domingo, 1 de septiembre de 2013

VENEZUELA: Orellana corta la única oreja en Caño Zancudo.


Rafael Orellana, de nuevo se lleva el triunfo de la tarde, al cortar el único apéndice este sábado en Caño Zancudo. Foto: Alexander Hernández

Orellana corta la única oreja en medio de la noche
Exigua asistencia de público ayer en Caño Zancudo en festejo que se desarrollaría bien entrada la tarde-noche.

RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Escaso eco en el ánimo de los aficionados el que ha tenido el cartel del festejo taurino en el marco de las ferias y fiestas de la calurosa población merideña de Santa Elena de Arenales, conocida como Caño Zancudo. Ello en parte motivaría que la corrida pautada para la lidia de cuatro reses comenzara bien adentrada la tarde-noche, lo que hizo que este se llevara a cabo entre sombras ante la escasa iluminación del coso portátil.

A tal efecto se lidiaron reses de Los Ramírez y un toro de Rancho Alegre (1º), encierro bien presentado y que en su mayoría han ofrecido posibilidades de lucimiento a los espadas actuantes, donde lamentablemente el uso de la acero limitó el que se cortasen apéndices. Los tendidos registraron un poco más de un cuarto de plaza.

Rafael Orellana hubo de despachar dos de los astados de la función en razón de no presentarse el novillero peruano César Bazán “El Yetta”, dejándose entrever por problemas al momento de su trasladado desde Bogotá. El que abrió plaza, un zambombo con edad y kilos del hierro que fue del valenciano Oswaldo Michelena le pasó con limpieza, sin muchas conjeturas. Al final palmas fue el veredicto de los presentes. Con el que cerró plaza, más reposado se observó el espigado coleta, aprovechando la nobleza y recorrido del pupilo de Ricardo Ramírez. Le despachó con brevedad paseando la única oreja del festejo.

Gregorio Torres “Maravilla” contaría con materia prima para lucirse en todos los tercios de la lidia en la que intervino, dejando en evidencia sus ganas y deseos de triunfo. El astado con recorrido y celo por las telas dejaría momentos de lucimiento en la retina, pero el fallo con los aceros hizo que las palmas fueran premio al conjunto de su labor.

Recién llegado del Perú, Alexander Guillén igualmente dejaría buenas maneras y detalles caros en su labor, con el condicionante de la  escasa iluminación presente. El regular uso de la espada no le permitiría “tocar pelo”, siendo aplaudido.

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