sábado, 13 de septiembre de 2014

Picoteo septembrino por ferias coincidentes / por J.A. del Moral



"...La corrida de toros fue de la ya amexicanada ganadería de Zaduendo. Muy desigual en presentación y en juego. Con algunas reses más que aceptables en cuanto a trapío y otras francamente anovilladas..."


Picoteo septembrino por ferias coincidentes

J.A. del Moral · 13/09/2014
Este mes es taurinamente complicado de cubrir como uno quisiera al coincidir varias ferias que, individualmente consideradas, ninguna supera actualmente a las demás. Hace años, bastantes, primaba la de Salamanca a la que llamábamos la Sevilla de Castilla. Pero el ciclo charro ya no es lo que fue aunque mantenga cierta categoría. El gran ambiente taurino de Salamanca quedó sepultado y ni siquiera existe el centro de todos los mentideros. Aquél inolvidable Gran Hotel pasó a ser un edificio de apartamentos y los taurinos se dispersaron. Así pues, la de Salamanca es otra más entre las de Valladolid, Guadalajara, Albacete y Murcia…, cada cual con sus particularidades… sin perder de vista a las cuasi inmediatas y desde luego importantes de Logroño y de Nimes.

Visto el panorama ganadero y torero del momento con casi todo el pescado ya vendido – Bilbao fue incluso más determinante que nunca -, hay que elegir y viajar picoteando según las preferencias de cada cual. La mía es seguir a los toreros que, respetando los gustos de los demás, son los que en mi opinión más me apetece seguir sus pasos. Por eso, en los próximos días iré dando cuenta a modo de diario de lo que vaya sucediendo en las para mi más apetecibles citas de Valladolid, Murcia, Salamanca y Albacete, antes de ver si me estiro o no hasta Logroño…

Valladolid se animó con Morante y con un Manzanares magistral (12 de septiembre)
Se animó la taquilla, cuasi desierta en las tardes anteriores según me informaron al llegar a la capital de Castilla-León aunque la plaza no llegó a llenarse. Casi, con solo un hueco demasiado ostensible en un tendido de sol. Pero abarrotado lo demás.

La corrida de toros fue de la ya amexicanada ganadería de Zaduendo. Muy desigual en presentación y en juego. Con algunas reses más que aceptables en cuanto a trapío y otras francamente anovilladas. Y con un estupendo segundo toro del lote de José María Manzanares que también se llevó el garbanzo más negro con el sexto, absolutamente inviable. Fue un mano a mano más entre los muchos que llevan protagonizando Morante de la Puebla y el joven maestro alicantino.


Quiero acentuar el término de magistral que corresponde a Manzanares porque, al contrario de lo que tanto insisten en decir sus más pertinaces detractores, creo que cada vez está mejor. José María se ha convertido en un gran arquitecto del toreo actual por cada día más atento a resolver, con elegante y siempre inteligente tino los problemas que plantean los toros hasta conseguir que los distraídos se fijen, los blandos se fortalezcan, los violentos se atemperen, los que tienen los viajes cortos vayan alargándolos hasta ser completos, los ariscos se dulcifiquen…, y los realmente nobles exploten del todo por del todo exprimidos.

Manzanares no necesita recomponer sus maneras porque las que tiene son naturales. Le brotan como el agua de un abundante manantial. No se preocupa de sí mismo sino del posible juego de los toros que tiene enfrente. Y por eso, ahora mismo, es uno de los muy pocos que saben hacer las cosas necesarias para que los malos vinos se conviertan en reservas y para que las reservas se eternicen. Que es lo que hizo ayer con el segundo toro de la tarde. Gran faena rematada con una estocada recibiendo que no quedó perfectamente enterrada por lo que necesitó descabellar. Y lo que iba para dos orejas, quedó en una.

Las dos quedaron para el cuarto al que liquidó de formidable volapié. Un animal ciertamente complicado por rabioso en sus embestidas nada uniformes que, poco a poco, fueron siendo idóneas cuando José María se aplicó a fondo al natural. Cada vez que le veo, me gusta más. Y no me importa decirlo, ni que algunos lectores se me encabriten. Allá ellos… Pero, es tal el magisterio que está adquiriendo, que cada día sube más peldaños hacia el Partenón del toreo. Va a lo suyo en pos de la consecución de su propio rango y se nota que no le importa un comino lo que digan o no digan de él. Es más que notable su concentración mental que solo se preocupa de resolver los problemas, olvidado de sus formas, a sabiendas de que estas son naturalmente imperiales, mecidas, templadas, soberanas, dulces como la miel…
Le seguiremos viendo los días inmediatos en Murcia y en Salamanca.


Morante de la Puebla, muy dispuesto en Valladolid hasta el punto de alargar inoportuna e innecesariamente sus faenas de muleta, también salió a hombros junto al joven maestro alicantino por sumar la oreja que le dieron del tercer toro a la que cortó del quinto que fue con el que mejor estuvo, tanto con el capote como con la muleta.

Las verónicas de Morante son excelsas y desde luego recordables cuando lo son, como las del recibo del quinto y las del quite. Pero no las que no son iguales que las mencionadas aunque suenen los olés enlatados que la gente lleva a la plaza cuando torea el de La Puebla del Rio. Se oyen oles con Morante aunque los lances resulten arrugados, destemplados y enganchados… 
Pues qué bien… La faena tuvo una parte central de su impar categoría artística porque el toro se dejó. Y menos mal, porque Morante no es de los que resuelven… Morante es un gran creativo, pinta sus pases y busca sentirlos para que los sientan los demás…. Me encanta cuando lo consigue…. Pero no cuando se empeña en torear como sabe a un toro que no lo aguanta. Morante no sabe qué ni como “hacer” para que el toro dure, para que se sostenga, para que mejore…. Y eso me desespera…
A este quinto, después de estar tan bien, en vez de matarlo cuando el toro estaba deseándolo, se empeñó en seguir y seguir haciendo cosas, algunas bonitas, otras feas, algunas horrorosas, y la gente se enfrió. Pero como, por fin, mató con eficaz espadazo y tuvo la genialidad de arrodillarse delante del animal mientras doblaba, este detallito encantó a la parroquia y ese encanto final le abrió la puerta grande.

Antes, con el más que manejable tercero, se hizo un lio en busca de acoplarse y la faena fue como una caja de bombones de todas clases, dulces, amargos, suaves, raspones…. Se le fue el toro….

El primero, muy huidizo, distraído y apenas lucido en los dos primeros tercios, no pareció que fuera a ser agradable en la muleta. Pero a la postre lo fue por el lado derecho y Morante pudo estirarse por redondos. Quizá demasiado hondos y, por tanto, agotadores para el burel. Hizo mal al querer torear por naturales y, como casi siempre ocurre, cuando, decepcionado por el lado izquierdo, volvió al derecho, ya no fue como lo había sido…

La gente lo pasó muy bien y con la sensación de haber asistido a una buena corrida. Nadie se acordó del precio de las entradas… Y se llenaron los bares circundantes. Ojala todas fueran al menos como esta.

En la mañana del sábado 13, visité la exposición “Nostalgia y Oro” en el museo taurino de Valladolid. Una gran colección de entradas reunidas por el gran aficionado y empleado de la plaza del Paseo Zorrilla, Mario Martín Lorenzo, que hace pocos años publico su primer libro del que fue prologuista y presenté junto al señor Alcalde en el Ayuntamiento vallisoletano, “Diez años de toros en Valladolid, 2000-2009″. Un lujo de libro como también esta exposición. !Enhorabuena!

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