El buen torero de Gonzalo Caballero se estrelló con la feble condición de su digamos enemigo por decir algo.
Alarma por la muy preocupante novillada de Fuente Ymbro
Madrid. Plaza de Las Ventas. Jueves 2 de octubre de 2014. Tarde medio calurosa con media entrada muy repartida.
Seis novillos de Fuente Ymbro, con sobrada presencia y muy deslucidos en distintos grados. Tan bueno como flojisimo el primero. Muy deslucido por enseguida rajadísimo el segundo. No tanto el medio manejable tercero. Otro pronto rajado aunque se dejó pegar en el segundo puyazo y apenas posible en la muleta el tercero. Rajadisimo tambien el manejable cuarto. No aregló el petardo el quinto apenas manejable. Tampoco el castaño sexto.
Gonzalo Caballero (celeste y oro): Estocada trasera, palmas. Buena estocada, ovación.
Borja Jiménez (turmalina y oro): Cuatro pinchazos hondos y descabello, aviso y silencio. Estocada trasera saliendo trompicado, silencio.
Fracisco José Espada (blanco y oro): Sartenazo, silencio. Buena estocada, palmas.
Bueno. Pues ya estamos otra vez en los madriles venteños. Cada vez que vuelvo me echo a temblar. Pero también me dispongo a esperar con fe en lo que aquí pueda ocurrir para bien. Ayer empezó la llamada Feria de Otoño. Una feria que suele deparar buenas sorpresas. Tocamos madera antes de sentarnos en nuestra localidad acostumbrada junto a la puerta del tendido alto del 2. Aunque no acabo de costumbarme despues de varios años sentado en este sitio, no faltan amigos con los queme paso las tardes intercambiando opiniones y menos mal porque todavía sigo añorando los más de treinta años que ocupé localidad en el palco 1, justo entre los tendidos 8 y 9. Prefiero ver venir a los toros que verlos ir. Pero a todo se acostumbra uno. Qué remedio. Ahora que tanto hablamos todos de la crisis y de la falta de público en las plazas, muchos no se acuerdan de cuando podíamos permitirnos el lujo de encargar localidades para los amigos que nos pedian el favor no tuvieran que hacer cola para asistir a las ferias madrileñas, especialmente a la de San Isidro. Hasta se podía elegir… Y esto ahora es absolutamente imposible, incluso a pesar de la crisis que afecta a casi todas las plazas menos a Las Ventas y, sobre todo, a la de Pamplona por los Sanfermines. Pero ya que estamos en Las Ventas, hay una buena noticia en este feria otoñal y es que se han renovado al ciento por ciento los abonos de San Isidro despues de varias campañas cayendo.
Novillada para empezar. Un aperitivo que se presentó apetecible por las reses a lidiar que trajo don Ricardo Gallardo, dueño y criador de la ganadería de Fuente Ymbro que tantos éxitos ha tenido en esta plaza venteña y en casi todas las demás aunque, últimamente, entró en un periodo de irregularidad, a veces excesivamente decepcionante. Y para lidiarlos y matarlos una destacada terna de aspirantes.
Gonzalo Caballero abrió plaza con un primer novillo de excelente presentación y muy bien armado pero, ay ay ay, sin ninguna fuerza. Perdió las manos nada más abrirse de capa en su saludo el nuevo valor de Fuenlabrada. Menos mal que peleó con bravura en el caballo e incluso derribó. Es muy curioso que muchos toros son blandos de remos y poderosos de cuello. Este fue uno de estos en el primer puyazo, pero en el segundo cantó la palinodia. El debutante Borja Jiménez presentó tarjeta de visita con un quite por cordobinas y media escelentes. Muy bien los banderilleros. Brindó Borja al público una labor muy bien iniciada por alto en los medios, de pecho y cambio de mano. Lástima que el noble animal careció de brio y de energía porque los primeros muletazos diestros y el preparado de pecho, fueron buenos de verdad. No los que siguieron que resultaron sucios por defenderse el novillo. Lo mismo o peor al natural y no por culpa del novillero. Fue baldia la insistencia con ambas manos porque las buenas maneras de Gonzalo chocaron con la feble condición de su digamos enemigo por decir algo. Mató de estocada trasera.
