domingo, 23 de febrero de 2014

BELMONTE EN MÉXICO / Por José María Sánchez Martínez-Rivero.

Gaona alternó con Belmonte los días 7, 12, 14 y 21 de diciembre de 1913, y el 25 de enero y 1 de febrero y 15 del mismo mes de 1914. Algunas de estas corridas fueron mano a mano que desataron las pasiones de los aficionados.

A los cien años de su última corrida
JUAN BELMONTE EN MÉXICO

  • La estancia de Belmonte en México se prolongó desde el 9 de noviembre de 1913 hasta el 20 de febrero de 1914. 


José María Sánchez Martínez-Rivero.
Febrero de 2014, en Collado-Villalba.
Juan Belmonte debutó en México el 9 de noviembre de 1913. El viaje lo emprendió desde Francia en un barco que, para aquella época se consideraba rápido, pues, tardó en la travesía cuatro días y medio. Tras desembarcar, se trasladó a la capital federal en ferrocarril haciendo el recorrido en cuatro días. La llegada del fenómeno a la capital tuvo lugar unas horas antes de su presentación, en la plaza, al público mexicano.

En este viaje le acompañaron como miembros de su cuadrilla, el picador Céntimo, y los banderilleros Pinturas, Calderón, Vito y Pilín. Su mozo de espadas Antoñito Conde, fue obligado a volver a España por las autoridades de Nueva York por padecer, presuntamente, una infección que luego no fue tal.

La estancia de Belmonte en México se prolongó desde el 9 de noviembre de 1913 hasta el 20 de febrero de 1914. 

La fama que Juan llevaba de España hizo que su presentación adquiriera visos de acontecimiento muy importante, puede decirse que único, en el mundo taurino de aquella época.

Juan Belmonte, lleno de entusiasmo, fe taurina en si mismo y triunfador en España, no defraudó al público mexicano.

La crítica taurina, en los rotativos mexicanos, hizo patente el entusiasmo por la presentación de Juan Belmonte en México. Pocas veces, se han leído mayores elogios a un torero español. Reflejemos algunos de los comentarios vertidos por la prensa de aquel acontecimiento.

El Imparcial:

“El perfil de Belmonte se ha puesto ayer de mayor relieve que cuando tuvimos noticias de su grato arribo a esta hospitalaria ciudad de México. 

Belmonte en la calle sin ninguna adorno flamenco en su vestimenta; tipo de cansado; ojos místicos y humilde; trato admirable, no parece ni de cerca ni de lejos la asombrosa figura taurina que muchas veces nos ha pintado el revistero Don Modesto.

"Y luego es preciso ver torear a este coloso! Es preciso verle para darse cuenta perfecta de que en él todo está en armonía; que se abandona de tal suerte a este juego terrible y mortal, que seguramente en aquellos momentos el mundo entero está encerrado para él en la estrecha cuna de sus adversarios y en las miradas enloquecidas de esas veintemil pupilas que, clavadas en su persona, siguen, conmovidas por el espanto, toda la gracia audaz, toda la agilidad, sorprendente que hay en sus movimientos.” 

Toreó de capa colosalmente a su primer toro. La faena de muleta quedó reflejada por la prensa en estos términos:

“Su hazaña con la muleta en este toro merece los honores del mármol y quedar esculpida en lo más alto frontis del templo de ese arte fascinador del toreo.

¡Qué cuatro pases naturales! Muchas maravillas se cuentan y muy raras hazañas se comentan de toreros de gigantesca talla; pero seguramente (y a apelo para ello a los que de los toros saben) para que conmigo levanten un clamor inmenso de hosanna hacia este Belmonte que con solo esa faena tiene derecho para colocarse en el alto sitial de los maestros, ninguna más grandiosa, porque esos pases, ¡oh afición!, quizá no vuelva a verlos nunca. Eslabonados de forma tan perfecta, con perfiles tan clásicos, con ademanes tan artísticos…

Podía no haber hecho más Belmonte en la tarde de ayer, y hubiera bastado con esa faena, fugaz como el relámpago y fascinadora como la maravilla, para que las gargantas enronquecieran gritando ¡olés! A este diestro excepcional que lleva el rojo trapo el imán donde se prende los júbilos, los triunfos y los entusiasmos.”

El Independiente, veía también a Belmonte como gran figura del toreo y publicaba:

“Se dice que Belmonte recuerda a Montes; Error, inmenso error, Belmonte no se parece a nadie. Ya le vimos, ya no nos guía el criterio de ese fárrago de crónicas que hablaban de Belmonte como algo sobrenatural. Ya le vimos, y nos parece que todos los elogios que se han hecho del fenómeno son tibios, incoloros; ¡Belmonte es más grande que su fama!”.

