viernes, 6 de septiembre de 2013

La música gritada de Talacante / Por José Ramón Márquez


Talacante la tarde de San Isidro con los victorinos,
donde no le salió ni un chisguete de voz

-¡Qué ocasión la de Talavante…!
-¿Cuál?
-En Madrid, el día de los Victorinos… ¡Qué ocasión para el cante grande!
-Es verdad, pero ese día lo que tocaba era… dar el cante.

José Ramón Márquez
Te tiras un mes por ahí de viaje, lejos del ruido del toreo -que de música callada, ná de ná- y de vuelta a Madrid te encuentras con que Boni se llevó una cornada de la que ya anda recuperado, de que Escribano apunta más hacia el lado oscuro, como un Darth Vader del toreo, seducido por la Fuerza de ese toreo antitaurino del Palpatine Julián y, hablando de Julián, de la súbita desafección de parte de su más mondonguera crítica, que después de tanto dar la murga con lo de los robos de las orejas, llegó incluso a poner en tela de juicio la rotundidad del triunfo de July en Bilbao, ratificado con la connivencia de Matías, ese juez de línea al que a veces se le va la olla.

Y la TV, que tanto gusta a tantos aficionados. Resulta que en la TV retransmitieron una corrida con Gallito de Taurodelta, Talavante, como único espada. ¿Normalización de la presencia de los toros en televisión después de un año de la otra memez de Valladolid? Normalización y humanización, que los toros de Zalduendo, encaste y línea Disney, son lo menos parecido al toro que darse pueda.

-¿Y usted qué sabe, si dice que odia los toros por TV?

-Pues es verdad, que detesto las retransmisiones de corridas de toros, las haga Molés o su porquero…

-¿Y entonces?

-Pues que me imagino la corrida por un pequeño detalle, que es lo del cante.

-¿El cante de Tala?

-En el tercero el tío se puso a canturrear un fandango mientras toreaba, y eso ya dice muchísimo, que no me imagino yo a Manili cantándole las ‘Mañanitas’ al Miura, o a Robleño en plan Los Tres Tenores con el Escolar, o al Cid con los Victorinos de Bilbao haciendo el karaoke de Juan Gabriel, porque si el toro lo que te pide es cántico es que ahí hay algo que canta… y lo que canta es, justamente, el toro… o sea, la ausencia de toro.

-Pero estas cosas nuevas, estas innovaciones.

-Otro día puede salir con un hula-hoop y torear mientras gira el aro en su cintura, otra innovación. 

Porque lo importante es distraer con chorradas y no ir a lo negro, al toro. Lo que se haga en la Plaza sólo tiene el valor relativo de a quién se lo haces. Si llega un tío y se pone de tú a tú con el Camarito de Cuadri y además le llega el resuello para cantar «…the fog on the Tyne is all mine all mine/the fog on the Tyne is all mine…» óle sus redaños, pero el cántico al toreo en sí mismo le aporta más bien poco. Lo que pasa es que como el toreo que hacen es tan monótono, tan aburrido, tan mecánico y falto de emoción, hay que ir inventando chorradas con las que ir conformando al público y, sobre todo, dándole la sensación de haber vivido un momento histórico, único e irrepetible, que ésa es la gran obsesión del hombre contemporáneo, especialmente del habitante de las urbes.

-¡Qué ocasión la de Talavante…!

-¿Cuál?

-En Madrid, el día de los Victorinos… ¡Qué ocasión para el cante grande!

-Es verdad, pero ese día lo que tocaba era… dar el cante.

José Salazar Molina, Porrina de Badajoz,
que en la madrugada de Casa Salvador cantaba
sólo para Luis Miguel y Ava Gardner

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