"...El primero de la tarde no era grande, pero era precioso, de tan armónico y astifino. No hubo ni una sola protesta, de lo cual me congratulo. Parece que en el tendido siete finalmente han aprendido que nada tiene que ver el trapío con el volumen..."
DOS TOROS DE CASTA
Domingo Delgado de la Cámara / Fotografías de Andrew Moore
La corrida de Baltasar Ibán fue desigual de hechuras, pero estuvo muy bien presentada. Hubo dos cinqueños tremendamente serios, el segundo y el cuarto. El primero de la tarde no era grande, pero era precioso, de tan armónico y astifino. No hubo ni una sola protesta, de lo cual me congratulo. Parece que en el tendido siete finalmente han aprendido que nada tiene que ver el trapío con el volumen. El cruce contreras-domecq hecho por Baltasar Ibán hace cuarenta años, no es uniforme. El tipo del primero y del sexto, era típicamente contreras, mientras que el tipo del quinto era típicamente domecq. Los otros tres toros eran prototipos intermedios entre los dos encastes.
En cuanto a juego, la corrida tuvo un inválido, precisamente el quinto, el más domecq, tres toros sosos y que no humillaron, y dos toros excelentes, primero y segundo. Vamos, que hubo de todo.
Fernando Robleño
Fernando Robleño, se encontró en primer lugar con un toro muy fino, de bellísimas hechuras. Fue bravo y embistió con gran calidad a la muleta, sobre todo por el pitón izquierdo. Eso sí, no regalaba la embestida. Había que engancharlo echando la muleta al hocico, y para ligar los muletazos, había que dejar la muleta en la cara. No era esa boba que tanto gusta a los toreros porque pasa tontamente. El toro tenía mucha clase pero había que engancharlo y templarlo. Robleño no se decidió a hacerlo. Daba los pases de uno en uno, sin decidirse a dejar la muleta muerta delante para ligar los pases. Es más, le quitaba la muleta de la cara. Faena bailona y muy por debajo del toro. Oportunidad perdida.
Sin embargo, en el cuarto estuvo mejor. Un toro de trapío espectacular pero sin nada dentro. Toro soso, que embestía con la cara alta y sin repetir. Robleño se arrimó, y le sacó los pases que tenía. Eso sí, lo mató mal, como también había matado mal al primero. Está claro que el toro que asusta a los toreros es el toro que embiste y repite. Con el toro parado y que embiste sin repetir, los toreros se arriman sin dudarlo, con el toro que repite, les cuesta un mundo quedarse en el sitio, dejar los engaños en la cara y ligar los muletazos.
El segundo solamente pesaba 507 kilos, pero era todo un tío. Con mucha cara, muy musculado, con mucho trapío. Fue muy bravo en el caballo en los dos puyazos que tomó, a pesar de ser muy mal picado por Luis Miguel Leiro. El toro llegó a la muleta pidiendo toreros. Fue un toro muy encastado y con mucho temperamento. No admitía nada mal hecho. Cuando iba toreado y empapado en la muleta, embestía con calidad, pero en cuanto veía un movimiento mal hecho, derrotaba y se vencía.
Luis Bolívar
Bolívar no se decidió a jugársela con el toro más encastado de la feria. Era muy consciente del daño que podía hacerle el toro si le cogía. Faena prudente, sin terminar de bajar la mano, sin terminar de irse con la embestida hasta el final, quitando la muleta del hocico y perdiendo pasos innecesarios. Era un toro para echar la moneda al aire, Bolívar optó por la prudencia. El quinto estaba inválido, nada que hacer. El primero por su calidad, y el segundo por su raza, han sido dos toros importantes, que han puesto en evidencia las limitaciones de sus matadores respectivos. Parece que Robleño y Bolívar ya han dicho todo lo que tenían que decir, no van a avanzar mucho más en su profesión.
Rubén Pinar
Rubén Pinar tuvo un lote soso. Dos toros sin sustancia. Lote de cara arriba y media arrancada. Pinar no tiene clase pero sí tiene oficio. Los muletazos eran limpios, pero la sosería de los toros impedía emocionar al respetable.
Ángel Otero saludó tras banderillear al cuarto, aunque El Jeringa banderilleó muy bien al quinto y nadie aplaudió…está claro que llegan más al público los banderilleros espectaculares que los banderilleros puros. Llovió durante el segundo y tercer toros. En una feria que dura un mes, es inevitable que nos mojemos algún día. Y eso es todo amigos.
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