martes, 3 de diciembre de 2013

MEXHINCADOS / Por EL BARDO Y PÁEZ



Sin Tapujos
EL BARDO Y PÁEZ

MEXHINCADOS

Bardo de la Taurina:
Independientemente del desenlace estrictamente taurino registrado en la corrida ‘campechana’ ¿o sería mixta? de ayer domingo en el ‘Barquillo de cemento’, me concretaré a versar sobre algunas cosillas que se registraron previas al cartelazo Teletónico en el cual se regaló a la afición la presencia en el ruedo de ejemplares que son el producto de vacas españolas que fueron preñadas por sementales también peninsulares.

Y si al respecto alguien se preguntó cuál es el real interés que generan los productos españoles paridos entre nopales y huizaches, yo les diría que este se notó básicamente en el alboroto despertado a las afueras de la plaza por esos delincuentes conocidos como revendedores, los cuales se portaron bien ojetes con los adquirientes pues aparte de lo descomunal de los sobreprecios los engaños estuvieron a la orden del día sobre todo a la hora de bocear su mercancía que no era otra que los cartoncillos de Tiketmaster.

Y pa’ cimentar lo referente a los engaños chéquense estos gritos que salían de los cogotes de los revendedores: ‘Aquí boletos pa’ ver el cartel que ni en Madri podrá usted ver’ ¿Y cómo se va a ver en Madrid si allá no anuncian en su cartel ‘cumbre’ a una novillera con tres aspirantes a figuras del toreo? O este otro de: ‘Los boletos cuestan caros, porque hoy torean los tres guapos’. Pero se nota que los estafadores no sabían ni quién toreaba, pues pa guapos Enrique Ponce, José María Manzanares, Federico Pizarro o Rodolfo Bello, que además es rejoneador con alternativa y quien debió de haber abierto el cartel ¿Y que tal el que gritaba: ‘Hoy, los toreros más valientes de México’ ¡Ay, güey! me dije, ¿a poco van a torear Juan Luis Silis y Luis Conrado? 

¡Pinches revendedores!, aparte de estafadores ignorantes y mentirosos. 

Leonardo Páez:
Mexhincado es neologismo que me inspiró hace años la conmovedora actitud de esos taurinos que pretendiéndose mexicanos no tienen inconveniente en postrarse ante lo extranjero en general y ante lo español en particular. Desde empresarios hasta monosabios, pasando por ganaderos, periodistas y autoridades, conocedores y villamelones, esta otra versión del malinchismo pretende revestirse de un falso refinamiento, ya por acomplejada convicción, anhelos de falsa autenticidad o por estímulos diversos. En Sudamérica son campeones sin culpa de este coloniaje taurino.

Rigoristas y descalificadores al valorar a los diestros nacionales, su entreguismo exhibe una patológica disposición al éxtasis ante lo bueno, regular o malo que hagan los importados, con la ilusión de que con ello adquieren estatus como aficionados y rango de degustadores cosmopolitas. Lo que aquí haga un coleta mexicano “tiene poca importancia, pues lo hace ante toros carentes de edad y trapío”; lo que ejecute un visitante, de preferencia español o de perdis francés, “demuestra arte, oficio y profesionalismo”, así haya sido realizado con esas mismas reses disminuidas. 

Como focas amaestradas, los mexhincados aplauden los dependientes criterios importadores de las empresas, con la mansa aceptación de que aquí, por inconfesadas pero evidentes razones, ya no pueden surgir toreros con arrastre –sello, seso y celo– que hagan renacer los partidarismos, despierten la pasión y metan de nuevo al gran público a las plazas.

Por fin, en la séptima corrida de la temporada menos chica 13-14 en el CECETLA o Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje, antes Plaza México, los empeñosos promotores casi logran ofrecer una tarde de toros con categoría y grandeza. ¿Por qué casi? Porque tuvieron que recurrir a un encaste español “para que se viera que eran toros”, echar por delante a una rejoneadora sin alternativa ni actuaciones regulares y entender, al cuarto para las doce, que el potencial taurino de México exige otros criterios y otras políticas para su engrandecimiento. Tres magníficos toreros mexicanos, figuras en cierne, tuvieron que ir a examinarse a España y hacerse valer, porque en México “no hacemos toreros, contratamos figuras”, como dijo el cecetlo hace años.

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