Otra opinión sobre la faena de Juan Belmonte a su primer toro fue la siguiente:

“Aquel primer toro de Belmonte era el de más respeto de la corrida, bien puesto de pitones; hondo, grande y poderoso que propinó monumentales costaladas a los picadores dando lugar a que Belmonte hiciera un quite doble, el mejor, el más maravilloso que hemos visto hacer. Aquello no se describe, se ve. El que no haya contemplado a Juan Belmonte haciendo esa suerte no puede formarse una idea de ella. El torero empezó con una media verónica, de esas que le han dado fama mundial, y siguió con otra, tan pegada a los costillares, tan metida entre los pitones, que en toda la plaza estalló un grito de enorme entusiasmo; parecía que aquella multitud solo tenía una boca, y que esa boca solo sabía un nombre: el de Juan Belmonte".

La faena a su quinto toro mereció el elogio de faena monumental:

“Lo que hizo con este quinto toro se recordará por muchos años, cuando se hable de una faena monumental; se traerá a la memoria la ejecutada por el fenómeno con el toro de Piedras Negras.

En un palmo de terreno dio Juan ocho pases únicamente, pero a cual más maravillosos. Uno de pecho inconmensurable, al que siguió, en una faena arrancada, un molinete espeluznante. Y la faena, coronada con un volapié acostándose en el morrillo y dejando el acero en todo lo alto. La ovación fue indescriptible.”

La presentación en México de Belmonte produjo en los aficionados tal impacto que se crearon dos partidos taurinos –el de los que admiraban a Juan y el de los que lo hacían con Gaona- irreconciliables que, a veces, llegaban a las manos cuando ambos toreaban juntos. El torero mexicano, gloria de la afición mexicana, compitió con las grandes figuras de su época, Joselito y el mismo Belmonte, a gran altura. Rodolfo Gaona torero clásico, ejecutaba el toreo, con gran conocimiento del toro, erguido y parado con sobriedad y mando. Era gran matador y destacado banderillero –tal vez a la altura de Joselito el Gallo-, fue muy querido en España y siempre se le ha tenido por gran figura del toreo. 

Gaona alternó con Belmonte los días 7, 12, 14 y 21 de diciembre de 1913, y el 25 de enero y 1 de febrero y 15 del mismo mes de 1914. Algunas de estas corridas fueron mano a mano que desataron las pasiones de los aficionados.

El torero mexicano, en una carta a su amigo en España, Don Pedro Nau le dice:

“Ya estamos, querido Don Pedro, frente a frente Belmonte y yo. Lo mismo los españoles aficionados que mis paisanos de México, no saben vivir sin sembrar odios taurinos. Por gusto de todos, nos encerrarían a los dos juntos en una jaula para acabáramos el uno al otro a mordiscos y puñetazos. Pero resulta que Belmonte es azúcar pura, en punto a bondad e intenciones. No tira una ventaja ni sabe hacer una mala faena al compañero. Torea en su toro y no estorba en el que no le corresponde. Y no es de mí, es del propio Patas Largas. Y tampoco nunca dice esta boca es mía. Maera, que va mucho con Calderón y con Pinturas, me ha dicho que Belmonte tiene muchas ganas de verse en Madrid conmigo. Y de acompañarse con mí amistad. Yo se lo agradezco mucho.”

La nobleza de Rodolfo Gaona queda patente en esta carta en la que opina de Belmonte, su rival en el ruedo.

Los aficionados y críticos taurinos mexicanos creían que Belmonte tenía algún don que hacía que los toros lo respetaran y que era insensible. A este respecto, el cronista de La Nación escribió:

“ Está comprobada la insensibilidad de Belmonte, porque es un individuo que siempre está sonriente ante el peligro, que suele silbar cuando se dirige a brindar, que jamás se lleva las manos a los sitios en que los toros le han pegado, que le causa una herida y no le da un tanto así de importancia, y porque estrella el automóvil en que viaja y antes de ver si tiene alguna lesión se apresura a buscar la máquina fotográfica para grabar en su placa los desperfectos del coche.

Un hombre así, naturalmente hablando, es también un fenómeno.

Belmonte sonriendo siempre ante el peligro, hizo una faena colosal, que remató con una estocada en todo lo alto.”

El pasado día 9 de noviembre se cumplieron los 100 años de la presentación en México de un torero español, primerísima figura del toreo y creador de las nuevas formas de torear que luego se impondrían. 

