viernes, 1 de agosto de 2014

JOSÉ RUÍZ MUÑOZ: Huele a Romero / Por Pla Ventura



"...No es menos cierto que por sus venas corre sangre de artista, caso de su parentesco con el irrepetible Curro Romero, herencia sublime la de José Ruíz Muñoz puesto que, si pretendía ser diferente y mágico para su profesión, lo ha logrado por completo..."


JOSÉ RUÍZ MUÑOZ: Huele a Romero


Entrevista de Pla Ventura
De José Ruíz Muñoz, en el toreo, será lo que Dios tenga dispuesto para este hombre admirable pero, a tenor de lo que le pudimos ver días pasados en la feria de Santander, el muchacho nos ilusionó como nadie lo había logrado entre los chicos que empiezan. A decir verdad, para dicha de la torería, lo que se dice novilleros de categoría, el plantel que tenemos es muy extenso, pero José Ruíz Muñoz queda un tantito más alto que el resto de sus compañeros, aunque haya toreado menos que éstos. 

No es menos cierto que por sus venas corre sangre de artista, caso de su parentesco con el irrepetible Curro Romero, herencia sublime la de José Ruíz Muñoz puesto que, si pretendía ser diferente y mágico para su profesión, lo ha logrado por completo. Queda mucho camino por recorrer, nada es más cierto, pero sus maneras son tremendamente ilusionantes de cara a los aficionados, todo un lujo el que ostenta este chico.

Como digo, en Santander impactó; y eso resultó muy bello que, en la celebrada feria norteña, este gaditano diera un toque de atención para conmover a propios y extraños. Lo que nosotros hemos sentido ahora es exactamente lo que sintió Gonzalito, su apoderado, cuando en el año 2011 le vio en la primera novillada que Ruíz Muñoz toreó en Chiclana de la Frontera. Como Gonzalito dijera, el impacto que sintió fue tan grande que, desde aquel preciso momento decidió apoderarle.

José Ruíz Muñoz tiene ángel, duende, personalidad, valores todos que no se pueden aprender de la mano de nadie ni viendo videos de otros diestros; lo suyo es particular, innato, algo personalísimo que, como digo, es la herencia de la sangre de Curro Romero la que corre por sus venas, la que le hace distinto al resto de los toreros del escalafón.


José con la muleta en la diestra

-¿Qué forma de toreo te gusta si te metes en el papel de cualquier aficionado?

Sintiendo lo que siento y, ante todo, habiendo visto los videos de mi tío, es fácil de entender que me gusta el toreo de pellizco. Recordemos que Curro Romero emprendió el camino más duro en el toreo; hasta tuvo que soportar críticas durísimas; insultos y desprecios, pero al final pudo más su arte que la opinión de todos los que no quisieron entenderle.

-Como te decía, tras haberte visto, de alguna manera, José Ruíz, sospecho que tú eres eso, un torero de pellizco pero, ¿eres consciente del precio que tendrás que pagar por ello?

Ciertamente, creo que ya lo estoy pagando. Mientras mis compañeros están toreando mucho, yo he tenido que conformarme con mucho menos. Pero como decíamos, aquí no caben las prisas. El camino es muy largo y, a poco que me ayuden los toros, podré convencer a todo el mundo del arte que llevo dentro.

-Pese a tu juventud, matador, son más de tres años en la profesión y, apenas has toreado; si mi información no me falla, creo que has hecho alrededor de veinte paseíllos sin caballos, balance muy pobre para un chaval que, un domingo de Resurrección del 2011, en Chiclana, cortaste un rabo y tuviste una actuación magistral. ¿Viene a demostrar tu carrera lo que en verdad dices, que el toreo tiene que ser despacio, incluso desde sus inicios en lo que a las actuaciones se refiere?

Yo llegué al toreo en el momento de la peor crisis que, según cuentan, se recuerda en España. Lógicamente, en los toros hemos sufrido los desgarros de dicha crisis, razón por la que empezaron a darse mucho menos festejos y, hasta torear novilladas sin picadores costaba un mundo; el esfuerzo, en todos los órdenes, era terrible. Ahora, con los del castoreño, el problema es el mismo; pero como quiera que yo no tenga prisa, convencido estoy que llegará mi momento para demostrar a todo el mundo que quiero ser torero.

Saliendo de la cara con torería

-Yo diría, José, que tu toreo huele a romero, ¿qué te parece?

