viernes, 23 de mayo de 2014

MADRID: TALAVANTE, EL DE LA ZURDA DE ORO / Por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore




TALAVANTE, EL DE LA ZURDA DE ORO

Domingo Delgado de la Cámara / / Fotografías de Andrew Moore
Segundo lleno de no hay billetes de la feria para ver a los artistas. Menos mal que además de los artistas estaba Alejandro Talavante en el cartel, sin él, la tarde hubiera sido un fiasco absoluto, fue Talavante quien salvó la tarde.

El tercero fue un toro manso apenas picado. A Talavante no le arredró el ventarrón que soplaba en los medios y a ellos se fue a torear como si tal cosa, como si se tratara de una tarde primaveral y sin viento. Este torero, además de otras muchas cualidades, tiene muchísimo valor. Se fue a los medios con un toro manso que iba y venía a la querencia, pero que tenía nobleza y recorrido. La primera parte de la faena fue bastante imprecisa porque con ese viento era muy difícil encauzar la embestida del toro de Montalvo. Los muletazos tenían compostura y buen estilo, pero también poco mando, era inevitable. Hasta que surgió una serie milagrosa de naturales. Es imposible torear mejor con la zurda. La izquierda de Talavante es de oro, es prodigiosa. Talavante compone con gusto mientras su elástica muñeca lleva y trae al toro en muletazos largos y curvilíneos. Esta portentosa serie de naturales puso en pie a toda la plaza. Luego vino otra también buena, pero sin llegar a la excelencia de la anterior. No es la primera vez que una serie de naturales le basta a Talavante para enloquecer a la plaza de Madrid. Ya sucedió en su confirmación de alternativa con el toro del Puerto de San Lorezo, también sucedió con el toro de El Ventorrillo y el año pasado con el toro de Victoriano del Río.

Es una lástima que Talavante sea tan desigual y de vez en cuando le dé por imitar a ese o a otro, o seguir estúpidas modas, porque cuando se olvida de todo esto y pone su zurda a funcionar, no hay torero que le pase por encima. Quizás se pudieron dar más pases al toro a favor de querencia, pero considerando que ya tenía a la plaza lo suficientemente caliente, Talavante se fue a por la espada. Propinó al toro una horrible media estocada trasera y atravesada. Perdió las dos orejas. Conozco muy bien a la afición de Madrid, gusta más de los trasteos intensos que de los trasteos extensos. Y esos naturales habían sido tan fabulosos, que eran mérito suficiente para cortar dos orejas sin ninguna objeción, pero esa espada chapucera mandó el triunfo al garete. Saludó desde el tercio, una pena. Con el sexto, un manso rajado y topón, volvió a mostrar su buena voluntad, pero poco se podía hacer. A este sexto le puso dos estupendos pares de banderillas Juan José Trujillo.

El contraste entre la gran disposición de Talavante y la nula disposición de sus compañeros de cartel, fue enorme. Decían los críticos que Finito de Córdoba había resucitado. Sigue siendo el mismo de siempre: excelentes maneras y depurada técnica, pero desgana total e incapacidad absoluta para hacer el más mínimo esfuerzo. Tanto el Montalvo como el sobrero de Núñez del Cuvillo que le cupieron en suerte, fueron dos toros nobles que se dejaron torear. Las dos faenas fueron una sucesión de muletazos desconfiados y movidos, siempre con la derecha y echando al toro para afuera. Alguna verónica al primero y algún que otro trincherazo de buen gusto, no disculpan una actuación abúlica y mandanguera.

Al igual que Finito, Morante estaba muy a disgusto en la plaza. Sé que el viento molestaba lo suyo, lo que no se entiende es que ambos se empeñaran en construir sus faenas en las tablas del diez, que es el sector de los adentros donde más viento hace. En días de ventolera hay que irse al tendido cinco, hay que irse al sol, que es donde se está más resguardado y sopla menos Eolo. Morante en su primero, dio un par de verónicas aceptables y unos cuantos derechazos de calidad, eso sí, sin ligar ninguno, sin dejar la muleta en la cara y con la mayor de las desconfianzas. El toro se dejaba…El quinto fue un toro muy manso y muy incierto. Estuvo a punto de incrustar a Morante en las tablas cuando éste se abrió de capa, se salvó por los pelos. En este incidente se puso de manifiesto la pésima forma física de Morante. Morante lo fía todo en la colocación y las muñecas, pero una forma física tan deplorable puede depararle un serio disgusto en el futuro. Al manso le zurraron lo suyo en el caballo (a los toros del Fino también los machacaron en varas) y no quiso ni verlo en la muleta. Después de un breve macheteo por la cara, montó la espada. Desde luego, este toro sí que era peligroso y no tenía un pase. Lo de su primero es criticable, lo de este toro no, era un marrajo imposible. Yo agradezco la brevedad y me desesperan esos paripés que hacen otros, que están en la cara del toro diez minutos, haciendo como que quieren pero en realidad no quieren torear. Cuando Morante montó el estoque, la pitada era enorme. Lo mató fatal, a disgustos. Ayer se mató pesimamente a los seis toros, esto fue en lo único que Talavante se igualó a sus compañeros. Toda la tarde fue un perfecto muestrario de pinchazos saliendo de naja, estocadas atravesadas, golpes de verduguillo desde lo más lejos posible…aquello fue una casquería. Un espanto.

Morante es un torero pésimamente administrado. ¿A quién se le ocurre venir únicamente a una tarde? Es muy arriesgado venir sólo una tarde, un lote malo o una tarde ventosa pueden hacer que la feria se te pase en blanco. Es de cajón que hay que comparecer al menos dos tardes porque se duplica el número de posibilidades de triunfo. Sabemos que una tarde inspirada de Morante le da crédito y caché para toda la temporada, pero así y todo, consideramos que Morante ha sido un torero muy mal llevado. Con la mitad de cualidades que tiene Morante se han erigido mitos intocables. Pero claro, hay que saber hacer las cosas. Si se decide venir a una feria, se viene de verdad, con todas las consecuencias. Menos autobús, menos presentaciones horteras, menos delirios de grandeza y más hacer las cosas bien hechas. Es lógico que otra clase de toreros midan sus comparecencias en Madrid, pero no Morante, porque en Madrid estamos locos por aplaudirle. Cualquier apoderado inteligente utilizaría esta circunstancia para prodigar al torero en Las Ventas y encumbrarle.

Salimos de la plaza con el regusto de la serie de naturales de Alejandro Talavante. ¡Qué pena de espada! Bueno, en esta vida nadie es perfecto. Ahora caigo que la tarde de ayer era la decimotercera de abono, mal número con tanto artista en el cartel…

 Alejanadro Talavante





 Morante de la Puebla


 Finito de Córdoba





Juan José Trujillo

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