jueves, 25 de septiembre de 2014

FRANCISCO RIVERA “PAQUIRRI”, DE LA ARENA A LA GLORIA / por José María Sánchez Martínez-Rivero.



Francisco Rivera dijo: “Que mal recuerdo de Pozoblanco, José María; pero gracias por tu regalo”. Le respondí: “Lo sé; pero tu padre entró allí en la historia del toreo como lo hizo Joselito en Talavera y Manolete en Linares. En la Gloria y en las jambas de las puertas se añadió el nombre de Francisco Rivera “Paquirri”, hombre bueno, valiente, franco y directo que no temió a la muerte”.


FRANCISCO RIVERA “PAQUIRRI”, DE LA ARENA A LA GLORIA.

José María Sánchez Martínez-Rivero.
 Septiembre de 2014, en Collado Villalba.
El 26 de septiembre de 1984, hace ahora 30 años, era empitonado, en la plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba), por el toro “Avispado”, número 9, negro de capa, de 420 kilos, de la ganadería de Sayalero y Bandrés el diestro Francisco Rivera “Paquirri”. El destino ya tenía su victima en el torero de Barbate. El toro “Avispado” salió de la finca Aldehuelas Bajas, con destino a otra plaza. Es decir, no iba, en principio destinado a la corrida de Pozoblanco. Pero en aquella plaza en la que se lidiaría en principio, la de El Escorial, fue rechazado por falta de trapío. Se intentó lidiar en el Puerto de Santa María. También fue rechazado. Por último, se lidió en la plaza Pozoblanco. Recordemos que la corrida de Miura que luego se lidió en Linares, iba, en principio, destinada a Murcia y en ella mata “Islero” a Manolete. ¡Otra vez el destino!

Don Antonio Rivera Alvarado, ya fallecido, padre de “Paquirri”, vio las cualidades que atesoraba su hijo Francisco para ser matador de toros. Como buen aficionado práctico y taurino, sabía las dificultades que existían para ser torero y luego figura del toreo y así se lo dijo: “Mira, hijo, que esto es muy difícil. ¿Estás decidido? La respuesta de Francisco no se hizo esperar: “Totalmente, padre. Yo no podría ser otra cosa que torero. Lo llevo en la sangre y amo al toro”.
Respuesta categórica de Francisco. Ante ella su padre se entrega a tratar de sacar adelante para el toreo al futuro “Paquirri”. Ahí estaba el inmenso trabajo que tenía por delante, apasionante, tratar de que su  hijo fuera matador de toros y, por supuesto, de los buenos.

Comienza a enseñarle la profesión. La dureza de los entrenamientos y de las clases queda patente cuando “Paquirri” manifestó, recordando esos tiempos, que su padre le decía: “¡Al toro hay que acercarle la muleta al morro y llevarle “prendio”. ¡Así no, Paco, así no... ! ¡Mira, mira! Y tomaba él la muleta.  ¡Y qué clase tenía! Era muy exigente. Me recalcaba: Este es un oficio muy duro que siempre se está aprendiendo. Ni siquiera las figuras lo saben todo. Fue mi único maestro y en los entrenamientos me traía por la calle de amargura. Que si esto es así, que la mano más baja...”.
Algunas veces Francisco se marchaba enfadado de los duros entrenamientos a los que le sometía y su padre le decía: “Déjalo, pero tendrás que pensar en trabajar en alguna cosa”.

Comentaba “Paquirri: “Oye, decir eso y coger el capote y a entrenar, era todo uno”.  


Los entrenamientos los solían hacer en el campo con el carretón y, a veces, cuando se podía con una becerra.
Antonio Rivera se hizo empresario, pequeño empresario y organizó algunas novilladas para ver que pasaba con sus hijos, pues José Rivera, “Riverita” quería también ser torero. Transcurría el año 1962. Montó una novillada, sin caballos, en una plaza portátil en Barbate donde actuó Francisco Rivera. Le dijo: “He montado esta novillada haciendo muchos sacrificios, pero sé que tú corresponderás a este esfuerzo que hace tu padre por ti. Te prometo que si estás bien te iré poniendo por ahí hasta conseguir que debutes con caballos. Lo demás es cosa tuya”.

