miércoles, 6 de agosto de 2014

RAFAELILLO: Un héroe que se viste de torero / por Pla Ventura

La imagen más feliz y más reciente de Rafaelillo

"...Es duro, aunque quizás reconfortante para su alma, aquello de empezar de cero, temporada tras temporada. Rafaelillo recorre un camino duro, arduo, muy difícil; un camino que si fuera igual para todos, nos encontraríamos con la fiesta más honrada del mundo; pero no, las injusticias más sangrantes se dan cita en este mundillo..."

RAFAELILLO: 
Un héroe que se viste de torero

Tras dieciocho años de alternativa, Rafael Rubio Luján, más conocido como Rafaelillo, a diario, tiene que reivindicarse en su profesión. Este hombre jamás podrá decir que vive o ha vivido de las rentas; todo lo contrario, las rentas nunca le han servido para nada. Pero ahí está su fuerza interior, la que le mantiene vivo entre los de su profesión y, pese a cornadas de despacho, las que más duelen, Rafaelillo sigue fiel a sus principios que no son otros que jugarse la vida como nadie en los ruedos del mundo.

Es duro, aunque quizás reconfortante para su alma, aquello de empezar de cero, temporada tras temporada. Rafaelillo recorre un camino duro, arduo, muy difícil; un camino que si fuera igual para todos, nos encontraríamos con la fiesta más honrada del mundo; pero no, las injusticias más sangrantes se dan cita en este mundillo puesto que, ¿quién puede explicarnos la ausencia de Rafaelillo, en esta temporada, en Pamplona o Sevilla? Preguntas que no tienen respuesta pero que, como hechos consumados, tanto daño hace al que lo sufre.

Pese a todo, el héroe se ha reivindicado a sí mismo en sus dos grandiosas actuaciones en las feria de Mont de Marsán y Valencia. En dichas ferias, el toro y la verdad, de la mano de Rafaelillo, se dieron cita en ambos coliseos para que el diestro murciano saliera por la puerta grande de dichos cosos.

-Pudimos ver, Rafaelillo, en varios momentos de tu faena en Mont de Marsán, que el público se puso de pie. Estaba claro que, el héroe que había en el ruedo lograba pasajes importantísimos frente al toro de Miura. ¿Qué sentiste en aquel momento?

Yo había tirado la moneda al aire y, a partir de ahí, sea lo que Dios quiera, me dije para mis adentros. Me llevé la tremenda voltereta que, pese a estar maltrecho, yo sabía que el triunfo podía llegar y así sucedió. El toro, como todo el mundo pudo ver, era muy irregular en sus embestidas, pero a base de jugarme la vida logré muletazos de gran calado que, como dices, se puso la plaza en pie.

-Al respecto de tu persona, Rafael, estamos hablando siempre de hazañas, de proezas impensables entre la mayoría de los diestros y, debe ser descorazonador comprobar que, tantas veces, todo eso no valga para nada. ¿Qué falla en el sistema, amigo?

Justo eso, el sistema. Es impensable que, tras cinco años consecutivos acudiendo a Sevilla con los Miura, siete años a Pamplona y, este año, por motivos que nadie sabe, me dejen en la calle. Son hechos lamentables que nadie puede explicar, situaciones de despacho que desmoralizan muchísimo.

-Para colmo, Rafael, no hubo suerte en Madrid. ¿Verdad? 

Es cierto. Era la última corrida de la feria y los toros no ayudaron. En dichas fechas, ya están montadas muchas ferias y, sin el aldabonazo de Madrid todo se hace más difícil.

'Trastero', de Cuadri, en la muleta del murciano

-Claro que, lo grande de tu persona es que no desfalleces. ¿De dónde sacas las fuerzas?

A veces, ni yo mismo lo sé. Pero lo que sí es cierto es que sigo ahí, pletórico, fuerte, con todas las ilusiones del mundo en aras de mi profesión.

-Pese a que eres un hombre muy joven, dieciocho años de alternativa deben de pesar ya, ¿no te parece?

No creas. Recuerda que en mis primeros años como matador toreé muy poco, lo cual quiere decir que me empecé a ilusionar más tarde de lo debido, quizás por ello, pese a tantos años, sigo tan ilusionado como siempre, yo diría que más que nunca.

