"...Antonio Ferrera sí que se ha consolidado y hasta crecido..."
ANÁLISIS DE LA TEMPORADA 2013 (III). Controvertida segunda fila con Fandiño y Padilla en cabeza
José Antonio del Moral
Que Juan José Padilla y El Cordobés (Manuel Díaz) figuren en el primer y quinto lugares del escalafón extraña a muchos. Que Iván Fandiño ocupe el tercer puesto resulta más lógico y explicable aunque, tal y como cubrió su particular campaña, se especula con el lugar que disfrutará o padecerá cuando finalice la próxima temporada. Sencilla y llanamente dicho porque, pese a los meritísimos esfuerzos del vizcaíno, tampoco en este 2013 logró convertirse en figura aunque en un momento de su campaña pareció que lo conseguiría.
Antonio Ferrera sí que se ha consolidado y hasta crecido. Pero, sobre todo, progresó por lo mucho que ha templado y dulcificado su manera de torear con la muleta aunque casi siempre con la antesala de sus ademanes demagógicos. Ahí quedó su triunfal tarde en el otoño madrileño como máximo ejemplo de lo que acabo de reconocerle. ¿Habrán sido los consejos de El Tato como nuevo apoderado del extremeño los causantes de su transfiguración?
Daniel Luque continuó apuntando a lo más alto pero sin apenas dar en las dianas que necesita para ser quien quiere. No despega del todo Daniel contrariando a los que creyeron en él desde que salió y hasta dijeron que iba a cavar con todos. Este año y por lo que se refiere a sus actuaciones en plazas de primera, lo mejor que le vi fue en la feria de El Pilar en Zaragoza. Una gran y perfecta faena insuficientemente premiada. Cuando logre algo parecido y, aún más, si lo mejorase cuanto antes en Sevilla y en Madrid, dará el gran paso que todavía no ha dado. Si no lo da, seguirá donde está que, por otra parte, es suficiente para seguir funcionando. Pero no lo que Daniel buscó sin que se sepa si todavía lo busca.
Lo de Javier Castaño es algo tan insólito como para muchos atractivo pero dañino para él. Aunque en número de corridas funcionó muy bien (octavo en el ranking con 41 festejos) que es de lo que se trataba utilizando a su preconfigurada cuadrilla, la verdad es que sus picadores y banderilleros casi siempre se lucieron bastante más que el matador por alterar el natural orden de mando en la lidia. Bien está que los subalternos hagan bien y hasta muy bien las cosas, pero a medio y largo plazo no parece conveniente que lo consigan en detrimento de quien es el más obligado a lograrlo que no es otro que el jefe del equipo, el matador. En muchas de sus actuaciones pareció que los picadores y los peones eran más importantes que quien siempre debería serlo. Lo que sucedió una tarde de agosto en la plaza francesa de Dax fue una pasada al respecto.
De Manuel Díaz solo cabe decir que aunque tiene indudable mérito sostenerse pese a su ostensible bajón, lo consigue gracias a sus muchas tablas y a su inseparable simpatía. Le cae bien a todo el mundo y, solo por la buena persona que es, continuamos soportándole.
Con lo que acaban de leer creo que sería bastante para explicar les respectivos casos de los mencionados. Pero merece la pena que nos detengamos con dos de estos seis matadores.
Fandiñó no logró su propósito tras tenerlo en la mano
Me interesó mucho este año Iván Fandiño porque fue cuando más cerca anduvo de convertirse en figura. Lo llevaba intentando con evidente ahínco y con la ayuda de sus muchos predicadores y tantas veces engañosos corifeos que siempre exageran sus éxitos hasta agotar los máximos adjetivos, pero tampoco este año lo consiguió. Veamos por qué. Lo que no se puede negar fue su encomiable lucha por lograrlo. Sobre todo tras su cornada en la primera de las tres corridas que tenía contratadas en la Feria de San Isidro. Su plaza talismán con lo que ello supone para cualquiera que se vista de luces con oro. Ya habíamos visto muy bien a Fandiño en las Fallas. En mí opinión, incluso sorprendentemente bien y así lo reconocí con un chapeau sincero por mi parte. La siempre llamativa entrega y el asimismo notable valor de Iván quedaron patentes al reaparecer con tantas ganas y aún con más sitio que el día del percance. Pero fue a partir de su gran triunfo en los Sanfermines, cuando encontró la ocasión de mostrarse realmente pletórico por todos los conceptos. Sobremanera en la feria francesa de Mont de Marsan. Tras lo que hizo en la primera corrida alterando con El Juli quien, por cierto, intentó que no le pusieran junto a él y la señora Alcaldesa de la capital de Las Landas se plantó diciéndole a El Juli que de eso nada, encabecé mi crónica de aquella corrida con el siguiente título: “Fandiño rompe en figura en Mont de Marsan”. Así lo reconocieron todos los que lo vimos y aún más tras su nuevo gran triunfo en la segunda tarde de esta misma feria. Tenía por cubrir varios compromisos definitivos y a todos acudí con renovada ilusión y el mismo interés. Los primeros fueron también en Francia. Por delante con seis toros de Fuente Ymbro en Bayona y un mano a mano con Perera en Dax. Y pocos días después, otro mano a mano con Perera en Bilbao para completar la apuesta en las dos corridas que toreó en la Feria de Otoño de Madrid. Aunque entre estas tardes actuó en varias plazas con éxito y orejas, fueron las citas mencionadas las más determinantes por verse más obligado a superar la prueba con mayor fuerza y nitidez que nunca.
