jueves, 10 de octubre de 2013

El invierno se presenta caliente: las figuras quieren promover cambios / Taurología


Se detectan ya movimientos internos en el taurinismo, basados principalmente en el intento de las figuras actuales por ganar cuota de poder y decisión en la gestión global de la Fiesta. Lo quieren recuperar en sus relaciones con las grandes empresas y el campo de la televisión. Pero no vendría mal que primero lo recuperaran en la propia profesión, para hacer posible que la autenticidad de la Fiesta no se pierda por caminos que les resultarán más cómodos, pero que no conducen a ninguna parte. A ninguna parte que valga la pena.

Acaba de entrar el otoño y aún queda casi un mes de toros, antes que los taurinos empiecen sus hoy intermitentes viajes a unas Américas que ya no son tan rentables como lo fueron antaño. Bueno, pues ya se están detectando los movimiento que podrían marcar la temporada de 2014.

Resulta evidente que las cosas no pueden continuar como hasta ahora. Comenzando por esa realidad que tanto se repite: un cartel de figuras, que pretenden cobrar como tales, con tan sólo medio aforo en los tendidos. Pero mirando también a toda esa relaciones complejas entre los distintos sectores profesionales.

En estos días, Álvaro del Moral, cronista de “El Correo de Andalucía”, que tiene acreditada su ecuanimidad, publicaba unas líneas que no pueden tener más contenidos sustanciosos en su interior. Decía:

“Mientras se recogen los bártulos, se dice, se cuenta y se rumorea que los toreros se encerrarán este invierno en sus cuarteles para urdir una estrategia común contra la gran patronal taurina. Los grandes harán la guerra por su cuenta desamarrando apoderamientos que podrían erigirse en un escollo para esta guerra aplazada. Pero el senado de la torería habría distinguido a algunos empresarios para salvarlos de esta quema. Es el caso de Simón Casas, homenajeado con la famosa corrida de la Unión de Toreros que se celebró en Nimes hace muy pocas semanas.

En el telón de fondo, para sellar los nuevos tiempos de la relación de los matadores con la televisión ya se habría obtenido la cabeza de ese veterano comunicador que seguía siendo un reparo para sentarse a hablar en la misma mesa. Dicen que el cetro del invento pasará a su más joven delfín, pero revolotean otros nombres conocidos de la pequeña pantalla para reforzar la nómina de este relevo que alumbrará el nuevo escenario catódico. Algo ha cambiado en la estrategia de la cúpula de los coletudos. Hace un año quisieron hundir la barca para ahogar al barquero, pero ahora bendicen las retransmisiones del Plus –la conmemoración de los quince años de alternativa de El Juli fue una auténtica paz de Versalles--, mientras algunos siguen esperando algunas ínsulas Barataria que necesitan el derrocamiento de ese apodo familiar con reatas charras que produce urticaria y mareos a unos cuantos”.

A poco que se esté al tanto de lo que circula por los corrillos taurinos, se comprueba la realidad que en estas densas líneas apunta el cronista sevillano. Tanto la relación figuras-empresas como la que mantienen con la televisión de pago son manifiestamente mejorables. Entre otras cosas, porque hay que definir –su empresa editora también-- que orientación va a tomar el canal de Prisa. Si ya todas las televisiones de pago caminan por una línea descendente en cuanto a clientes, la de los toros no es una excepción. Y a falta de números concretos, lo evidente es que su nivel ha retrocedido una barbaridad durante 2013. Que estando de por medio con Sevilla en San Miguel y Madrid con su feria de Otoño, llene la programación con las novilladas de Arnedo es mucho más un síntoma.

Pero, en el fondo, lo que tienen que definir entre todos es el papel que corresponde --al menos, que quieren adjudicar-- a la televisión en la Tauromaquia, comenzando por estudiar el impacto real que tiene en taquilla el hecho de que un festejo sea retransmitido en directo. Y eso sin olvidar que ya se cuenta con experiencias alternativas, tanto a los canales de pago como a los que son en abierto, ajenas a las empresas audiovisuales. No han trascendido datos de cuál fue su nivel de negocio empresarial, pero la experiencia vivida con la Feria del Arte y la Cultura en Madrid, televisada por vía de internet, constituye hoy una alternativa nueva. Tecnológicamente es una apuesta, según los expertos, que tiene futuro, en los toros y fuera de ello, entre otras cosas porque pasa a tener como mercado todo el mundo, sin las imitaciones de los espacios radioeléctricos.