Habrían de transcurrir 32 años para que otro torero español a su llegada a México en noviembre de 1945, Manuel Rodríguez, Manolete, revolucionara a la afición mexicana con su toreo. Se le esperaba con extraordinario interés. Un interés solo comparable al despertado por el fenómeno de Triana. 

Su presentación se efectuó el domingo 9 de diciembre de 1945, alternando con Silverio Pérez y Eduardo Solórzano con toros de Torrecilla. 

Belmonte y Manolete fueron muy queridos en México, afición sentimental y entendida. Aún hoy se les recuerda con cariño y respeto.

6 comentarios:

  1. Tengo que pedirle disculpas a Don Juan Lamarca, por usar una vez más el titular del post para hacer mi comentario, en esta ocasión sería “Antonio Machado en Francia”.

    Ayer se cumplía el 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado en el pueblecito francés de Colliure, por lo que se podría decir que “la poesía murió en el exilio”.

    El talentoso poeta engrosó las filas de la diáspora republicana, cruzando la frontera francesa. Falleció tan solo un mes después, en un modesto hotel de Colliure. Machado murió "ligero de equipaje", pero su poesía engrosará el nuestro de por vida.

    ‘Adiós, madre’ fueron sus dos últimas palabras. Tras pronunciarlas entró en coma y falleció a las tres y media de la tarde del 22 de febrero de 1939. Su madre, que agonizaba en la misma habitación, fallecía tres días después.

    Antonio Machado, era republicano hasta la médula. Sus escritos dan fe de ello: “Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano. La naturaleza y la historia parecen fundirse en una clara leyenda anticipada o en un romance infantil...”

    El escritor José María Martínez Laseca a escrito “Vigencia de Antonio Machado”, dice así:
    “El 22 de febrero de 1939 fallecía el poeta Antonio Machado en Collioure (Francia). Todavía hoy nos impresionan tan trágicas circunstancias. No fue por una neumonía, como se dice, sino por el dolor de la pérdida de España: venía herido de muerte del fatal éxodo de la guerra incivil. Y allá, en suelo extraño, queda enterrada la caja de resonancia más emotiva de nuestra historia inmediata.

    Porque Machado —cual “el olmo seco”— simboliza la derrota de las ilusiones republicanas. De aquel proyecto laico, democrático y social para España, que pudo haber sido y no fue por culpa del alzamiento de los facciosos.

    Han pasado 75 años, pero su legado sigue vivo. Antonio Machado es nuestro poeta nacional, del que más versos se leen y se cantan. “Es para España lo que Paul Valéry en Francia”, advirtió Corpus Barga al cruzar la frontera. Sobre todo un claro referente moral, dado su ejemplo cívico y su decidida apuesta por la educación y por la ciencia para regenerar aquella España corrupta de la Restauración.

    Pidió cultura y trabajo. Y nos dijo: aprended a distinguir los valores falsos de los verdaderos y el mérito real de las personas bajo toda suerte de disfraces.

    Conviene acordarse y recordarlo”.

    Todo pasa y todo queda;
    pero lo nuestro es pasar,
    pasar haciendo caminos,
    caminos sobre la mar.

    Ya hay un español que quiere
    vivir y a vivir empieza,
    entre una España que muere
    y otra España que bosteza.
    Españolito que vienes
    al mundo, te guarde Dios.
    Una de las dos Españas
    ha de helarte el corazón.

    Ayer soñé que veía
    a Dios y que a Dios hablaba;
    y soñé que Dios me oía...
    Después soñé que soñaba.

    Antonio Machado siempre en el recuerdo.

    Enrique Castillo




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  2. Sólo un apunte, Sr. Castillo: De "la derrota de las ilusiones republicanas. De aquel proyecto laico, democrático..." no culpe usted nunca al alzamiento del 18 de julio de 1936; hágalo, más bien, a los que desde un régimen legalmente establecido, dedicaron sus fuerzas a destruirlo todo: hacienda, religión y vida, todo ello de la mano y beneficio de la Unión Soviética. De tal manera, que fuera imposible continuar en esa situación, sin haber entrado en la órbita del "padrecito" Stalin.
    España no podía seguir en manos de unos matones que se dedicaban a matar a curas, a monjas y a José Calvo-Sotelo.
    Yo venero, leo y releo lo que Machado escribiera, pero creo que la tristeza y la muerte del gran poeta tuvieron mucho que ver con la España que suspiraba y que no era, precisamente, la de un país entregado a otro.

