Importante triunfo de “El Victoriano” y Valencia (en la grafica), frente a un muy interesante encierro en el cierre de la Feria de Valencia.En la novillada de cierre de la Feria de Valencia / Fotos: Aníbal García Soteldo
Puerta
Grande para “El Victoriano” y Valencia
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Novillada de lujo la que se han permitido
presentar los ganaderos Euclides Sánchez y Orlando Echenagucia en este duelo de
ganaderías que significó ver utreros de las divisas de Laguna Blanca y La Cruz de Hierro, en una clara
demostración de importancia a la plaza, afición y toreros. Qué pena que esta no
tuvo el eco que merecía si se hubiese llevado a cabo el pasado fin de semana en
el marco central del serial. Caprichos inauditos de algunos dirían por allí…
“El Victoriano” se ha trabajado una tarde que dé
comienzo no tuvo suerte en su haber. El novillo de Laguna Blanca, « Cacaíto» de
nombre, que abrió plaza se lesionaría tras estrellarse en el burladero, por lo
que las buenas maneras en el capote y el caballo se diluyeron, tras ser
apuntillado. Frente al cuarto de La
Cruz de Hierro, este se vino a menos en el engaño, para
rajarse y literalmente “agarrarse del piso”. No estuvo certero con el acero,
por lo que tras descabellarlo, se le silenciaria tras un aviso.
Con el que cerró plaza, un sobrero de regalo, anunciado
como «Maderero» de Laguna Blanca se cubrió de entrega delante de un ejemplar de
noble recorrido el cual cubrió totalmente su lidia, saludándole de capa,
picándole, banderilleándole, toreándole de muleta con variedad y firmeza, para
finalmente despacharle de soberbio volapié, para ser premiado con las dos
orejas.
Valencia ha dejado nuevamente constancia de la
raza que le adorna, aun cuando su firma y estado físico deja mucho que desear. Con
el que hizo segundo de la tarde, «Quita Pesares» de La Cruz de Hierro, voluntad y tesón
desplegaría en el ruedo, en un trasteo en las cercanías de tablas donde su aún
poco pulida técnica le hizo estar por los aires hasta en cuatro ocasiones, sin mayores
consecuencias por fortuna. Le despachó con brevedad, permitiéndose una vuelta
al ruedo.
Con el quinto, de Laguna Blanca, nuevamente las
limitadas facultades para resolver la papeleta en momentos de apuro delante de
los pitones le paso factura en una dramática voltereta de la que volvió grogui
de la enfermería para armarle una faena “riñonuda”, más de aguante, ante un
animal que le midió en cada pase que le instrumentó. El soberbio volapié con la
que se fue tras el estoque hizo que la pañolada unánime se hiciera presente, no
quedando motivos al Sr. Julio Lozano, sacar los pañuelos y conceder par de
orejas.
Detalles de interés los que ha dejado en el
tintero el novillero merideño Carlos Sulbarán, el cual despacho en primeras
instancias un ejemplar encastado de La
Cruz de Hierro, el cual basó en su mayoría por la mano
diestra. Al segundo viaje con el acero le envió a las mulillas, para dar una
merecida vuelta al ruedo.
Con el que hizo sexto, de Laguna Blanca, nuevamente
Sulbarán ha dejado motivos para considerársele el alumno más aventajado con que
cuenta la Escuela
Taurina “Humberto Álvarez” de Mérida, frente a un astado que
se fue acabando el gas de su recorrido, exponiendo en cercanías el mencionado
espada, que incluso que fuese volteado en las postrimerías de actuación. El
fallo con el acero nuevamente hizo que al final saludara desde el tercio tras
escuchar un aviso.
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