Aunque no tuvo demasiada suerte con los toros que le correspondió lidiar en cada una, la verdad fue que Fandiño naufragó. No me extrañó que fuera incapaz de conseguirlo en Bayona en donde le recibieron con un clamoroso homenaje tras el paseíllo. Nunca había visto nada parecido en Bayona con nadie. Pero como sucediera en las dos tardes en solitario del año anterior, una en Bilbao y otra en Valencia, en Bayona le ocurrió lo mismo: no le funcionó la cabeza y se atragantó. Nunca más debería matar seis toros en solitario porque no es torero para hacerlo y ya van tres. Otro tanto sucedió en los enfrentamientos con Miguel Ángel Perera quien prácticamente lo barrió. Y tampoco en Madrid. Sobre todo en la corrida que toreó junto a El Cid. Y es que no es lo mismo torear al lado de diestros de medio pelo por muy valientes que sean, que hacerlo con figuras ya contrastadas. Y no lo es porque siempre se puede padecer del término de la comparación si sus importantes contendientes consiguen estar bien. Que es lo que más precisamente distingue a las figuras. En valor y en técnica, Perera siempre será superior a Fandiño por muy bien que esté. Fue una temeridad enfrentarse al extremaño cara a cara. Y en maneras con respecto a los que interpretan el toreo con arte o con gran personalidad, la comparación suele resultar más patente y más peligrosa. En Madrid, como último ejemplo, El Cid cuajó una sorprendente gran faena y allí se acabó la corrida. Fue absolutamente imposible superar aquello y los miles de aficionados que fueron para apoyar incondicionalmente a Fandiño, no le hicieron ni caso después de lo hecho por El Cid pese a sus fallos con la espada. Y el año que viene, ¿qué? Pues a volver a empezar. Creo sinceramente que Fandiño es un buen torero, también que puede durar y ganar un buen dinero. Pero dudo que logre salir del lugar que ocupa en la cabeza de la segunda fila. Entrar y mantenerse en la primera es algo privativo de los elegidos aunque por supuesto que seré el primero en rectificar si Fandiño lo consiguiera.
Los abusos de Juan José Padilla
Para que no digan que solamente yo desmerezco lo que está haciendo Juan José Padilla una vez superados con incuestionables méritos los efectos físicos y morales de su terrible percance en Zaragoza de hace tres años, voy a reproducir lo que acaba de escribir sobre el jerezano alguien tan imparcial y sabio como Ricardo Díaz Manresa que en la crítica ya está por encima del bien y del mal: “Por mucho que haya que admirar a Padilla por su gran ejemplo de superación, no es lógico verlo el primero de la lista con 66 tardes toreadas, más que ninguno y, doblemente extraño, porque ha sido la segunda temporada de su nueva vida, pasada por tanto ya la novedad o el morbo del público de verlo para creerlo. Y tampoco es que toree mejor que antes, sólo que más cómodo porque pasó de las ganaderías del infierno a las de los ángeles. Incluso le oí en una de las primeras que toreó tras el percance, en la Fallas de Valencia, que le daba lástima el toro que no tenía fuerza. Pronto iba a decir eso en su etapa anterior”.
Totalmente de acuerdo con el compañero y maestro. Solamente añadir por mi parte que Padilla está abusando excesivamente de la lógica simpatía que sigue despertando con unas actuaciones que se alejan de lo que el toreo, aparte riesgos, debe ser. Los histrionismos, los gestos de mal gusto y las chabacanerías que prodiga el jerezano con la frecuente exhibición de la bandera pirata incluida, no solo son una falta de respeto al toreo en general y a sus compañeros de cada tarde en particular, también a sí mismo. Hace años, las grandes figuras de entonces no se lo habrían consentido. Vamos que no habrían toreado más de una vez con él. Si los de ahora tragan es para aprovechar la mucha gente que va a verle por puro morbo, no por lo que hace. Sea por favor con interés comercial o por sincero compañerismo, alguien tendría que poner coto a sus desmadres gestuales. A Padilla no solo le ha beneficiado su desgracia, también la crisis y el menor tirón taquillero de las figuras instaladas.
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