martes, 3 de septiembre de 2013

El PP, los toros y un pimiento / Por Antonio Lorca



"...No vale el medio toro, ni la caricatura de la suerte de varas, ni el indulto de un animal noble y bondadoso, ni la euforia desmedida de un público carente de exigencia. Ni el cante del torero, simpática anécdota que lo que canta de verdad es que el toro que Talavante se pasaba por la barriga no asustaba ni a una mosca..."

El PP, los toros y un pimiento
  • "... al PP, como al PSOE, le molestan los toros, pero las circunstancias le obligan a hacernos creer a todos que no es verdad, y así, con ese lío en la cabeza, se niega a salir del armario y cantar a voz en grito sus verdaderas creencias..."
Por Antonio Lorca
Visto lo visto, al Partido Popular los toros le importan un pimiento. Pero por si a alguien le parece que esta es una afirmación muy contundente, la podemos dejar en que le importan medio pimiento, y de ahí no paso. A fin de cuentas, la famosa ILP que se tramita en el Parlamento no deja de ser un cúmulo de buenas intenciones que pueden quedar plasmadas en una ley, y ya se sabe que en este país las leyes están para no cumplirlas. Pero tranquilizan conciencias.

Le importan un pimiento porque cuando la realidad obliga a confrontar la teoría con los hechos, al partido gobernante se le ve el plumero, y, como ya ocurrió con el PSOE en la legislatura anterior, no acaba de encontrar modo y manera de conjugar su natural complejo antitaurino con la legítima afición de una parte importante de la población de este país. Y, entonces, yerra soberamente y se queda desnudo ante sus constantes incoherencias. Dicho de otro modo: al PP, como al PSOE, le molestan los toros, pero las circunstancias le obligan a hacernos creer a todos que no es verdad, y así, con ese lío en la cabeza, se niega a salir del armario y cantar a voz en grito sus verdaderas creencias.

A la vista está lo que acaba de ocurrir con la corrida emitida por TVE desde Mérida. La última vez que las cámaras entraron en una plaza fue el 5 de septiembre del año pasado, y la televisión pública no ha tenido empacho en afirmar que esta segunda ‘se enmarca dentro de la filosofía de la Corporación de tratar con naturalidad la Fiesta Nacional en atención a su dimensión cultural, económica y social en España'. Esta es una forma de tomar el pelo a la gente como otra cualquiera, pero no es de recibo que lo haga un Gobierno que dice amparar la fiesta de los toros.

Todo lo relacionado con esta retransmisión ha sido un puro despropósito, y solo la desastrosa desunión de los distintos sectores taurinos no ha podido evitar que se lleve a efecto.
Solo a quien la fiesta le importa un pimiento se le puede ocurrir televisar un único festejo al año, y hacerlo desde una plaza de tercera, y el día 1 de septiembre, fecha fijada para la operación retorno de las vacaciones de verano. ¿Cabe mayor desatino o acaso es una decisión premeditada para asestar un nuevo golpe a la fiesta o justificar un compromiso de la forma menos comprometida posible?

Es evidente que la dimensión cultural, económica y social de los toros merece un trato diferente por parte de TVE. No es aceptable despachar al segundo espectáculo de masas con una sola retransmisión al año. ¡Y porque todos sus actores renuncian a sus derechos de imagen! ¿Ocurre esto con alguna otra manifestación cultural o artística?

Y como parece que las cabezas pensantes de TVE no saben que en este país se celebran corridas de máxima categoría en Sevilla y Madrid, por poner solo dos ejemplos, eligen un festejo intrascendente en una plaza que peso nulo en el curso de la temporada. Y en una fecha decidida por el enemigo.

Vaya todo el reconocimiento para el empresario de Mérida, José María Garzón, que ha demostrado una iniciativa y un compromiso desconocidos en este sector, y para el torero, Alejando Talavante, que superó con nota el envite en solitario. Pero lo que se vio en el ruedo emeritense no es la fiesta que hay que promocionar en los momentos actuales. No vale el medio toro, ni la caricatura de la suerte de varas, ni el indulto de un animal noble y bondadoso, ni la euforia desmedida de un público carente de exigencia. Ni el cante del torero, simpática anécdota que lo que canta de verdad es que el toro que Talavante se pasaba por la barriga no asustaba ni a una mosca.

La fiesta es otra cosa, y todos los aficionados lo saben. Y esa otra, que va desde la cría del toro en el campo y su protagonismo ecológico, hasta su lidia y muerte en una plaza en una tarde de emociones profundas gracias a la pujanza y la casta agresiva y noble del animal y la heroicidad artística del torero... Esa es la que hay que mostrar.

Ahora, lo de menos es que la corrida de Mérida haya tenido éxito de audiencia. ¿Qué esperaban? Lo más importante y grave es que nadie sabe cuándo será la próxima, aunque se pueda presagiar que alguien estará pensando en otra legislatura y en una plaza portátil. Por cierto, las noticias taurinas que se producen en las grandes ferias siguen sin interesar a los informativos televisivos.
¿Se entiende lo del pimiento?
Si hubiera un mínimo de seriedad en el PP y en TVE, el suceso de Mérida no hubiera existido. Así de sencillo. Y eso que el PP se proclama taurino... ¡En qué manos está la fiesta...!

***

1 comentario:

  1. La supuesta protección del PP a la Tauromaquia puede ser el abrazo del oso, remachando el clavo de esa supuesta taurofilia (qué remedio) de un franquismo que se empeña en no desaparecer.

    Los toros -por su bien- deben quedar al margen de la partitocracia.

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