero delante repujó en oro macizo el toreo clásico y eterno...
Utiel, sábado día 7 de septiembre. Toros y novillos de Fuente Ymbro, serios y con romana unos y otros. En el cartel, festejo mixto con cuatro toros para Finito de Córdoba y Curro Díaz y cuatro novillos para Román y Duque, que acabaron en el hule. Estos son los datos para la historia. Porque ese cordobés de oro, pieza única e irrepetible, que es Finito de Córdoba, en su segundo toro pintó en el almanaque de rojo de fiesta grande la fecha, por ser el día en que sublimó el arte del toreo. Cante grande, jondo, sin concesiones ni gorgoritos dedicados a la platea. Que no se me enfaden los estreñidos de siempre: como toreó en Utiel Juan Serrano, sólo torea Finito de Córdoba. Con un toro de Gallardo que necesitaba mucho torero delante repujó en oro macizo el toreo clásico y eterno. El callejón, todo gente del toro, hervía como una olla a presión. Firmó el Fino aquella obra de arte con una estocada en el hoyo de las agujas entrando a matar con el pecho por delante y la muleta muy baja, ateniéndose a los cánones del clasicismo más puro. El toro cayó sin puntilla y aquello fue un manicomio. Dos orejas y petición de rabo que todavía no se sabe si fue o no otorgado por la presidencia. Pero qué importa, el arte del toreo bajó del cielo el sábado día 7 en la plaza de toros de Utiel y los ángeles batían palmas.
Curro Díaz que ya había cortado una oreja a su primero, salió a matar el cuarto dando bocados. ¡Qué arrimón se pegó el de Linares! El toro, reservón y con todo el grado de hijoputez de que es capaz el malo de Fuente Ymbro, no permitía otra cosa. Pero Curro se jugó la femoral con un par… Una justísima oreja se le vino a las manos entre la emoción que había provocado su apasionada entrega. El hombre se fue con ella hasta el burladero de matadores y enseñándosela a Finito le dijo con un gracejo insuperable: “Aquí la tienes, es tuya porque si tú no hubieras toreado tan salvajemente bien no me habría visto obligado a jugármela con un toro como ese. ¡Te odio Finito!”. Ambos toreros se echaron a reír de buena gana fundiéndose en un abrazo con el público puesto en pie. Un pequeñuelo, Juan Rodrigo Serrano, gritaba con su media lengua en una barrera: “¡Papá ha estado cumbre!” Yo estuve un Utiel y nadie me lo ha contado, que lo vi con estos ojos que se han de comer la tierra. Que me quiten lo bailao.
Por la noche, una figura del toreo cuyo nombre no diré, me llamó por teléfono y me preguntó si era verdad que El Fino había estado tan bien en Utiel. Tan bien no, mejor… Y el hombre solo fue capaz de contestarme: “Te creo, pero lo que ocurre es que lo hace muy de tarde en tarde”. No pude resistirme y le contesté: “Es que si lo hiciera más a menudo vosotros íbais a comer hierba”.
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