domingo, 5 de octubre de 2014

LA PRUEBA MÁS DURA / Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore


"...Abellán ha estado muy digno, pero el triunfo por el que apostaba, se escapó. Así de cruel es el toreo…"


LA PRUEBA MÁS DURA.

Domingo Delgado de la Cámara /  Fotos de Andrew Moore.
La primera vez que vi a un torero matar seis toros en solitario fue a Andrés Vázquez en 1977. Lo más entrañable que recuerdo de aquel día, es que me llevó mi abuela Maruja, que no le gustaban los toros, pero que hacía lo que hiciese falta para agradar a su nieto favorito. Desde ese día, creo que he visto todas las corridas en solitario celebradas en Las Ventas, creo que he visto a todos los matadores que han intentado esa proeza en Madrid. Muy pocos han salido bien parados. Estoquear seis toros en solitario en Las Ventas es la prueba más dura a la que puede someterse un matador, muy pocos han salido triunfantes. Recuerdo fracasos sonados de grandes toreros.

En primer lugar, no salir por la Puerta Grande es fracasar, es obligado franquear en volandas la Puerta de Madrid. Pero además, para convencer al aficionado y dejar recuerdo de la gesta, se tienen que dar una serie de circunstancias que es muy difícil que se produzcan. En primer lugar, los toros tienen que ayudar, después hay que estar fino con los aceros, después hay que tener una psicología muy fuerte a prueba de contratiempos y por último, hay que tener un florido y variado repertorio para que la fiesta no decaiga en ningún toro y sorprender al público hasta el último momento.

Por todo lo dicho hasta ahora, muy pocos toreros reúnen las cualidades necesarias para matar con éxito seis toros. Muchos lo han hecho, o para apuntalar su trayectoria en un momento difícil o por un comprensible complejo de superioridad. Al final, con los dedos de una mano podemos contar las encerronas que han salido bien.

El último diestro que se ha expuesto a tan dura prueba, ha sido Miguel Abellán. Ha estado decoroso, pero desde luego el triunfo que él buscaba, no se ha producido. Creo sinceramente que se ha cometido un error a la hora de elegir ganadería. La ganadería de Puerto de San Lorenzo, de encaste lisardo, por su desigualdad y su comportamiento abanto en el primer tercio, no es la más indicada para un acontecimiento como éste. Por este motivo, Abellán sólo pudo instrumentar dos quites por chicuelinas en toda la tarde. Poco toreo de capa, por tanto.

La corrida ha tenido dos partes claramente diferenciadas, hasta el tercer toro y después del tercer toro. La cumbre de la corrida ha sido la excelente faena realizada al tercero de la tarde, faena pinchada repetidamente. Un triunfo de dos orejas se ha quedado diluido en la nada y esta circunstancia ha afectado psicológicamente a Abellán. Después de haber pinchado a este tercer toro, Abellán se ha venido abajo. La frustración por haber pinchado un gran triunfo, ha influido muy negativamente en el ánimo de Abellán para el resto de la corrida. Las lidias de los tres últimos toros han transcurrido inmersas en la desmoralización del torero. Estos tres últimos toros no han sido nada buenos, pero un Abellán contento y con las dos orejas del tercero en el esportón, hubiera estado muchísimo mejor.

Brevemente, repasemos la corrida toro a toro. El primero ha sido un toro de La Ventana del Puerto de excelente condición pero con las fuerzas justas. La faena ha estado entonada, ha habido buen aire, pero no ha sido redonda por haber obligado al toro más de lo debido. Lo mejor, una serie de naturales. Buena estocada y petición no atendida por el palco. El segundo, de preciosas hechuras, ha punteado mucho los engaños por la falta de fuerzas en una faena muy enganchada. En el tercero Abellán ha estado muy bien, merece párrafo aparte.

Este tercero ha sido un toro abanto y que no se ha dejado picar. Sin embargo, ha llegado a la muleta embistiendo con mucha clase. Abellán vio muy pronto las cualidades del toro. Instrumentó una gran faena. Ha toreado muy despacio, con la muleta muy plana y muy por abajo. Las series han fluido con una perfecta ligazón, también con mando y cadencia. Ha cuajado al toro por los dos pitones. Otro acierto, es que tras unos bonitos ayudados por bajo, ha terminado el trasteo en su momento justo. La faena ha concluido cuando el toro empezaba a pararse. Y entonces llegó el desastre. Había runrún de dos orejas, pero tres pinchazos y una estocada trasera, han mandado el triunfo al garete. Abellán pinchó arriba, pero pinchó por perfilarse muy lejos. Este es un defecto muy común en los toreros actuales. Para matar bien, hay que perfilarse en corto y por derecho. Si el matador arranca desde lejos, lo más probable es que pinche, porque cuando llega a la jurisdicción del toro, éste ya le está esperando con la cara alta. Para descubrir la muerte y que el toro humille, hay que arrancar en corto.

Y aquí se terminó la corrida. El cuarto fue un toro muy manso y de feo estilo. Abellán lo dejó sin picar y luego no se dobló con él. Resultan sorprendentes estos errores de principiante en un matador de su experiencia. Descabelló con suerte a toro entero. El quinto calamocheaba mucho y se metía por dentro. Abellán hizo un trasteo largo donde no sacó nada en claro. Lo cierto es que el toro no valía un duro.

Me sorprendió su actitud, su prudente actitud en el sexto. Yo esperaba que se fuera a portagayola, esperaba también un arrimón a la desesperada. Estas siempre han sido sus armas, legítimas armas, para resolver con éxito situaciones adversas. No hubo nada de esto. Prudentemente, hizo una faena muy discreta. En este toro, que era de la Ventana y no del Puerto, es en el que estuvo peor. Faena atropellada y sin sitio ante un toro que tenía posibilidades, sobre todo por el pitón izquierdo. Dicen que ha llegado a la corrida muy mermado de facultades, pero yo creo que el haber pinchado al toro del triunfo es lo que ha marcado la tarde. Abellán ha estado muy digno, pero el triunfo por el que apostaba, se escapó. Así de cruel es el toreo…

Prueba dura esta de matar seis toros en Madrid. Yo la haría obligatoria, íbamos a ver cada ridículo…













 Buen par de Jarocho


Quite del sobresaliente Pepe Luis Gallego

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