viernes, 28 de marzo de 2014

EL ARTE BELLO / Por Pla Ventura



"...La concesión de LA MEDALLA DE LAS BELLAS ARTES al ganadero Victorino Martín es el hecho más relevante en el que se premia a un hombre ejemplar y modélico. Jamás un premio fue tan justo y ecuánime..."

EL ARTE BELLO

Pla Ventura
La concesión de LA MEDALLA DE LAS BELLAS ARTES al ganadero Victorino Martín es el hecho más relevante en el que se premia a un hombre ejemplar y modélico. Jamás un premio fue tan justo y ecuánime. Si en su día el Gobierno cometió la osadía de premiar a un tal Rivera Ordóñez, en esta ocasión, el premiado lo ha sido con toda justicia, con tremenda relevancia puesto que, como sabemos, no ha habido ni una sola voz discordante al respecto.

Ni por asomo podría pensar la familia Miura que, un “paleto” de Galapagar lograría más relevancia ganadera que la familia de Zahariche. Y ese ha sido el logro de Victorino Martín que, de la nada, los últimos sesenta años, taurinamente, han girado en derredor de este hombre admirable. Victorino se enamoró del toro y lo crió a semejanza de lo que él amaba, la pureza y la verdad de la fiesta; hasta muchos querían “degollarle” porque no soportaban su triunfo, su éxito les molestaba; se buscó enemigos por doquier en el ramo ganadero, pero tuvo como amigo al que nunca le falló, el aficionado que siempre pasó por taquilla para disfrutar de la lidia de sus toros.

La lucha de Victorino Martín en estas seis décadas aludidas ha sido incesante, a veces, hasta desesperante; todo se le tornaba en contra mientras que él, fiel a sus principios, en esa guerra en solitario, gracias a sus toros, a sus convicciones, pudo lograr el éxito año tras año puesto que, cada temporada era un nuevo examen. Por todo ello, que se le haya reconocido a Victorino Martín desde los más altos estamentos de la nación, no deja de ser un acto de justicia al más alto nivel.

¿Qué decir de sus éxitos? Está todo dicho y si pretendiésemos enumerar sus triunfos haría falta un tomo para dicho detalle. Pero podríamos preguntarle al maestro Andrés Vázquez como primer paradigma revelador de los éxitos de dicho ganadero; o al gran Paco Ruíz Miguel, al propio Luís Francisco Esplá, a tantos grandes toreros que, alejados de la parafernalia de las figuras, junto a los toros de Victorino Martín encontraron su razón de ser y, lo que es mejor, como el ganadero, el reconocimiento del aficionado que siempre les premió con justicia.

Como explico, de Victorino Martín podríamos decir de todo, siempre, al amparo de sus éxitos, de sus legítimos triunfos. Pero el mejor piropo que podríamos dedicarle no sería otro que reconocer que fue capaz de lograr la gloria con sus toros, siempre, alejado de las llamadas –mal llamadas- figuras del toreo que nunca se atrevieron a lidiar sus toros que, como se sabe, en los carteles pedían hombres, nunca nombres. Así, en solitario, sin amparo de nadie y en compañía de hombres ejemplares, dígase de todos los toreros que se enfrentaron a sus toros, fraguó Victorino Martín su verdad y, lo que es mejor, su propia leyenda.

Enhorabuena señor ganadero. Jamás un premio fue tan justo como el que a usted se le ha concedido. Que Dios le bendiga para que nos pueda usted seguir deleitando con sus toros durante muchos años más.
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