"...Sentado queda, pues, que la culpa ha sido del ganado. Y ahora expliquemos que dicho ganado era de la vacada de Fuente Ymbro, que es ganadería que gozó del favor de la afición como ganadería “torista” y como prueba de que puede haber Domecq -Jandilla en este caso- que sean capaces de sacar los pies del tiesto..."
La novillada de Fuente Ymbro. Jarra (de Juan Pedro) y pedal (de Más de lo Mismo)
José Ramón Márquez
Lo normal en esto de los toros, lo que vemos día a día en los medios de comunicación, es echar la culpa a los toros del mal resultado de una tarde. La verdad es que no sé cómo se aguantan los ganaderos (¿ganaduros?) con tanto insulto e imputación, pero lo cierto es que día sí, día también, la culpa de las cosas cuando éstas no han andado bien para el coleta se va directamente al de negro, que ni puede defenderse por hallarse a esas horas sus canales colgando de un gancho en una fría cámara, ni encuentra amparo alguno en los que le criaron, le echaron los piensos, le pusieron las funditas, y le hicieron los saneamientos y otra porción de cosas, algunas ciertamente inconfesables.
Decir que la corrida salió mal porque los toros no “colaboraron”, o “fueron a contraestilo”, o “reponían” o “no reponían” (pido disculpas porque en esto de la reponeduría aún no he llegado a saber qué es lo óptimo para nuestros dilectos revistosos), es lo de todas las tardes en todas las ferias; decir que frente a las condiciones que demuestra el toro, sean las que sean, se encuentra un tío que no hace otra cosa que entrenarse y que debería aplicar su inteligencia, sus conocimientos y su experiencia en resolver los problemas relativos al colaboracionismo, el estilo o la reposición es algo absolutamente inusual, porque para la moderna crítica el problema siempre lo tiene el toro. Es mucho más fácil y, además, te evitas el que un deudo del torero te meta un susto una noche en un solitario callejón de Sevilla.
Sentado queda, pues, que la culpa ha sido del ganado. Y ahora expliquemos que dicho ganado era de la vacada de Fuente Ymbro, que es ganadería que gozó del favor de la afición como ganadería “torista” y como prueba de que puede haber Domecq -Jandilla en este caso- que sean capaces de sacar los pies del tiesto. Yo, en general, ahora estoy más en pensar que la fiereza de los Ymbro sólo demostraba la torpeza ganadera de su criador, pues creo que nadie que ame la casta, la fiereza, la bravura -la que nos enseñaron, no ésta que dicen ahora, que eso ni es bravura ni es ná-, sea capaz de ir a comprarse unas vacas y unos sementales de Jandilla, qué merendilla, y que si los FY salían de aquella manera es porque su amo no sabía qué hacer para que saliesen en plan “artista”, que es el summun del domequismo. Mientras aquello medio duró, el ganadero, el hombre, se dejó querer, pero ahora ya van cayendo del guindo más de uno y más de dos al ver que esto de FY es una birria de tomo y lomo, ganaderamente hablando. Hoy, en esta primera corrida de la Feria de Otoño ( o de hasta el moño) han traído a Madrid cinco negros y un castaño, como quien dice una escalera, unos de su padre y otros de su madre, pero que no se comían a nadie. Torillos de ir y venir, de un sustito sin venir a cuento y de un tío enfrente con las ideas claras y con las ganas de reventar la tarde, que es lo que habría arreglado la tarde, pero eso no ocurrió.
Algo tendrán los Choperón Father & Son con estos Fuente Ymbro, porque si no recuerdo mal es la tercera vez que se anuncian en Las Ventas este año. Una corrida de toros que no pasó entera y una deplorable novillada han sido argumento suficiente como para repetir en otoño la misma ganadería, que a mí me da lo mismo, pues hay que pagar el peaje de domequitis y eso es así, pero que a ver si por esta tontería se van a enfadar los Fraile, viendo que les sale uno por ahí al que los Choperón le quieren más que a ellos, o que recibe mejor, vaya usted a saber.
De los toreros, muy poco que decir. Que Gonzalo Caballero se vistió de purísima y oro, que planteó un inicio de faena en distancia y con personalidad y que mató bien a su segundo. Eso por la parte de lo bueno, y por la otra, su toreo despegadísimo, su falta de compromiso y la percepción de que tampoco él va a ser ese torero que Madrid necesita como el respirar no es ni mucho menos la buena nueva para los que hemos creído atisbar en Gonzalo Caballero ciertos modos y formas que evocan al toreo que más nos gusta. O le están quitando el alma o él mismo se ha dado cuenta de que además del de la ortodoxia hay otro camino. El año próximo tomará la alternativa y el torero que hoy hemos visto es, simplemente, uno más.
Borja Jiménez, nuevo en la Plaza, es de Espartinas, con lo que eso significa. Y dado que en Espartinas vio la luz uno de los toreros que con más ahínco han sembrado la mies que ahora se está recogiendo en todas las Plazas, todas las tardes, sería una extremada falta de tacto que el buenazo de Borja se pusiese a torear como uno del barrio de San Bernardo o de Camas, por lo que Jiménez se ha aplicado en demostrar a los que estábamos en el tendido que es absolutamente como todos, que no tiene nada nuevo ni viejo que decir y que lo mismo que estuvo hoy en la Plaza, podía haber estado su hermano o su primo. Bienvenido sea, pues, otro más.
Francisco José Espada fue el tercero en liza esta tarde. El fuenlabreño ni progresa ni adecuadamente. A ver si sus mentores le explican cómo va esto de los toros, que cada uno de ellos puede darle una distinta visión de la dureza de este oficio de torero y revelarle el secreto de que en el toro sin una personalidad definida sólo eres uno más.
Curro Robles por el simple hecho de correr el toro a una mano, escuchó los más sinceros aplausos de la tarde.
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