Es el piropo más bonito que me han dicho en toda mi vida. Imagino que lo dice usted por aquello del parentesco que me une con el irrepetible Curro Romero. Le doy las gracias porque no sabe usted cómo me ha conmovido esa manera con la que usted me ha definido. Cierto es que todavía no he dado muchos motivos para que se escriban páginas y crónicas como las que logró mi tío; pero ya empiezo a sentirme torero nada más por las palabras que usted me ha dicho, por esa definición hermosa que ha hecho de mi persona. Como le decía, muchas gracias.

-Pero es que te lo digo convencido; tras verte en Santander, me conmoviste y eso resulta difícil porque, como entenderás, a mis años, que un torero logre emocionarme a ese nivel no es sencillo; pero tú lo lograste. ¿Cómo te viste para ti mismo?

Me ayudó el toro y me sentí muy a gusto. Sentí que, de alguna manera, estaba haciendo aquello que muchas veces había soñado. Sentía que estaba calando entre los aficionados y esa dicha es especial, única; una tarde de la que tardaré mucho tiempo en olvidar.

-Yo diría José, que en tus manos y sentidos hubo mucha magia. ¿Lo definirías así?

Yo no me atrevería a tanto; pero ya que usted lo ha dicho me reafirmo con lo que usted dice. Tuve momentos de gran inspiración que llegaron al corazón de las gentes y, más tarde, como quiera que supiera matar al toro como Dios manda, llegó el triunfo soñado.

-El impacto que has producido en los aficionados ha sido muy grande pero, es casi inconcebible que estés por detrás de Garrido, Lama de Góngora, Posada de Maravillas, tus compañeros de más éxito en estos momentos. Ellos digamos que han toreado muchísimo más que tú y, el ángel al que antes aludía, sospecho que tú eres el portador del mismo. ¿Cómo se explica eso?

En honor a la verdad, los compañeros que usted ha citado, han tenido éxitos de mucha relevancia, algo que yo no había tenido; estuve bien en Sevilla y en el Puerto, pero sin la apoteosis debida; sin la rotundidad, por ejemplo de Santander. Fíjese que, en este momento, cuando hablo con usted, he toreado apenas tres novilladas.

-Y digo, yo, ¿no desesperas, sabedor del arte que corre por tus venas, al ver que tus compañeros torean mucho y tú tan poco?

No, porque tengo el consejo de mi tío, Curro Romero, que siempre me dice que esta es una carrera de fondo en que hay que caminar muy despacito; las prisas, como diría mi tío, son para los ladrones y para los malos toreros y, como usted comprenderá, quiero hacerle caso a mi tío. Tener un sabio a mi lado es un lujo que la vida me ha dado.

-No es mal consejo puesto que, como imagino que sabrás, tu tío, el señor Curro Romero, por ejemplo, en su alternativa, en dicho día, según nos cuenta la historia, en dicho día, los aficionados, le chillaron de lo lindo y, más tarde, a lo largo de los años, Curro Romero sentó cátedra; es decir, tenía un trono en el que él solo se sentaba. ¿Te gustaría seguir su estirpe?

Sin duda. Me cabe el honor de gozar de sus genes y si algo de él se me ha pegado, la dicha no puede ser más grande. Su trayectoria, sus formas, su modo de concebir el toreo es algo que motiva, me conmueve. Y no se trata de copiarle o emularle porque, esa tarea es imposible; pero sí de disfrutar de lo que ha sido su carrera viendo las imágenes de quién ha sido uno de los grandes de la tauromaquia en el mundo.

-Me han contado que Curro Romero disfruta mucho viéndote y, lo que es mejor, hasta deja sus aposentos sevillanos para ir a verte torear, a las plazas, a los tentaderos, al campo, en definitiva. 

No sé hasta qué punto disfrutará él; pero en mi caso, escuchándole, tomando nota de sus consejos, soy el más feliz del mundo. Escuchar, tomar “nota” de alguien que ha sido tan grande, es algo que me hace sentirme el más dichoso de los mortales.

-Aunque naciste por tierras gaditanas, en Chiclana, de forma concreta, la sangre que corre por tus venas tiene el tinte sevillano de Curro Romero; es decir, la misma no se perdió por el Guadalquivir hacia abajo. ¿Verdad?

Como le decía, mi fortuna es esa. Ser pariente de alguien tan grande que, para mi suerte, me quiere como si fuera un hijo, es un lujo tan grande que me cabe el honor de disfrutar y, ante todo, de agradecerle a Dios y al destino que me pusiera cerquita de mi vida al irrepetible Curro Romero.



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