“Lo demás es cosa tuya”, sentencia que se cumpliría y con creces en Francisco, pues llegó a ser figura del toreo y uno de los que más cobraban por torear en aquél entonces.

Ni que decir tiene el interés que los aficionados barbateños y de otros pueblos tenían en ver a “Paquirri”. Los novillos fueron de Núñez Polavieja.  Ya se le veían cosas, andar firme al pisar la arena, apostura, mando en la plaza, valor y arte. Podía ser banderillero de época. Y lo fue. ¡Y solo tenía 14 años!

El primer novillo que mató le dejó un recuerdo imborrable. Pasado el tiempo comentaba: “Aquél novillo de Núñez me dio la mayor satisfacción de mi vida. Me hizo sentirme torero. Una vez muerto, le besé la testuz y sentí ganas de llorar. Eso me ocurrió otras veces cuando noté que el toro me miraba antes de matarle. El toro tiene un dialogo de gestos contigo y a veces te da a entender lo que quiere”.

Demuestra su sensibilidad el torero cuando dice: “A veces he llorado porque he sentido la sensación de que me ha hablado y me ha dicho ¿porqué lo iba a matar? He sentido una pena muy grande pensar que lo tenía que matar, porque he sentido la sensación de que me había hablado”.

El diestro de Barbate, dadas sus cualidades, toma parte en más de una treintena de novilladas sin caballos por la Baja Andalucía.

¿Quiénes mandaban en la fiesta en ese tiempo?, Paco Camino, Diego Puerta, Santiago Martín “El Viti”, El Cordobés, otros eran también grandes figuras: Antonio Bienvenida, Rafael Ortega, Jaime Ostos, Victoriano Valencia, Antoñete, Manolo Vázquez. El panorama para destacar era aterrador, había que sobresalir entre esta élite de toreros. 

El toro da la gloria y el dinero a quien mejor sepa torearle, no hay recomendaciones, se vale o no se vale. No hay término medio. El toro da y quita. Eso lo sabía muy bien “Paquirri” y por eso estaba tan seguro de llegar a lo más alto hubiera quien hubiera delante en el escalafón y jugándose lo que hubiera que jugarse aunque fuera la vida como así fue en Pozoblanco.

Al fin, el 28 de junio de 1964, con 16 años, debuta con caballos en la desaparecida plaza de toros de Cádiz, joya arquitectónica que derrumbaron los intereses inmobiliarios. Alternó con José González Copano y Rafael Jiménez Márquez. Novillos de Villamarta.  La plaza se llenó por completo de paisanos y de aficionados que querían verle. El triunfo le sonrió. Le va a catapultar hacia la fama. Intervino en 21 novilladas durante esa temporada.

Los toros cornean y el día 28 de marzo de 1965 sufre, en Zaragoza, su primera cornada. Pierde por esto nueve novilladas. En una entrevista dejó claro que se siente al cornear un toro: “El cuerno es como un hierro candente cuando hiere”.
En el año 1966 y, después de haber toreado 19 novilladas, viendo suapoderado, don José Flores “Camará”, que estaba preparado para la alternativa, se anuncia esta para el 17 de julio en la Monumental de Barcelona.  