-Ya en Fallas, en Valencia, estuviste muy bien, sin redondear; pero ahora, días pasados en la capital del Turia y frente a “Trastero”, de Celestino Cuadri, pudimos ver al mejor Rafaelillo en una faena vibrante como pocas. ¿Ha sido esa faena un balón de oxígeno para tu carrera, incluso para tu persona?

Sin duda alguna. Me sentí pletórico y, cuando vi que la gente vibraba en los tendidos, eso me emocionó muchísimo. Cortarle las dos orejas a dicho toro no era ninguna broma puesto que, recordemos que estábamos en una plaza de primera. Es una de esas faenas que no olvidaré jamás que, sin duda, espero tenga la recompensa adecuada.

Rafaelillo al natural

-Me resulta muy curioso, Rafael, que seas más valorado en Francia que en España. ¿Cómo se puede explicar eso?

No es que sea más valorado. Es que allí el sistema funciona de otro modo y, los triunfos son el aval legítimo que cada torero puede esgrimir y, para mayor dicha, así lo reconocen los empresarios y los públicos, razón por la que en el país galo soy un diestro querido.

-Lo que sí es muy cierto es que entre todos te hemos puesto, ante todo lo empresarios, la etiqueta de gladiador y de tal manera tienes que vivir. ¿Te sientes molesto con dicha vitola?

No. Para nada. En la vida cada cual ocupamos un lugar, un espacio y, en mi caso me ha tocado el que tú apuntas; pero no me duele ni me molesta porque de tal modo he podido entrar en las ferias; no en todas las que yo quisiera, pero sí en grandes eventos taurinos donde hay muchos aficionados y, sin duda alguna, recursos económicos.

-Tienes razón, Rafael. Cuando menos, en muchas de las corridas que tú participas, al amparo de los toros y de los componentes del cartel, casi siempre están las plazas llenas, en Francia, por supuesto. Lo triste es tener que participar en festejos sin nivel, con apenas mil personas como público porque, de tal modo, apenas queda un céntimo para nadie. Visto así, lo tuyo es toda una fiesta. ¿Verdad?

Aunque tenga que hacer el tremendo esfuerzo para enfrentarme al tipo de toros que me toca lidiar, ver esas plazas llenas, anímicamente, me llena mucho y, como dices, a la hora de la liquidación queda ese dinero honrado que uno se ha ganado con dignidad.

-Escucha, Rafael. Todo el mundo sabemos de tu grandeza como lidiador, de torero macho, de hombre incombustible en todos los órdenes y, a diario, tienes que ratificar tu grandeza; es decir, en tu caso no valen los recuerdos de los que antes hablábamos. ¿No es esa otra injusticia que se comete contigo?

Sin duda. Pero no debemos de olvidar que todas las temporadas salen chicos nuevos con ganas de arrear, de ganarse contratos y, por ello, los toreros de mi circuito, todas las tardes tenemos la necesidad imperiosa de jugarnos la vida. En estos casi veinte años de torero, imagina la de toreros nuevos que han salido y, como digo, todos quieren abrirse paso en su profesión. Aquí no puede dormirse nadie ni un segundo; el que lo haga, pobre de él.

-Y como dices, aún jugándote la vida y logrando éxitos, este año no contaron contigo en las plazas que antes decíamos de Sevilla y Pamplona, por citar unas plazas en las que eras habitual. Yo te preguntaría: ¿Qué te asusta más, el toro o el entramado empresarial de cómo está todo montando?

Son dos miedos diferentes. El toro te asusta mientras estás en el ruedo; pero el miedo anímico al pensar que pueden no contar contigo, que no hay nadie imprescindible, eso es muy duro de digerir. Pero bueno, esos golpes de atención tan grandes que he dado en Mont de Marsán y en Valencia, espero que tengan la repercusión debida como antes apuntábamos.

-Todos los años, Rafael, cuando llega la feria de Murcia, tu tierra, nos encontramos con la metamorfosis de un torero que nada se parece al gladiador que vemos a diario. Parece que en Murcia te asiste la Virgen de Lourdes porque, repito, son dos toreros distintos. ¿Dónde radica el secreto?