    Ciprés de Silos

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  3. Sólo un apunte Sr Ciprés de Silos, Pensaba de que usted era más inteligente a la hora de leer, ¿Cuándo y en donde culpo yo al alzamiento del 18 de julio de 1936?. Usted ha leído demasiado de prisa y a puesto en mí palabras del escritor José María Martínez Laseca en su artículo “Vigencia de Antonio Machado”.

    Termina usted “venerando, leyendo y releyendo lo que Machado escribiera, pero creo que la tristeza y la muerte del gran poeta tuvieron mucho que ver con la España que suspiraba y que no era, precisamente, la de un país entregado a otro”.

    Por lo que podremos decir sin temor a equivocarnos que estaríamos ante las dos Españas que ilustra muy bien la división de la sociedad española a lo largo de los siglos XIX, XX y por lo que vemos el XXI también.

    Alguien que sabe mucho más que yo, y no se si tanto como usted, dijo como podríamos en términos generales definir las dos Españas. -Una España antiliberal que podríamos denominarla nacional católica ya que se identificaba a la nación española con la religión católica y, en el siglo, con un rey absoluto. Era encarnada por la iglesia, la aristocracia y una monarquía celosa de sus prerrogativas además de por un populacho que hacía suyo el lema “¡Vivan las cadenas!” en contraposición al lema “¡Viva la libertad!” de los liberales.
    Otra España, de las luces, que se vinculaba a las ideas de la Francia revolucionaria y estaba encarnada por los regímenes liberales constitucionalistas y propugnaba una separación de poderes y un acercamiento al laicismo y la libertad de expresión.

    Estas dos Españas pugnaron permanentemente por imponer sus respectivos proyectos. Unos lo harán para instaurar el constitucionalismo y la revolución liberal burguesa y otros para evitar lo inevitable, la caída de la monarquía absoluta en un contexto contrarrevolucionario.

    Con motivo de las elecciones de febrero de 1936 la gran diferencia entre derechas e izquierdas era muy grande y acabará tornándose en conflicto armado en la Guerra Civil (Aún así creo que la guerra civil se podría haber evitado, pero desde la derecha más reaccionaría se intentó crear un clima propicio para un levantamiento). Estas dos Españas habían cambiado de definición pero el concepto siguió siendo válido para demostrar las posturas de ambos bandos.

    El franquismo justificó la Guerra Civil y la posterior represión por la necesidad de luchar contra: “una nebulosa conspiración de comunistas, anarquistas, masones y separatistas que pretendía acabar con la verdadera España, la nacional católica”.

    En cualquier caso la idea de las dos Españas continuó como refleja en 1957 el historiador Ramón Menéndez Pidal: “Dos Españas son, por desgracia, y siempre dos en cada parte. Aquí tenemos la mitad de la mitadenfrente una de otra, lo mismo que entre los exiliados”.

    ¿Existe una tercera España? La transición trajo una democracia que quería alejarse de cualquier bando por lo que se recuperó un concepto creado por Salvador de Madariaga en 1958 reivindicando así una Tercera España ajena a los bandos de la guerra. Personalmente creo que esta tercera España no existe.

    Hoy día la idea de las dos Españas permanece en el imaginario colectivo nutrida tanto por el bipartidismo político PP-PSOE, comopor la percepción de la Guerra Civil y del franquismo que impera en algunos sectores tanto de la derecha como de la izquierda preocupados por reafirmar viejas tesis. Creo que esta división no ha finalizado ya que la mayor parte de la sociedad española sigue sintiendo afinidad por una de estas dos Españas alejando por tanto el concepto de una tercera España unida con unos valores más o menos similares.-

    Saludos

    Enrique Castillo

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  4. Esto de Enrique Castillo y el Cipres de Silos es como el debate de Rajoy y Rubalcaba que por ahora gana Castillo, espero que Cipres le enpate en comentarios.

    Patricio M

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  5. Aplaudo el gusto de Patricio M en que se reabra el debate entre el Ciprés de Silos y Enrique Castillo, aunque resulte lamentable su comparación con dos elementos execrables como Rajoy y Rubalcaba en su pasteleo en la comedia del estado de la Nación. En ese acto parlamentario, gane quien gane de los dos, siempre saldrá perdiendo España. Sería disculpable el alegre simil de Patrcio M. quizás por sus desconocimiento del tremebundo panorama español y los personajes de la casta política quepadecemos.


    Saludos.- F. Satrústegui

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  6. Ganador Enrique Castillo por retirada de Cipres de Silos.

    Habria que preguntarse cuales han sido los problemas fisicos o mentales de Cipres.

    Patricio M

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