Tampoco tuvo clase ni celo de ninguna manera el cuarto. Rehusó el casigo en varas y hubo que picarlo a base de perseguirlo y de llevarlo hasta tomar el primer puyazo defendiendose ostensiblemente antes de salir suelto. El segundo lo tomó en el caballo contrario y, al menos, se dejó pegar bastante, por cierto. Cubierto de tramite el tercio de banderillas, el animal resultó tardo e incierto y menos mal que poco codicioso. Si lo hubiera sido, el achuchón que sufrió Caballero hubiera sido peor de lo que terminó siendo. Nada. No le austó a Gonzalo el golpe porque siguió valiente y, por momentos sueltos, acertado como en una buena ronda con la derecha. Con la izquierda pasó lo que tantas veces en esta plaza. No le dejaron algunos estar a gusto al chico. Vuelto a derechas, el animal ya se había venido bastante abajo. Sobró lo que le intentó hacer. Gonzalo se acordó de su apellido al matar. Lo consiguió de buena estocada.
Borja Jiménez se presentó en Madrid avalado por sus incesantes éxitos. Recibió al segundo novillo a porta gayola de rodillas y por poco sale trompicado. Pero de inmediato se lució con variedad de lances que encantaron al público. Pero este novillo se rajó enseguida. Costó llevarle al caballo por huidizo hasta que en una de sus idas se tropezó con el equino contrario tomando dos puyazos leves defendiéndose. Al muy decidido quite de Espada siguieron los rehileteros que parearon bien pese a las incesantes huidas del animal. Borja se fue a donde estaba y no hubo forma de sujetarlo del todo. Solamente en alguna parada del burel pudo medio lucirse el sevillano de Espartinas quedando realmente inédito pese a sus indudables ganas y valor. Tanto que la mayoría del público se lo agradeció. No así el novillo que, pasado de faena, se puso incómodo para matarlo. De cuatro pinchazos hondos, el segundo casi media estocada muy tendida, el tercero con un golpe en la mano, el cuarto señalado y un añadido descabello acabó el trance.
Muy ofensivo de pitones el quinto. Como también de malas intenciones. Se le metió por dentro a Borja al dar el segundo lance en su recibo y casi le desarma. Otro novillo que tal baila. Qué petardo, señores. En una de sus huidas se picó por su cuenta y enseguida se fue. Se defendió en el segundo encuentro con el caballo. Los banderilleros tuvieron que exponer para acertar. Borja echó toda la carne en el asador y como el novillo medio se dejó, pudo hilvanar rondas con la derecha en las que mostró su natural capacidad aunque también con este quedó en gran parte inédito. Algo parecido ocurrió cuando usó la mano izquierda. Insistió después con la derecha sin mayores ni mejores resultados salvo la voluntad de agradar. Se la jugó mucho en la estocada. Ya le verán mejor en otra ocasión con ganado más favorable.
A Francisco José Espada se le notan mucho las enseñanzas de su mentor, el matador de toros César Jiménez a quien, por cierto, echamos de menos. A mí siempre me gustó Cesitar ya don Cesar. Le conocí íntimamente en Lima en cuya plaza, por cierto, indultó un novillo su joven discípulo y paisano. El tercer novillo manseo en varas y otro rajado en la cuenta de losfuenteymbros. ¡Qué mala mitad, querido ganadero! Este tercero fue el peor en banderillas por esperar una barbaridad. Para la muleta fue un poquito mejor que sus hermanos anteriores pero solo un poquito. Lo entendió bien Francisco José a base de ponerle siempre la mano muy delante y perderle o ganarle los pasos precisos cuando hubo que hacerlo. Meritorio trasteo. Primero a derechas con remates pectorales. Y luego, más brevemente, al natural. Más a derechas, cambio de mano y otro de pecho saliendo el animal mirando al tendido. Pero Espada también se pasó de metraje y eso casi siempre aburre a los impacientes. Lo peor fue el sartenazo con que lo mató.
El pelo castaño del sexto y una salida algo más alegre que la de sus hermanos, nos hizo concebir alguna esperanza. Pero pronto vimos que no. ¿Otro manso y, además sin fuerza alguna en las manos? Las perdió tras el primer puyazo. Y palmas de tango al salir sin pinta de hacer nada positivo del segundo. Pero se fue algo arriba en banderillas que fue tercio lucido y, en la brega del mismo, pareció meter la cara en el capote. Espada brindó la faena. Y no le fue mal para empezar. Buenos muletazos diestros relativamente aislados y larga pausa. Pero las sucesivas genuflexiones del burel y su tardanza en embestir empañaron la manejabilidad del novillo. Con la izquierda pudo dar Espada algún natural estimable y una bonita trinchera. Meros espejismos. De nuevo con ambas manos, sus buenas intenciones quedaron a medias. Y otra vez como antes se pasó de metraje. Con una buena estocada se hizo perdonar por el anterior sablazo.
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