martes, 21 de enero de 2014

¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA! / Por Pla Ventura

Faltan pruebas o razones, no basta decir ¡Fuera, Fuera! a lo que no les gusta

"...Que quiten a Canorea, dicen ellos. Pero nadie ha explicado el motivo, algo que resulta muy curioso. Para que se juzgue a una persona, primero tiene que haber un delito y, como explico, nadie conocemos el delito de Canorea..."

¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA!

Pla Ventura
Este podría ser el grito de guerra de los cinco primeros espadas, las máximas figuras del escalafón que, pese a todo, siguen empecinados en pedirles a los maestrantes sevillanos que echen a Canorea de la plaza de Sevilla puesto que, con este hombre de empresario, los citados diestros dicen que no torearán en dicha plaza. Sin duda, si no lo hicieran, el enorme colectivo de matadores de toros que tenemos en la actualidad, se lo agradecerían infinitamente. Ya se sabe, a rey muerto, rey puesto.

Creo que estamos llegando hasta la locura más insospechada. Cierto es que, en España, por distintas cuestiones, todo funciona al revés; se ha perdido la lógica, la coherencia, el sentido común en todos los órdenes y, desdichadamente, en los toros no podía ser una excepción. ¡Qué pena!

Como explico, cuando todos creíamos e incluso presumíamos de la sensatez del mundo de los toros, llegan unos iluminados para recordarnos, como apunto, que los toros no quedan como excepción en nada; que son un colectivo más atrapado por la esquizofrenia de unos señoritos ricos que, al más puro estilo feudal, como hicieron los comunistas en plena guerra civil, echar a los señoritos para sentarse ellos en las poltronas de los ricos.

Que quiten a Canorea, dicen ellos. Pero nadie ha explicado el motivo, algo que resulta muy curioso. Para que se juzgue a una persona, primero tiene que haber un delito y, como explico, nadie conocemos el delito de Canorea. Lo que piden los señoritos no es otra cosa que si por ejemplo, un gran cliente de Zara la dijera a Amancio Ortega que quitara de su puesto a Pablo Isla, su “brazo derecho”, claro que, el gallego diría, si usted no quiere comprar, no lo haga; pero yo en mi casa hago lo que me da la gana.

Por esa misma regla de tres podrían pedirle a la Casa de Misericordia de Pamplona que quitara a sus dirigentes, o a la Comunidad de Madrid para que le rescindieran el contrato a Chopera. Y así, sucesivamente. ¡Fuera¡ ¡Fuera! ¡Fuera! Este podría ser el grito de guerra por parte de los diestros citados pero, ¿por qué? Deben de contestar dicha pregunta porque de lo contrario los aficionados acabaremos todos locos. ¿Imagina alguien a los católicos de Madrid, por citar una ciudad emblemática, pidiéndole al Papa que quitara de su iglesia a Rouco Varela? Nadie lo entendería. Y así, miles de ejemplos que nos darían la medida de la total esquizofrenia que venimos sufriendo.

Digan ustedes los motivos, señores figuras del toreo, digan los motivos por los cuáles hay que echar al empresario de Sevilla y, como antes decía, luego, sabidos éstos, ya le juzgaremos si en verdad corresponde. Y no estoy abogando por empresario alguno puesto que, como sabemos, el empresario siempre es el gran beneficiado en las cuestiones taurinas; pero sí me molesta que se atente contra la lógica. A todo esto, uno de los “rebeldes”, Morante de la Puebla ha confesado que, en esta temporada quiere torear treinta corridas de toros. Fantástico me parece. Primero, Morante, no vaya a usted a Sevilla puesto que está en su derecho de no hacerlo, nadie le criticaría; lo que sí es criticable es usar la fuerza bruta para satisfacer un capricho. 

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