martes, 18 de febrero de 2014

El Triplete de Flóper / Por Ignacio Ruiz Quintano



Huevos

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ahora que en las Casas de Apuestas cotiza al alza un triplete del Madrid que sería el primero, conviene recordar que el mérito de ese triplete, de producirse, correspondería íntegramente a Florentino Pérez.

¡El Triplete de Flóper!

En su segundo mandato, Flóper apeló al puntaje de Pellegrini y falló. Y apeló al genio de Mourinho, y falló también, porque Mourinho, al contrario que Ancelotti, que es una flor sin genio, fue un genio sin flor, y si de la vida aprendí algo es que el fútbol es un juego de azar. ¿De qué, si no, el gol de cincuenta metros de Aragón a Zubizarreta, o tres de las cuatro Ligas de Cruyff, o una de las dos Orejonas de Del Bosque?

El fútbol pasó de ser “el opio del pueblo”, como denunciaban los progres en el franquismo (el franquismo televisaba un partido a la semana), a “la cultura del pueblo”, y todo a partir del momento en que Casa Polanco se convirtió en la Casa del Fútbol, con fútbol las 24 horas y los 365 días al año (366 si es bisiesto).

El producto final de este formidable programa cultural es el pipero hispánico (una TV sortea cuarenta kilos de pipas entre su audiencia deportiva), como, por ejemplo, el entrenador del Getafe, Lui García, que ante el partido con el Madrid dijo dos verdades piperas como la copa de un pino de piñones: “A todos nos gusta el tiquitaca” y “Todos querríamos a un Xavi”.

Bueno, pues sin tiquitaca y sin Xavi, el Madrid de Flóper (todo lo ha hecho él) puede ganar su primer Triplete, sólo ninguneado por el ruido del récord de Casillas, que ha llegado a la Final de la Copa del Rey sin goles y sin paradas (Modric y un palo las hicieron por él). Un récord, pues, de cuello de gallina: de lejos parece carne, pero de cerca no es más que un hueso, aunque para la literatura pipera ese récord equipara a Casillas con Camus (Albert, que también fue portero), elevándolo a la categoría de líder moral de la nación.

–¿Por qué todo el mundo se preocupa por Iker Casillas y a nadie le importa cómo está Diego López? preguntó, ingenua, la hija de Ancelotti, Katia, y a su padre le faltó tiempo para ir a pedir perdón a Casillas por la “ofensa” de la joven, que, por lo visto, había tenido la desfachatez de pasar delante del tótem con las manos metidas en los bolsillos.

¡Ah, el guardián del boquete!

Pero como guardián del boquete, Casillas da lugar a una literatura, la literatura pipera, muy vulgar, es decir, muy lejos de aquel “Penalti, plátano y ducha” de José-Miguel Ullán, que indagó en México los misterios del guardián del boquete en las figuras del mexicano Campos y el argentino Goycoechea.

Campos, “el de los modelazos multicolores”, probó como superstición a bajarse los pantalones momentos antes de la tanda de penaltis, pero sólo consiguió una tarjeta amarilla y el reniego blasfemo de la hinchada, que acabó señalando a Dios y a la Virgen de Guadalupe como agentes de sus desgracias.

Goycoechea fue imbatible en esas tandas por la magia de hacerse rodear de todo su equipo en el centro del campo, y allí, en el medio de la piña, “orinaba todo, todo lo que podía”.

Dicho sea esto como aviso, una vez confirmada la alineación de los porteros suplentes en la Final de Copa: Casillas en el Madrid, y en el Barcelona, Pinto, zumosol de Messi, que le habrá instruido en los sortilegios de la gran micción argentina.

Orinar más lejos que Pinto es el desafío.

Jorge Campos
(¿O Quetzalcóatl?)

GETAFE TUVO QUE SER
Getafe, la ciudad que Camba se comprometió a convertir en nación independiente por un millón de pesetas, tiene, en la política, un alcalde cursi que prohíbe de oídas el rocanrol, y en el fútbol, un entrenador pipero que culpa a los postes de no saber ganar. 

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