Me alegra mucho que hablemos de este tema porque, tú lo has dicho, en Murcia, cada año, reivindico igualmente que soy un torero que sabe torear; que si estoy frente al toro apropiado que embiste soy capaz de todo lo que he logrado en mi tierra que, como se sabe, no desdije nunca frente a los grandes maestros. Frente al toro que embiste con nobleza, el torero puede relajarse y sacar a relucir todo lo que lleva dentro, repito, como tantas veces he demostrado en Murcia.

-Hablas de relajo pero, Rafael, no me negarás que todo es más emocionante como cuando sale un “Cuadri” como el que tú lidiaste en Valencia que, como dijimos, triunfaste por todo lo grande. 

Son dos mundos distintos y, la lidia, cambia como de la noche a la mañana según el enemigo que uno tenga enfrente. Pero si me cabe la satisfacción de estar frente a un toro como el otro y saber triunfar en cada momento. Lo triste sería, como decíamos, que me saliera un toro de bandera y que yo no estuviera a la altura de las circunstancias; sería para irme, ¿verdad? Pero me cabe la dicha de saber estar en cada momento allí donde me encuentre y, lo que es mejor, según el toro que tenga enfrente para su lidia.

-Dime una cosa, Rafael: ¿Tú eres consciente de que te juegas la vida de verdad? Lo digo porque a tenor de lo que son tus actuaciones, en pocos toreros se palpa ese riesgo que, por otra parte, es el que hace grandes a los toreros.

Sí, hombre. Esa satisfacción no me la quita nadie; es muy duro, pero es muy cierto. Esa grandeza en la que expongo mi vida a favor de la causa por la que vivo. Y luego, claro está, eso tiene la recompensa del aficionado que, en honor a la verdad, es algo importantísimo; ver como la gente vibra en los tendidos tras haber pasado el mismo miedo que el diestro, eso es impagable.

-Rafael: Según tú leal saber y entender, ¿el toreo es arte o valor?

Yo diría que el toreo son sentimientos que se pueden percibir de muchas maneras, ninguna antagónica para con la otra. La magia del toreo no es otra que el aficionado puede emocionarse de muchas maneras y si al final lo logramos, todo es válido por tanto muy hermoso.

-Tras todas esas epopeyas que protagonizas en los ruedos, ¿crees que deberíamos de llamarte con el apelativo de don Rafael?

No, por Dios. Con tener el reconocimiento de los aficionados y de la prensa, con eso es más que suficiente; es el todo. No soy nada pedante; todo lo contrario. Existe mucha más gente más importante que yo para darle el calificativo que tú decías.

En el pase de pecho vaciando la embestida de 'Trastero'

-Por cierto, Rafael, nosotros tenemos un lector fantástico; digamos que es el número uno para nosotros y se llama, mira a ver si le conoces, Juan Rubio “Jurubar”, tío paterno tuyo que, como te digo, es un auténtico modelo como aficionado. ¿Cómo es tu relación con tan digno señor?

Fantástica. Cada vez que acudo a su casa nos damos un auténtico homenaje hablando de toros, como tú dices, es un aficionado cabal, muy auténtico, al margen de ser una persona extraordinaria a la que quiero muchísimo.

-Imagino, Rafael, que esos grandes éxitos que has tenido te han dado moral y fuerza como antes decíamos. ¿Habrá frutos en esta misma temporada?

Algunas cosas tenemos previstas pero, al margen de todo, para el año que viene he dejado abiertas ya muchas puertas porque, con dichos éxitos, he venido a demostrar que, para mi dicha y la de los aficionados, que queda mucho por decir por parte de Rafaelillo.

-Tanto esfuerzo, Rafael, ¿ha tenido ya su recompensa económica, la que con más razón que nadie te debe asistir?

Por supuesto. Me he comprado una casa en la playa, tengo mis pequeñas inversiones y, como quiera que tenga los pies en el suelo, lo que sí que hago es procurar asegurarme el porvenir y, sin duda, el de mi familia. Me queda mucho tiempo para estar en activo, pero un día dejaré mi profesión y el futuro debo de tenerlo asegurado. Quiero escapar de aquel axioma que dice, a la puta y al torero, a la vejez os espero.

-Muchísimas gracias, Rafael. Ha sido un placer conversar contigo, un héroe vestido de torero que, cada vez que el toro se lo ha permitido, ha sabido vestirse de artista. Dale un saludo de nuestra parte a nuestro lector más asiduo, Juan Rubio “Jurubar”. Un fuerte abrazo, maestro.

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