Seis toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados y de muy mal juego
Una increíble purga de ricino con toros de Fuente Ymbro
- Aguilar resultó alcanzado y derribado, librándose de una seria cornada rodando sobre sí mismo varias veces hasta verse librado por las asistencias providencialmente. Tras reponerse del susto, volvió a la cara del toro que ya se había convertido en un demonio y decidió matarlo.
Torear la de Fuente Ymbro en Bilbao no es cuestión baladí. Ayer lo hicieron tres valientes más que probados. Manuel Escribano es el más veterano de la terna aunque a muchos les sorprenda su antigüedad. Tomó la alternativa hace 10 años nada menos. Enseguida eclipsado por unas razones o por otras, se fue a las Américas y desde allá vino completamente remozado en progresos técnicos y artísticos sin que hubiera perdido un solo gramo de lo que le sobra: Valor. El año pasado empezó dando un sonoro campanazo con la corrida de Miura en la última corrida de la feria de Sevilla y el triunfo le lanzó a muchas ferias que nunca había conocido causando muy grata impresión. En su debut en esta plaza de Vista Alegre cortó una oreja. Pero un posterior e inoportunísimo cornalón en Sotillo de la Adrada le pudo cortar la vida. Repuesto del tremendo percance, ni se le notó aunque en lo que va de temporada, sus éxitos, como los de sus dos colegas de ayer en Bilbao, quedaron obscurecidos por los enormes triunfos de varios toreros de la primera fila. En fin, lo de siempre cuando los grandes triunfan…
Alberto Aguilar y Saúl Jiménez Fortes ya están vistos en Bilbao y en muchas otras plazas. No vamos a descubrir aquí lo valores y las carencias de ambos. Pero como nunca se sabe lo que va a pasar en una corrida de toros, cualquier sorpresa puede llamarnos vivamente la atención. Lamentablemente, las ilusiones del ganadero, de los espadas actuantes y del poco público que asistió, primó el mal juego del ganado y todos nos vinimos abajo.
Bilbao. Plaza de Vista Alegre.
Domingo 17 de agosto de 2014. Tarde soleada y fresca con algo de viento y muy floja entrada. ¿Un tercio? Menos.
Seis toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados y de muy mal juego. El manejable primero apenas valió pata torear a gusto por su falta de fuerza. Manso con incorregible y progresivo genio el segundo. Manso y deslucidísimo el aparentemente manejable tercero. Manejable por el lado derecho el cuarto. Pésimos quinto y sexto.
Manuel Escribano (corinto y oro): Estoconazo, gran ovación con saludos en el tercio. Estocada atravesada y otra en forma, ovación.
Alberto Aguilar (nazareno y oro): Sablazo en el chaleco y estocada baja, silencio. Pasó a la enfermería para ser atendido de posibles lesiones que no tuvo por fortuna. Pinchazo y estocada, silencio.
Saúl Jiménez Fortes (verde botella y oro): Dos pinchazos, resbalón sin agredir, otros dos pinchazos hondos y cuatro descabellos, aviso y silencio. Pinchazo y estocada trasera, palmas.
Para compensar el petardo y ya que hablábamos de sorpresas inesperadas aunque también presentidas, no quiero dejar de escribir sobre lo que anteanoche vimos en la playa de La Concha en San Sebastián. Uno de los hermanos Caballer, de la famosa familia pirotécnica, presentó el castillo de fuegos artificiales más hermoso, más variado, más rítmico y más enormemente brillante que uno haya visto en su vida. Además de que la demostración alcanzó grados insospechados, lo más sorprendente fue el acompañamiento musical que, magníficamente sincronizados con los cohetes en sus espectaculares trayectorias y diversidad de coloridos, conformaron un acontecimiento realmente fantástico e inolvidable. La pirotécnica está alcanzando avances más que importantes que la convierten en una de las bellas artes por derecho propio. Quede dicho antes de meternos en harina con una corrida para olvidar.
Ver como se te viene el tren con pitones lo más veletos que podamos imaginar, tiene un enorme mérito cuando se espera arrodillado delante de la puerta de chiqueros para dar una larga cambiada. Escribano la consumó sin problemas y continuó lanceando a la verónica con irregular garbo porque este primer toro enseguida echó las manos por delante. Aunque el torazo manseó en el caballo, Escribano quitó por sabrosas y limpias chicuelinas que el animal tomo con más brío que nobleza. También banderilleó como es su costumbre aguantando las prontas aunque algo alocadas galopadas del burel que pareció venirse arriba en el segundo tercio. Gustó mucho su tercer par al quiebro por los adentros. Y brindó la faena que inició algo contrariado porque el toro, aunque quería embestir, lo hizo a medias por su falta de fuerza. Los pases de pecho que cerraron las primeras tandas con la derecha fueron los más limpios que sacó Manuel. Más firme que templado toreó al natural. Y aunque el toro no colaboró como hubiera querido el sevillano, continuó erre que erre hasta que se fue a cambiar de espada, logrando lo mejor de su labor con un estoconazo hasta las cintas. Fue ovacionado como en Bilbao hacen para agradecer lo mucho que quiso el de Gerena.