Y todo ello, además, teniendo muy presente que, mientras no cambien los signos de los dineros públicos, todo esto debe acometerse desde el sector privado. Las arcas de RTVE, o de las propias autonómicas, no están para muchas alegrías, cuando encima salen luego organismos que teóricamente vigilan la salud televisiva --que vigilan más bien poco: el 80% de los contenidos en horario infantil son desaconsejables para menores-- y ponen a caldo a las televisiones, a los taurinos y a los aficionados, como si lo nuestro rayara con el Código Penal.

Pero, de paso, no es precisamente un anécdota recordar que si lo que pretenden los taurinos en el caso de la televisión es contar con unos medios domesticados a su medida e intereses, equivocan el tiro. Ni eso hoy es empresarialmente sostenible, ni la comunicación online permite la vieja figura de la información de pago y a medida de las figuras: quien lo quiera hacer, queda desmentido en los 10 minutos siguientes por las redes sociales. La copla del periodismo constructivo ya es como del siglo XIX.

No es menor el problema de las relaciones empresarios-figuras, aunque algunos hoy parezcan ser olvidadizos de la “sopa boba” de la que han disfrutado con la fórmula acomodaticia del “sota, caballo y rey”, acaparando de paso las corridas más presuntamente cómodas y sabiendo ya en enero en qué plazas harán el paseíllo cuando llegue octubre.

Que el torero, figuras incluidas, hoy ha perdido fuerza es una realidad incuestionable. Aunque miren hacia otro lado, la primera causa de esta realidad está en ellos mismos, que han destruido la aureola mítica del torero, y no sólo ni principalmente por el recurso a la prensa rosa –que es una cuestión anecdótica--, sino porque han hecho todo lo necesario para desproveer a la Fiesta de los toros de ese elemento tan esencial que siempre fue la emoción y el riesgo, para sustituirlas por la cómoda figura de la tranquilidad. ¿No será que ese espectáculo monótono y anodino tantas tardes es el que aparta a muchos espectadores de acudir a los tendidos? Probablemente habrá tenido más efecto negativo que la propia crisis económica. Y es que históricamente está comprobado que cuando la Fiesta pierde autenticidad, en la misma proporción pierde clientela y pierde interés.

A partir de esa puesta en valor del torero como el héroe en torno al que recircula la Fiesta, deberá venir el establecimiento del nuevo marco relacional que pretenden con las grandes empresas, de las que en la mayoría de los casos hasta ahora han sido, para su seguro beneficio, tranquilos acompañantes en el viaje que constituye toda temporada.

Y el ejemplo lo encuentran en sus propias filas. Cuando el torero tiene la aureola casi mítica del héroe, recupera el mando de las cosas taurinas. José Tomás es un ejemplo evidente de todo ello. Sin necesidad de conciliábulo alguno, todos respetan su sitio. Como hicieron antes con otros compañeros que, entre otras cosas, llenaban cada tarde los tendidos. De paso, no harían mal quienes ahora quieren reconducir sus relaciones con la gran patronal en mirar hacia el de Galapagar, porque como éste decida que en 2014 hace temporada completa, hace trizas todos los demás planes.

¿Qué los empresarios tienen que cambiar? Eso es de manual de 1º de Económicas. A pérdidas no hay quien pueda soportar ninguna actividad de negocio. Por eso tendrían que pensar cual es la causa de que eso ocurra. Lo cómodo es adjudicárselo a la crisis; lo incómodo pensar que, a lo mejor, enredados en sus propios intereses se ha ido apartado de lo que su clientela --ya sean aficionados, ya espectadores de ocasión-- esperan hoy de un espectáculo taurino, que como actividad de ocio además resulta carísima.

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