martes, 1 de abril de 2014

Alburquerque: Por la Raya pacense.



"..Allá a los lejos se asoma el simbólico castillo de Alburquerque, acercándonos por las estribaciones de la Sierra de San Pedro, entre la serrana Villar del Rey y la fronteriza La Codosera, para adentrarnos de lleno en el cogollo de un conjunto Histórico-Artístico, entre antiguas murallas de la ciudad reconquistada a los árabes en el siglo XII.."

Alburquerque: Por la Raya pacense.

Redacción "Del toro al infinito" 
Fotografías La Loma.- 31/03/2014.-
Atrás queda Badajoz, pero no la gozosa impresión de la hospitalidad e hidalguía de sus gentes que viene con nosotros. Qué buenos aficionados pacenses en vigilia permanente por la Fiesta Brava desde el santuario del Club Taurino Extremeño, manteniendo el culto por su larga, rica y determinante historia en el mundo de los toros, y por su feliz presente que augura un mejor futuro.

No menos impresionante resulta la ruta hacia los campos rayanos con Portugal, divisando ya la villa de Alburquerque, entre la exuberante y primaveral naturaleza que ofrece los bellos parajes poblados del árbol originario del nombre de la legendaria ciudad, la encina que prolifera sobre grandes dehesas entre zonas serranas recorridas por el trote cochinero de piaras ibéricas devoradoras del maná bellotero del generoso encinar.


A los lejos se asoma el simbólico castillo de Alburquerque, acercándonos por las estribaciones de la Sierra de San Pedro, entre la serrana Villar del Rey y la fronteriza La Codosera, para adentrarnos de lleno en el cogollo de un conjunto Histórico-Artístico, entre antiguas murallas de la ciudad reconquistada a los árabes en el siglo XII - aun queda la llamada Puerta de la Villa- y donde aflora la huella de la más pura arquitectura románica que va dando paso a un floreciente gótico, y todo ello coronado por el impresionante perfil del inexpugnable Castillo de Luna -el condestable don Álvaro de Luna fue uno de sus propietarios- y bajo su sombra el disfrute del paseo entre monumentos característicos levantados en la Edad Media, y al lado de la muralla que rodea en su mayor parte el barrio gótico-judío, llamado Villa Adentro, donde vemos entre sus estrechas y sinuosas callejuelas la buena conservación de numerosas casas con dinteles ojivales, algunos de ellos con elementos que delatan el origen judío de sus moradores antes de 1492.

......Y al fondo, en el próximo horizonte de poniente, se otea la raya hispano lusa, entre los picos de Mayorga y el Castelo do Vide, que une a sus buenas gentes de uno y otro lado frente el recuerdo de belicosos tiempos felizmente pasados.

Obligado fue rendir visita a la armónica plaza de toros de alburquerqueña, construida en el siglo XIX, y feudo de toreo a caballo.

Como edificio religioso y más emblemático de Alburquerque, no podíamos dejar de visitar y admirar, el de más puro estilo románico, la Iglesia de Santa María del Mercado, cuya austero aspecto exterior oculta una magnífica riqueza arquitectónica y artística.

No podíamos dejar de ejercitarnos en la degustación de otro símbolo de Alburquerque, el cochino ibérico base de la gastronomía de la tierra; y así visitamos el matadero y empresa de embutidos y jamones "la Dehesa del Alburquerque" de laboriosa y tradicional familia, la del bueno de Manolo Varainca, empresario modélico en la selección y elaboración de estos productos.

El afán gastronómico tuvo su culminación en un emporio del arte culinario como es el "Fogón de Santa María", en los altos de la villa, junto a la joya de la parroquia y en las faldas del Castillo, dirigido por la entrañable Lola y con la genial aportación de un cocinero de la talla de Pepe Cordovilla, un creativo desde el respeto a la cocina tradicional de la tierra y un auténtico baluarte de la cultura gastronómica emanada de la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Extremadura.

La tierra pacense de la dinastía torera de Bienvenida sigue conquistando, y esta vez sin necesidad de cruzar el charco....























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