"...No es uno más, Juan. Tú lo sabes y sé que estarás allá arriba contento como unas pascuas viendo cómo otro Posada pide paso con las credenciales del arte y la personalidad como estandarte. ¡Bendita sea la diferencia!..."
Tres Diamantes
Paco Mora
¿Lo has visto Juan? Ni por la cara ni por las hechuras puede desmentir la casta. Se anuncia Posada de Maravillas y está llamado a continuar la secular saga de los Posada en los comienzos de este siglo XXI. Es un diamante que a poco que lo pulan va a decir mucho en esta amuermada Fiesta de toros bobalicones y toreros pegapases, técnicamente perfectos pero inodoros, insaboros e insípidos. Tiene ángel el chiquillo, como lo tuviste tú. Quién sabe adónde podrías haber llegado si aquella maldita cornada no hubiera frenado tu carrera. Hoy en Arnedo ha dejado patente la importancia de ser distinto. No es uno más, Juan. Tú lo sabes y sé que estarás allá arriba contento como unas pascuas viendo cómo otro Posada pide paso con las credenciales del arte y la personalidad como estandarte. ¡Bendita sea la diferencia!
Me lo dijo Paco Medina cuando todavía toreaba sin picadores: “Tocayo, fíjate bien en él que va a ser figura del toreo”. Se refería a Álvaro Lorenzo, de la tierra de los buenos aceros. Otro diamante en bruto y ya entusiasma su cuajo, su colocación y su profundidad. Un joven tigre que demuestra su valor toreando con las manos bajas y tragando lo indecible. Y se va detrás de la espada. No necesita chuparles el pitón ni darles besos en los belfos a los novillos. (*) Claro lo que tuvo delante esta tarde eran auténticos toros para muchas plazas de segunda, y con esos las carantoñas están fuera de lugar; hay que torearlos. Si los malos mengues no lo impiden Toledo tiene un torero de postín en Álvaro Lorenzo. Tenías razón, Paco.
El dije valenciano no tiene suerte con los presidentes. Román sigue llevando en el esportón el bastón de mariscal. Sigue esperándolos y arrastrándoles la muleta por la arena a cuatro dedos del hocico. Y ha crecido mucho en conocimientos y en técnica sin perder un gramo de su frescura y calidad. Con un presidente que no necesitara bicarbonato para estar en el palco y más suerte con la espada, habría cortado una oreja a cada uno de sus novillos. Pero la Fiesta sigue y salvo hecatombe no previsible, a Román lo han de ver estos ojos que se han de comer la tierra codeándose con los toreros más postineros. Al tiempo…
*Digo lo del beso por no contestar de otro modo a quienes aquí al lado responden a uno de mis billetes con peor estilo que un marrajo resabiado, manso y capón.
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