Otra larga cambiada de rodillas pegó Escribano para saludar al cuarto que salió rodado del trance por lo que fue devuelto. En su lugar se corrió un sobrero de la misma ganadería titular. Un pavoroso galán que salió cuasi parado y sin fuerza. Ni un solo lance lucido pudo dar Escribano en el recibo. El morlaco peleó en el caballo con cierta impetuosidad en aparente bravura. Escribano volvió a lucirse ampliamente en banderillas. Sus dos tercios –muy parecidos y valorados – fueron hasta ese momento lo único brillante de la corrida. Como si fuera un milagro recibimos el cambio del toro a mejor cuando llegó a la muleta. Pese a tardear, se dejó por el lado derecho. Hizo mal escribano en cambiar de mano. Tras resultar desarmado al dar el segundo natural, volvió al mejor pitón y sacó partido a base de aguantar y de templar cuando pudo hacerlo sin que faltaran achuchones y varios momentos de serio peligro. Más que digno anduvo Manuel en su faena. La estocada, a la trágala perdiendo la muleta, resultó atravesada e hizo guardia. Después pegó un buen espadazo. Fue ovacionado.
El segundo de Fuente Ymbro correteó muy distraído antes de que Alberto Aguilar le pegara los frustrados lances del recibo. Pero, acto seguido, consiguió lucirse en su quite. Como también brevemente Jimenez Fortes en el suyo. Desigualmente pareado en banderillas, el toro huyó de la muleta, echó la cara muy arriba en los instantes que pareció querer embestir y, en uno de los arreones, Aguilar resultó alcanzado y derribado, librándose de una seria cornada rodando sobre sí mismo varias veces hasta verse librado por las asistencias providencialmente. Tras reponerse del susto, volvió a la cara del toro que ya se había convertido en un demonio y decidió matarlo. Fue mediante un sablazo chalequero. Digna estocada para un criminal que siguió vivo y derrotando incorregible por muy complicado. Otra estocada baja aunque más correcta que la anterior dio fin al incontrolable barrabás. Aguilar pasó a la enfermería.
Salió para matar el quinto en sexto lugar. Por el momento y antes de ser picado, este toro se movió más y pareció meter la cara en el capote. Cumplió en varas. Pero tras el primer puyazo empezó a racanear. Y del muy duro segundo, salió molido. Sangró abundantemente en banderillas y cortó en su avieso galopar y en perseguir poniendo en apuros a los rehileteros que fueron pitados por el público. ¡Pobres¡ Rajado y sin fuerza llegó a la muleta que no quiso catar. Aguilar puso toda la buena intención que pudo para robarle los pases que no tenía. Y una vez cerciorado de la imposibilidad de lucirse, logró meter la espada al segundo intento.
Otro toro feble, muy suelto y distraidísimo fue el tercero. Aunque se dejó pegar, también manseó en el caballo con mucho ruido de estribos antes de salir despavorido. Sin embargo, en los capotazos de brega y en el quite de Fortes pareció mejor que sus hermanos. Escarbó en palos que se clavaron muy desigualmente. Y en la muleta no pasó de simplemente manejable sin ninguna clase en sus primeras arrancadas para las que tardeó mucho. Fortes anduvo con muchas ganas aunque sin apenas aciertos. Este empeño en torear formalmente a reses de esta calaña, carece en su mayor parte de sentido salvo el demostrar valor y jugarse la cogida para nada, Así le ocurrió al malagueño que sale casi siempre indemne de milagro. El publico de Vista Alegre se lo agradeció antes de que casi resultara cogido de nuevo cuando se disponía a matar. Pinchó y pinchó calamitosamente.
Por haber pasado a la enfermería Alberto Aguilar, mató al segundo de su lote en quinto lugar. Castaño de pelo y tan encornado como sus hermanos. También manso y distraído, sin fijeza alguna y pegando cabezazos al embestir al capote. Desarmó a Jiménez Fortes al primer intento en su frustrado saludo capotero. Derribó en el primer encuentro con los montados saliendo inmediatamente de naja y perdiendo las manos. ¿Otro regalito? Le dieron estopa en el segundo como era de esperar y se aplacó en parte. Así las cosas, los banderilleros no lo pasaron tan mal.
Tampoco Fortes que pudo torear en forma con la mano derecha. Nada especial pero toreó. Con la firmeza que nadie le niega. Al menos aceptablemente con la derecha y a medias con la izquierda porque el toro resultó muy arisco por ese lado. Pinchazo y estocada. Fue aplaudido por muy pocos mientras otros lo hicieron al toro en su arrastre, incomprensiblemente.
Señores, pacientes lectores capaces de haber leído completa esta crónica, mi impresión final fue como haber tomado seis tazas de ricino después de saborear lo mucho y bueno que acababa de ver en Bayona y en Dax. No desesperemos. El toro y el toreo también son así.
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