Toros del Marqués de Domecq para  Antonio Bienvenida, padrino de la ceremonia y “Chamaco” testigo. En esta corrida no fue posible doctorarle, pues el primer toro le hirió muy grave en el muslo derecho toreando de capote.
Repuesto de las heridas es en la corrida que se celebró en la misma plaza, el día 11 de agosto alternando con  Santiago Martín, “El Viti” y Paco Camino donde definitivamente se doctora en Tauromaquia.  El maestro de Vitigudino le cede el toro “Zambullido”, negro, número 103, de 513 kilos de la ganadería de Urquijo de Federico. No se presentó el triunfo aunque se le vieron las cualidades que luego le llevarían a lo más alto del toreo. Toreo de capa lento y variado. Gustaba de recibir a los toros en la puerta de chiqueros. Las banderillas las colocaba en todos los terrenos. Banderilleaba al quiebro de forma excelente y clavaba banderillas cortas con gran riesgo. Muletero clásico, valeroso, quieta la planta y excelente colocación. Estoqueador eficaz cruzándose muy bien y colocando, generalmente, las estocadas arriba.

Prueba de ello es que don Pedro Balañá le firmó quince corridas de toros, ocho de las cuales fueron para su plaza de Barcelona.

El triunfo más resonante en la Monumental de Barcelona es el obtenido en la corrida del día 14 de julio donde corta las dos orejas a un toro de Mercedes Pérez-Tabernero.

Confirma en Madrid, el 18 de mayo de 1967, actuando con Paco Camino y José Fuentes. Toros del Marqués de Domecq. El toro de la ceremonia se llamaba “Alelado”, colorado y chorreado, número 23, de 518 kilos. No cortó trofeos, pero destacó su poderosa forma de banderillear. En la corrida del día 21 le sonríe el triunfo y corta una oreja a un toro de Bohórquez. 

Triunfo resonante fue el de la corrida de la Feria de San Isidro de 1969 en la que sale por la Puerta Grande de Madrid al cortarle las dos orejas a un toro de Baltasar Iban. En las temporadas siguientes continúan sus triunfos y es en 1972 cuando queda líder del escalafón al estoquear 86 corridas. Otro hecho destacable fue el del año 1979 en Madrid, donde hizo una faena emocionante al toro “Buena suerte” de Torrestrella.  En 1980 se encierra con seis toros en Madrid con motivo de la corrida de Beneficencia de ese año. Triunfó, varias veces, en ferias tan importantes como Madrid, Sevilla, Bilbao y Valencia.

Toreó 1143 corridas de toros en toda su vida artística. Otras fuentes difieren de esta cifra pero la suma de las temporadas en las que actuó así lo reflejan sin contar novilladas.

En el año 1984 en el que encontraría la muerte había toreado 49 corridas. La de Pozoblanco hacía la número 50. De esta corrida se ha escrito tanto que consideramos innecesario comentarla solo decir que en ella murió un Torero.

Sobre la camilla, herido gravísimo y tranquilizando a todos dijo: “Doctor, yo quiero hablar con usted: la cornada es fuerte tiene al menos dos  trayectorias, una para acá y otra para allá, abra usted todo lo que tenga que abrir. Lo demás está en sus manos...”

Nació torero, murió en la arena en una tarde de sol y olés. Ganó la batalla de la inmortalidad como el Cid la ganó después de muerto.

En la corrida que se celebró en Collado Villalba el 25 de julio de 2006 el autor de este escrito entregó en el hotel, después de la corrida y del triunfo de  Francisco Rivera Ordóñez, un cuadro con la figura de su padre vestido de azul y oro, rodeada de fotos triunfales, en el que podía leerse: “PLAZA DE TOROS DE POZOBLANCO”.

Francisco Rivera dijo: Que mal recuerdo de Pozoblanco, José María; pero gracias por tu regalo”. Le respondí: “Lo sé; pero tu padre entró allí en la historia del toreo como lo hizo Joselito en Talavera y Manolete en Linares. En la Gloria y en las jambas de las puertas se añadió el nombre de Francisco Rivera “Paquirri”, hombre bueno, valiente, franco y directo que no temió a la muerte”.




1 comentario:

  1. He leído su emocionante articulo como casi todos los suyos.señor Martínez Rivero. Los jovenes aficionados de hoy nos enteramos de la historia del toreo gracias a artículos como este.en horabuena.Juan carlos garcia.

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