jueves, 12 de junio de 2014

El toreo se rearma en Extremadura / Por Álvaro R. del Moral


Perera, camino del brindis de su gran faena al de Adolfo Martín
-Foto La Loma-

"...Más allá de su condición de gran triunfador de San Isidro, Perera ha roto sus propias amarras y ha marcado la nueva vuelta de tuerca de un concepto que mantiene la firmeza de la piedra pero gana en cadencia y registros expresivos..."

Álvaro R. del Moral.- 
La segunda puerta grande consecutiva de Miguel Ángel Perera le consagró como triunfador indiscutible de la reciente feria de San Isidro. El diestro pacense ha reventado las costuras del ciclo venteño pero, sobre todo, ha removido la nómina de la primera fila del toreo pulverizando ciertas alianzas contra natura que se antojan papel mojado en el inicio de las ferias del verano. El papel de Perera cotiza al alza y podría ser el definitivo revulsivo que necesitaba el estancado escalafón de los matadores de toros.

Madrid redibuja el mapa del toreo. 

La doble salida a hombros de Miguel Ángel Perera pulveriza las lindes y fronteras del mapa del toreo que se habían aceptado en el último lustro. El diestro extremeño se ha colocado en la trinidad imprescindible de todas las ferias y ha fracturado el statu quo que se había mantenido hasta el fielato venteño, que este año recuperaba gran parte de su rango de tribunal después del descabezamiento de la Feria de Sevilla. Más allá de su condición de gran triunfador de San Isidro, Perera ha roto sus propias amarras y ha marcado la nueva vuelta de tuerca de un concepto que mantiene la firmeza de la piedra pero gana en cadencia y registros expresivos. La estrategia del torero -con Fernando Cepeda a los mandos de la trastienda- ha funcionado con precisión suiza alentada por la confianza en las propias posibilidades y en la asunción de un doble reto que estaba cargado de peligros. Perera triunfó a golpe cantado con la buena; pero tampoco falló con la mala. Si este sistema no está enfermo, debe crecer su papel en la taquilla, en el tendido y en el ruedo. El diestro extremeño es el único miembro del G-5 que ha respondido a la altura de la responsabilidad que suponía actuar en Madrid en las actuales circunstancias. El resto de la tropa, por unas cosas u otras, ha decepcionado en distintas medidas. El caso es que todo pasa por Extremadura: el zambombazo sevillano del novillero José Garrido -también de Borja Jiménez, por supuesto- abre una ancha puerta al futuro inmediato.

Irremisible ruina en Los Califas. 

Seguramente el fondo se tocó al mediodía del jueves de feria. La autoridad, reglamento en mano, suspendió la corrida de la tarde por la evidente falta de peso de los toros que se habían presentado al reconocimiento. La empresa y sus monaguillos quisieron ver una supuesta “mano negra” en la cancelación del festejo pero la esmirriada presencia de los toretes de Jaralta cantaba a la vista de todos en los corrales de la plaza. A esa misma hora no se habían vendido ni mil entradas en la taquilla y aunque el tal Ramírez -el empresario venezolano que aún detenta la gerencia del coso cordobés- juró y perjuró que tenía otros toros preparados para dar la corrida, el interés por darla era simplemente nulo. Ese fue el punto de no retorno. La corrida del día siguiente, con un cartel discreto pero no exento de interés para el aficionado ofreció un desolador aspecto en los tendidos. La verdad es que el único festejo que podía rascar el bolsillo del gran público era el de la vuelta de Morante, emparedado entre Ponce y Talavante. La plaza rozó los tres cuartos pero esa afluencia de espectadores volvió a evidenciar las carencias organizativas de la empresa. Apenas había porteros y los accesos abiertos eran los mínimos e indispensables provocando largas colas en el exterior y la entrada de público durante la lidia del primer astado. A eso hay que unir el lamentable estado de revista de areneros, mulilleros y el personal de servicio. La propiedad de la plaza quiere echar a los venezolanos. Ya lo intentaron sin tiempo, sin éxito y con prisas a pocos días de la feria de la Salud. Ahora tienen un año entero. Suerte.

Descafeinados mano a mano. Ayer mismo nos desayunábamos conociendo el tercer escenario confirmado para los bolos de José Tomás. Después de Granada y León se aparecerá en Málaga, tal y como confirmaba la empresa de Pepe Cutiño saliendo al paso de los rumores que le atribuían dos paseíllos a orillas del Mediterráneo. Pero será sólo uno, en desigual y plano mano a mano con el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, que también se echará un vis a vis sin sentido con Enrique Ponce en esas mismas fechas y en la Semana Grande de Bilbao. Se rumorea un tercero, con otra gran figura y en la falda de los Pirineos. Vaya usted a saber… eso sí, los tres mano a mano coincidirían en un mismo factor: no tienen el más mínimo interés para el aficionado. Pero hay otras coincidencias: estos enfrentamientos sin pulso ni argumento posibilitan al ilustre jinete navarro evitar el duelo definitivo con Diego Ventura, que le ha arrebatado el trono de la especialidad por méritos propios. Y pueden ponerse como se pongan; venderlo como lo quieran vender pero estos tête à tête entre un matador y un rejoneador son un sinsentido que arrebata la tensión de la tarde y escamotea la auténtica competencia. Es algo parecido a la milonga de The Maestros, una historia para no dormir que estaría muy bien si estos grandes toreros, que lo son, se hubieran sentado antes a arreglar lo que tienen que arreglar. Mientras tanto, que no nos cuenten el cuento de María Sarmiento, que ya saben lo que le pasó en cierto trance apurado… Y nos vamos formulando una pregunta: ¿seguirá siendo don Juan Carlos I el Hermano Mayor de la Real Maestranza tras su abdicación? El viejo rey Juan III -que lo fue a efectos dinásticos- mantuvo hasta su fallecimiento el maestrazgo de las órdenes militares y el bastón de mando de las maestranzas ecuestres entre otros honores reservados al monarca reinante. No sería de extrañar que se repitiera una situación similar. El rey Felipe VI tiene la palabra. Por ser Vos quien sois…

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