"...Convertir la caridad cristiana en fraternidad universal, Majestad, no es más que el viejo mantra del Nuevo Orden Mundial (la masonería del siglo XXI, para entendernos) cuyo objetivo era antaño aniquilar a la Iglesia de Roma y hogaño consiste en conquistarla y transformarla en un especie de logia..."
Felipe VI, el rey políticamente correcto, ante el apóstol Santiago
- Pero, ¿quién hace los discursos a Su Majestad? ¿Su consorte?
Eulogio López
Felipe VI ha celebrado la fiesta del patrón de España, Santiago Apóstol, con el sentido de su reinado, que podríamos calificar como secularización de la política. Sí ya sé que la política es secular, pero hagan un esfuerzo por entenderme. El Rey de España le tiene miedo a lo sagrado, incluso a lo numinoso. Por eso, lo suyo es secularizar hasta su reinado y la política ya de suyos seculares.
Por eso, ante el patrón de España, el hijo del trueno, evangelizador de los íberos, que ya por aquel entonces éramos un poco brutos, ante el santo al que invocaron los españoles durante siglos para la noble tarea de expulsar al moro, su majestad Felipe VI nos vuelve a repetir que en España “cabemos todos”. Ahora bien, parece que cabemos pero no podemos tener una identidad española porque no sabemos ni cómo definir esa personalidad. Entonces, ¿para qué nos sirve caber? ¿Para que nos sirve estar sin ser? Cabemos todos, y hasta todas, pero no sé si podemos y por tanto, si queremos.
No voy más allá de donde fue el monarca, que en su discurso en Santiago no fue a lado alguno. Si no, reparen en sus palabras. “En España caben todas las formas de sentirse español”. Anda, que ya devalúa el producto su Majestad. Como diría el gran Ronald Knox, los males de la civilización moderna comenzaron cuando la gente cambió “el ‘yo creo’ por el ‘yo siento’”.
Cabemos todos pero no podemos nada, porque nada vale nada
Asimismo, Felipe VI el secular nos informa -y los periodistas presuntamente cristianos aplauden su palabra con entusiasmo- de un “símbolo defraternidad entre pueblos y personas del mundo entero”. Un camino que según nuestro secular monarca, provoca “diálogo entre culturas”. De eso nada, Majestad. Lo que indica es la fe de un pueblo, el español, no en las ‘culturas’, en plural, sino en Cristo, cultura cristiana. A lo largo de los siglos el apóstol Santiago y los peregrinos del Jacobeo ratificaban su fe en Cristo y no abrían una mesa de diálogo con los musulmanes, un ejército invasor que pretendía aniquilar al Cristianismo, sino el ferviente deseo del librarse de su yugo y forjar una España cristiana.
Felipe VI el secular. Podemos todo y cabemos todos… y hasta todas
Todas estas menudencias fraternales, ante la tumba del apóstol Santiago al que no abrazó, como hacía su padre, ni mucho menos su majestad, la reina doña Letizia, que pasó por la escultura del apóstol con la mirada fija en las cámaras que le enfocaban, que para eso ha sido locutora de RTVE. La misma reina que se dedicó a volverse para dedicar cariñosos saludos a los conocidos entre los fieles. Es sabido cuáles son los tres colectivos a los que su Majestad consorte no traga: curas, militares y políticos. Al parecer, por ese orden.
Convertir la caridad cristiana en fraternidad universal, Majestad, no es más que el viejo mantra del Nuevo Orden Mundial (la masonería del siglo XXI, para entendernos) cuyo objetivo era antaño aniquilar a la Iglesia de Roma y hogaño consiste en conquistarla y transformarla en un especie de logia.
O como dijo Chesterton: “Dios nos libre de los filántropos”.
Pero, ¿quién hace los discursos a Su Majestad? ¿Su consorte?
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