miércoles, 6 de agosto de 2014

Gijón: Una absurda prohibición / Por ANDRÉS AMORÓS



El Ayuntamiento de Gijón impidió a Miguel Ángel Perera enseñar el arte del toreo a los niños en la playa de San Lorenzo alegando razones de seguridad ciudadana


Una absurda prohibición 
  • «Siempre voy a la Plaza con mucha ilusión. La Tauromaquia es arte y es emoción. La moda de ser antitaurino pasará, como tantas modas. La Feria taurina de Begoña es sagrada. A mí me encanta ver la Plaza radiante». Y la guinda: «Yo sigo mucho a Esperanza Aguirre. Su apoyo a la Fiesta taurina es un ejemplo». 
La alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón


ANDRÉS AMORÓS / ABC
Una lamentable decisión del Ayuntamiento de Gijón ha negado el permiso para la clase de toreo de salón, para niños, que iba a dar Miguel Ángel Perera, en la playa de San Lorenzo, el martes 12, a las 11 de la mañana. Sólo la cobardía ante las posibles protestas de algunos antitaurinos explica una prohibición tan absurda.

Toda la vida, muchos niños españoles han jugado al toro: por supuesto, sin animal, sin sangre, sin crueldad alguna. Últimamente, algunos diestros están realizando esta actividad en muchas ciudades de España. En Gijón, era un acto festivo más de la Feria de Begoña, que se anuncia, con legítimo orgullo, como «la mejor Feria del Norte» (descontando Bilbao, se entiende): el coso del Bibio es precioso, posee larga historia; a él acuden muchos aficionados, asturianos o veraneantes; el acierto del empresario, Carlos Zúñiga, ha dado a esta Feria una importancia taurina y turística creciente.

Se ha intentado justificar la prohibición porque «Seguridad Ciudadana no autoriza, durante la época de baños, ninguna actividad que interfiera en los usuarios de la playa». ¿Qué molestia causan a ningún bañista unos niños que pacíficamente juegan al toro, con un profesor, un solo día, a una hora determinada, en una zona acotada de la playa? En todo caso, se hubiera podido negociar la ubicación más adecuada. Es evidente que se trata de un pretexto. Pero hay datos más cómicos.

En Gijón gobierna Foro Asturias y resulta que el señor Álvarez Cascos ha contado en público, muchas veces, que él no sólo es aficionado a las corridas, sino que ejerció como crítico taurino, en un periódico local. ¿Qué opinará cuando conozca este disparate?

Desde el 12 de noviembre de 2013, la Tauromaquia pertenece al Patrimonio Cultural Además, la alcaldesa, doña Carmen Moriyón, se ha declarado aficionada a los toros: desde 1992 asiste a las corridas, en el tendido 7, con su colega el doctor Pelletán; ha formado parte de la Peña Taurina «La Bellota» y ha sido partidaria de Joselito. Recojo textualmente frases suyas: «Siempre voy a la Plaza con mucha ilusión. La Tauromaquia es arte y es emoción. La moda de ser antitaurino pasará, como tantas modas. La Feria taurina de Begoña es sagrada. A mí me encanta ver la Plaza radiante». Y la guinda: «Yo sigo mucho a Esperanza Aguirre. Su apoyo a la Fiesta taurina es un ejemplo».

Desde el 12 de noviembre de 2013, la Tauromaquia está oficialmente declarada como parte integrante del nuestro Patrimonio Cultural: un arte al que todos tenemos derecho a acceder y disfrutar, si lo deseamos. Todos, supongo, menos los niños de Gijón, que no pueden cometer el horrible pecado de jugar al toro, pacíficamente, en una playa.

Han reaccionado ya la Unión de Federaciones Taurinas de Aficionados de España y el presidente del Observatorio de las Culturas Taurinas de Francia, André Viard, en una carta abierta al concejal Fernando Couto (que apoyó con su presencia el pregón taurino): «¿Por qué os habéis asustado de tal manera, hasta el punto de atentar a una libertad cultural fundamental? ¿Para comprar la paz o para no perder votos?». Y concluye, sin pelos en la lengua: «Vais a animar a todos los liberticidas a actuar en contra de cualquier cosa, sabiendo que basta con mandar una docena de correos electrónicos de cualquier lugar del mundo al Ayuntamiento de Gijón para que se eche para atrás. ¿Es esta la imagen que queréis dar, de la Democracia en general y de vuestro Ayuntamiento en particular?... Estoy seguro de que no».

Esta última frase es una licencia retórica, pero supone, también, dejar una puerta abierta a la rectificación. Veremos si el Ayuntamiento de Gijón reacciona, anulando este disparate.

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