jueves, 3 de octubre de 2013

Arranca la Feria de Otoño: triste, solitaria y final / Por José Ramón Márquez


Fandiño, de mayo en Talavera

José Ramón Márquez
Hoy empieza la feria de otoño. Hoy, con dos mil abonados menos, volvemos a Las Ventas a lo que nos echen. A tragar, que es lo que toca: a tragar, sobre todo, los inventos de la nefasta empresa de Choperón Father & son y sus consocios Toño Matilla y Simón Casas, cuya gestión se caracteriza por empeñarse en tirar al desagüe lo que resta del legado de Manuel Chopera, el hombre que hizo rentable Las Ventas a base de dar la mayor importancia al toro.

¡Mastodontes! ¡Intoreables! Bramaba la crítica bien pastoreada contra los toros que echaba Manuel Chopera, contra los Tulio, los Alonso Moreno, los Ortigao, los Murteira... y a cambio Chopera llenó la plaza de abonados y no vendió más abonos porque no se lo permitía la legislación, porque podía haber abonado las veinticuatro mil localidades si le hubiesen dejado.

Y ahora unos falsos Chopera, choperitillos, se colocan junto a sus consocios encaramados a la taquilla blandiendo una tranca, como los de los guiñoles, y a todo el que se acerca le arrean una somanta de estacazos hasta que pone pies en polvorosa con la cómplice ayuda del suave Abella, conocido como Abeya también por todos los que huyen de la taquilla. Deprimente y otoñal tauromaquia gestionada por incompetentes cuyo cálculo va en todas las direcciones posibles salvo en la de la defensa de la Fiesta.

En dos de las cuatro corridas que componen esta feria está Fandiño, y eso es una buena noticia, sobre todo porque una de las dos es la de Adolfo Martín. Ya nos gustaría ver a tanto petimetre como hay por ahí apuntándose a una de la juampedritis y a otra de Adolfo. Esto lo decimos mucho en las conversaciones y todo el mundo lo ve de lo más natural, pero el hecho es que prácticamente todos se agarran a la juampedritis y se olvidan de lo de Adolfo. Enaltezcamos por eso a Fandiño y hagamos votos porque triunfe de manera incontestable con los albaserradas.

De los cuatro festejos que componen la feria de otoño, además de los toros de Albaserrada, única tarde de verdadero interés a la que, a poco que fallen, les van a dar más palos que a una estera los de siempre, tenemos la imprescindible corrida de los atasardos/lisarnasios, homenaje a Barquerito, enésima comparecencia de la basura del Puerto de San Lorenzo, que el invierno es muy largo y los Fraile reciben la mar de bien, y dos asquerosidades de origen juampedro, la de El Ventorrillo y la de Victoriano del Río, que como todo el mundo sabe fueron elevados a los altares por aquel inolvidable jurado que, gloriosamente encabezado por Abella, y compuesto por Barquerito, Andrés Amorós, Federico Arnás, José Luis Benlloch, Pedro Javier Cáceres, José Luis de la Chica, José Manuel Durán, Jorge Fajardo, José Luis González Aldana, Carlos Ilián, Javier López, Antonio Lorca, Enrique Mazas, Juan Carlos Mesa, Manuel Molés, Miguel Ángel Moncholi, José Luis Ramón, Francisco Serrano y Vicente Zabala de la Serna, quienes tuvieron la valentía de otorgar a los cochinetes de Victoriano el triste galardón de «mejor corrida de la feria de San Isidro 2013».

¿Mejor para qué?

Para repetirlos en otoño. Para eso era.
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